Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

BRANWELL BRONTE

-Sí, y va a ser condenadamente bueno, me temo ... –dijo el señor Mybug-. Será un estudio psicológico, desde luego,  y dispongo de un montón de material nuevo, incluidas tres cartas que Branwell Brontë le escribió a una da anciana que tenía en Irlanda, la señora Prunty, durante el período en el cual estaba trabajando en Cumbres borrascosas.
Observó fijamente a Flora para ver si reaccionaba con una carcajada o con una mirada de asombro indecible, pero la expresión amable y curiosa en el rostro de Flora no se mudó en absoluto, así que tuvo que explicarse.
-Verá ... Es obvio que ese libro es de Branwell y no de Emily. Ninguna mujer podría haber escrito una cosa tan buena. Esto es cosas de hombres ... He formulado una teoría sobre su alcoholismo, también ... Verá: él realmente no era un borracho. Era un genio absoluto, una especie de segundo Chatterton …  y sus hermanas lo odiaban precisamente por su genialidad.
-Creía que la mayoría de los documentos de la época decían que sus hermanas lo adoraban -dijo Flora, que estaba encantada de mantener una conversación alejada de las cuestiones personales.
-Ya lo sé ... ya lo sé. Pero eso eran sólo argucias de las hermanas. Verá usted: a ellas las devoraban los celos de su brillante hermano, pero temían que si lo demostraban claramente, él se iría a Londres para siempre y se llevaría los manuscritos. Y ellas no querían que hiciera eso porque aquello arruinaría su pequeño jueguecito.
-¿Qué jueguecito? - preguntó Flora, intentando con alguna dificultad imaginar a Charlotte, Emily y Anne embarcadas en algo parecido a un “jueguecito”.
-Hacer pasar los manuscritos de su hermano por suyos, naturalmente. Querían tenerlo bien atado, para poder robarle su obra y venderla para comprar más bebida.
-¿Más bebida? ¿Para quién ... ? ¿Para Branwell?

-No ... ¡para ellas! Todas ellas eran unas borrachas, pero Anne era la peor del grupo. Branwell, que la adoraba, solía fingir que se emborrachaba en el Black Bull sólo para conseguir ginebra para Anne. El propietario no se la entregaría si Branwell no se hubiera granjeado previamente aquella falsa reputación como borracho brillante, impenitente y holgazán ... Y sólo Dios sabe con cuánta devoción se entregó a conseguir esa reputación. El propietario estaba orgulloso de tener siempre al señor Brome en su taberna; atraía clientes al establecimiento, y Branwell podía conseguir ginebra para Anne al punto ... Tanta como quisiera Anne. En secreto, él  trabajó durante doce horas diarias escribiendo Shirlry y Villette .. . y, por supuesto, Cumbres borrascosas. He demostrado rodo esto a partir de las pruebas que me han proporcionado las tres cartas que envió a la anciana señora Prunty.

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