Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 128. EL AIRE DE UN CRIMEN / JUAN BENET

I
Una mañana de bronce apareció el cadáver de un hombre en la plaza de Bocentellas. Durante un par de días el suceso vino a incorporarse a la serie de extraños e inconexos acontecimientos que sucedieron aquel año desde la llegada del buen tiempo hasta mediado el otoño, cuando una precoz nevada cerró los puertos de montaña, incomunicó algunos pueblos y caseríos y canceló toda actividad en los piedemontes de Mantua y del Hurd. En aquellos dos días el hallazgo vino a suscitar, ni más ni menos, las mismas sospechas y levantar idénticas conjeturas que habían provocado durante un siglo (con un paréntesis durante la guerra civil) todos los cadáveres que el monte arrojara en verano, a modo de respuesta a las numerosas miradas de súplica de quienes solo sabían sujetar la mancera o estrujar un estore cuando el forastero pasaba de largo en dirección a las alturas. Durante dos días se habló de él, pero al cabo de siete, debido quién sabe si al carácter oficial y legal que revistió su exhumación nadie volvió a mencionarlo. Fue una voluntaria conjura de silencio, ¿o más bien una imposición que venía desde arriba, desde nadie sabía o quería decir dónde?
El cadáver apareció en la plaza del pueblo, sentado en el suelo, la cabeza caída sobre el pecho, cubierta con un sombrero de paja, y la espalda reclinada sobre lo sillares de la fuente pila, las piernas extendidas y los pies descalzos y abier-

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