La inesperada verdad sobre los animales, Lucy Cooke, p. 296
Los pandas ocupan territorios
bastante extensos de 4 a 6,5 kilómetros cuadrados, y detectan a sus parejas
sexuales por el olfato, ya que estas van dejando periódicamente actualizaciones
aromáticas de su estado -en las que anuncian su identidad, sexo, edad y fertilidad-
en árboles especialmente designados (el equivalente en el mundo de los pandas a
las aplicaciones de contactos como Tinder). Cuando una hembra entra en celo despierta
el interés de los machos frotando sus glándulas anales en la base de uno de
esos tableros de anuncios comunitarios. Su hedionda señal atrae a machos de
todas partes, que a continuación pasan a competir por sus atenciones en una
especie de Juegos Olímpicos urinarios, ya que las hembras de panda prefieren a los machos que son capaces de
dejar su atractiva señal olorosa más arriba en los troncos de los árboles. Los
científicos han explicado que los machos adoptan toda una serie de posturas
atléticas “agacharse”, “levantar la pata”, y, la más extraordinaria de todas, “hacer
el pino”- a fin de proyectar su chorro de orina lo más alto posible.19 También
se cree que utilizan su propio cuerpo como olorosos reclamos de atracción
sexual poniéndose unas gotitas de orina -tipo aftershave- en las orejas, las
cuales actúan como un par de esponjosas balizas que transmiten la
disponibilidad del animal a través de la brisa de la montaña.
Los osos son conocidos por tener
un sentido del olfato extremadamente desarrollado, de modo que la corta
duración del periodo de fertilidad de las hembras de panda no es un impedimento
para su reproducción en su hábitat natural. De hecho, incluso podría tratarse
de una adaptación evolutiva para controlar el tamaño de la población, debido
precisamente a la gran capacidad de procrear de los machos, que ayudaría a
garantizar que la tasa de natalidad no supere nunca lo que los bosques de bambú
pueden sustentar. Como media, una hembra salvaje parirá a una cría entre cada
tres y cinco años, lo que no es una tasa reproductiva inusual; si se reprodujeran
con mayor rapidez no tardarían en desbordar la capacidad de su hábitat.
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