A EW también le hizo bastante daño la rechoncha sombra de HJ, pero no por culpa de la una no del otro -como casi todo el mundo sabe, fueron muy amigos-, sino de las terceras personas, de las miradas que, como no entienden, simplifican, abrevian, catalogan. deforman, fundan y propalan frases hechas que inducen a error. Precisamente, la simplificación no fue nunca ni la técnica de HJ - no hay más que echarle unvistazo a La copa dorada, a Las alas de la paloma o a Los periódicos- ni la de Warthon, quienes en el acervo de matces trataban de aprehender la complejidad, aunque fueran al mismo tiempo conscientes de que contar una historia pasa priemro por seleccionarla, por cortar una rebanda de la realidad que debe ser lo suficientemente expresiva como para que el lector la reconstruya a partir del indicio del texto. Lo dicho y lo no dicho, lo oculto y lo manifestado, y siempre y sobre todo la needsidad de un lector inteligente al que se trata con respeto.
Prólogo a Santuario de Edith Wharton, de Marta Sanz
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