EL HACENDADO DE MALATA
Dos hombres charlaban en la redaccion del primer periodico de una gran ciudad colonial. Ambos eran jóvenes. El más corpulento de ellos, rubio y de una apariencia más urbana, era el redactor jefe y copropietario del periódico.
El otro se llamaba Renouard. Su fino y bronceado rostro evidenciaba alguna preocupación. Era un hombre esbeltom relajado, activo. El periodista continuó con la conversación.
-De manera que ayer estuviste cenando en la casa del viejo Dunster.
Empleó la palabra "viejo" no con el trato entrañable que a veces se da a los íntimos, sono en toda la sobriedad de su sentido. El tal Dunster era viejo. había sido un notable estadísta colonial, pero ahora se hallaba retirado de la vida política tras una gira por Europa y una prolongada estancia en Inglaterra, durante la cual había tenido en efecto muy buena prensa. La colonía se enorgullecía de él.
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