“A Oscar Wilde [Vernon Lee] lo juzgó “amable”, pero él la evitaba, y en cuanto a Henry James, a quien veneraba y dedicó una novela, no tuvo suerte con él: James la alabó y se interesó por sus obras (“Tiene una celebración prodigiosa”, dijo), pero se volvió esquivo tras la publicación de un cuento de Lee en el que él aparecía retratado sin disimulo (el mayor pecado no era que lo hubiera utilizado, sino que lo hubiera hecho sin que lo hubiera hecho sin el suficiente filtro literario). Y aunque James no se dignó leerlo, las referencias le fueron bastante para prevenir pro carta a su hermano William, el filósofo: “Es tan peligrosa y extraña como inteligente, lo cual equivale a decir muchísimo. Su vigor y la envergadura de su intelecto son de lo más infrecuente y su conversación absolutamente superior. Pero sé moderado en materia de amistad. ¡ Es una gata montés¡”
Vernon Lee, la gata montés (Presentación) por Javier Marías
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