Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.572. HASTA QUE EMPIEZA A BRILLAR / ANDRES NEUMAN


María se acomodó el pelo: vivía despeinada. Alisó los almohadones del sofá, se ajustó el último botón del chaleco y juntó las manos, como rogándoles que se quedaran quietas.

Tenía pocas ganas de que su invitado llegase y, al mismo tiempo, estaba ansiosa por escucharlo. Se había repetido tantas veces que en realidad no importaba, que la idea ni siquiera había sido suya. Pero ahí seguía, asomada a la ventana.

Las ramas de enfrente ondulaban despacio. A lo lejos, las frondas se encogían de hombros.

Cuando sonó por fin el timbre de abajo, pulsó fuerte el interruptor sin preguntar quién era. Los mecanismos del ascensor crujieron. Enseguida llamaron a la puerta.

María vio el cráneo pulido de Dámaso Alonso, sus anteojos de pasta descolgándose de las orejas, su bigote a medio evaporar, todo el estudio acumulado en el ceño. Esas ojeras de insomnio histórico.


INCIPIT 1.571. LA DULCE EXISTENCIA / MILENA BUSQUETS


–Esta actriz es una anciana. Tiene mi edad. Es imposible que haga de Blanca.

–No te preocupes, Milena. Le pondremos una coleta como la que tú llevas, unas alpargatas de Cadaqués y ya verás lo creíble que resulta brincando por las rocas.

–No. Es imposible. En serio.

No había sido fácil. Desde la publicación de También esto pasará en 2015, los derechos para la película habían pasado por tres productores, varios directores y un montón de actrices. Por el camino, había perdido a mi agente (me había despedido), mi editor originario se había jubilado (y había sido felizmente sustituido por la única otra editora en lengua española que había visto el potencial de la novela y había mostrado interés en publicarla) y había escrito tres o cuatro libros más.


INCIPIT 1.570. CIEN NOCHES / LUIGSE MARTIN


Hay una anécdota humorística del presidente estadounidense Calvin Coolidge que sirve para dar nombre a un patrón de comportamiento sexual. Coolidge y su esposa Grace hicieron una visita a una granja experimental que el gobierno norteamericano había puesto en funcionamiento. Los directores de la granja les estaban enseñando por separado las instalaciones: el presidente se había quedado charlando en la puerta mientras la señora Coolidge, acompañada de un funcionario, se había adelantado en la visita. Al llegar al gallinero, vio la actividad sexual de las aves y le preguntó con interés al encargado de esa zona cuántas veces al día montaba el gallo a las gallinas. El funcionario le respondió que decenas de veces, y ella, con picardía, le dijo entonces: «Cuénteselo al señor Coolidge cuando pase por aquí.»

Pocos minutos después, pasó el presidente por la misma zona, y el encargado, obediente, le contó la conversación que había tenido con su esposa. Coolidge se quedó pensativo y le preguntó: «¿Pero el gallo se aparea siempre con la misma gallina?» El encargado, con vergüenza, le respondió rotundamente que no. «Cada vez es con una distinta, señor», le explicó. El presidente sonrió satisfecho. «Vaya a contarle eso a la señora Coolidge, por favor», le pidió.


INCIPIT 1.569. EL VUELO DEL HOMBRE / BEJAMIN G. ROSADO


Hacía algunos años que el profesor Castro había perdido todo contacto con el mundo. Nadie sabía los motivos que lo habían llevado a donar los libros de su biblioteca y a desaparecer sin dejar rastro. Cuando me decidí a escribirle, ni siquiera estaba seguro de que siguiera con vida. Comencé enviando correos electrónicos a todas las editoriales en las que había publicado, lo intenté también por carta e incluso llamé a la universidad donde había dado clases. «Pierde usted el tiempo», me previno una voz al otro lado del aparato. Al final se me ocurrió mandar un fax a un número que encontré en la página legal de uno de sus ensayos y, por alguna razón, aquello dio resultado. El viejo profesor accedería a recibir a un desconocido estudiante de doctorado dispuesto a cruzar el Atlántico para lanzarle unas cuantas preguntas. Media hora sería suficiente, rogué en mi misiva. Al cabo de varios días, el eminente lingüista y catedrático de Literatura me citaba en su casa de Valparaíso por medio de una nota redactada de su puño y letra. Encontré su respuesta en la bandeja del fax del despacho que compartía en la segunda planta de la Facultad de Filología.


INCIPIT 1.568. LOS ILUSIONISTAS /MARCOS GIRALT TORRENTE


Había previsto empezar esta nota con dos o tres citas sobre la familia, pero tuve la mala idea de confiarme a una aplicación de inteligencia artificial para encontrarlas y el resultado no fue el esperado. O eran panegíricos edulcorados o se pasaban de frenada por el lado negativo o caían en la insulsez académica o en el misticismo. Y no fue una solución tentar al algoritmo con escritores concretos. Cuando había conseguido una gavilla a mi gusto, al hacer la búsqueda inversa para asegurarme de que cada cita provenía efectivamente del autor referenciado, resultó que todas eran falsas o al menos no literales.

A decir verdad, me alegro de que haya sido así. Escribir de la familia a menudo es visto con recelo – más aún cuando se trata de la propia–, y es natural que, puestos en la tesitura, busquemos el amparo de unas palabras legitimadoras. Sin embargo, ¿no representaría en cierto modo una rendición?

La familia es el territorio de la memoria. Memoria de sí misma y del mundo que la contiene. Memoria en construcción y no siempre fiable, donde el amor y el conflicto confluyen.


INCIPIT 1.567. OPERA OMNIA / PEDRO INCIO



Nós, os mariñeiros, sempre saímos coa Virxe para celebrarlle a misa no mar. Faise dende hai moitos anos, recórdoo xa de cando eu era moi pequeno, de cativo indo na lancha co meu pai; así foi sempre, excepto unha tempada que se deixou de sacar a imaxe ao mar por culpa dun accidente. Foi hai moito tempo, ti debías ter cinco ou seis anos.

Ese 16 de xullo, a festa do Carme, tivemos un día precioso e tranquilo de verán, co mar coma un prato, e menos mal. A barca da Virxe bailaba arrimada ao murallón, esperando. Víaa xa de lonxe, moi engalanada, chea de acios de flores, globos de papel de seda, bandeiriñas de cores de babor a estribor, coroas de rosas na amura e grilandas de mirto de proa a popa, ata catleyas había. A figura da nosa Señora púxose enriba dunha tarima, cun friso de margaridas amarelas, columnas de calas de San Xosé nas catro esquinas e un círculo de pasifloras e xasmíns ao redor da estatua.


INCIPIT 1.566. LA PICADURA DE LA ABEJA / PAUL MURRAY


En el pueblo de al lado, un hombre había matado a su familia. Había clavado las puertas a los marcos pata impedirles que escaparan; los vecinos habían oído a las víctimas correr por las habitaciones, pidiendo misericordia a gritos. Al terminar con ellos, el hombre se había pegado un tiro.

Todo el mundo hablaba de aquello, de qué clase de hombre podría hacer algo así y de qué secretos debía de esconder. Corrían rumores de aventuras amorosas, de adicciones y de archivos ocultos en su ordenador.

Elaine se limitó a decir que le sorprendía que aquellas cosas no pasaran más a menudo. Se pasó los pulgares por las trabillas de los vaqueros y contempló la lúgubre calle principal de su pueblo. O sea, dijo, es mejor que no hacer nada.

Cass y Elaine se habían conocido en clase de química, cuando Elaine le había echado yodo en el eczema a Cass durante un experimento. Había sido un accidente; había llorado ella más que Cass y había insistido en acompañarla a la enfermería. Ese día se habían hecho amigas. Todas las mañanas, Cass pasaba a recoger a Elaine y caminaban juntas hacia la escuela. A la hora del almuerzo se enrollaban las faldas largas y deambulaban por el supermercado, escuchando música con el teléfono de Elaine y comiendo croissants de la sección de panadería, que ya se habían terminado para cuando llegaban a la caja. Por las tardes se juntaban para estudiar en casa de una de las dos.


INCIPIT 1.565. LA INVENCION DE TODAS LAS COSAS / JORGE VOLPI


Al despertar una mañana, luego de un sueño intranquilo, me descubro transformado en un monstruoso bicho. Me espanta la armadura anillada de mi abdomen y mis tres pares de patas que se retuercen en zigzag. Las imágenes están allí, vívidas y palpables, tan reales como eso que suelo llamar, tal vez a la ligera, realidad. El horror que experimento ¿es producto de un  recuerdo, de una alucinación, de una fantasía? ¿De un sueño? Si por un instante no me di cuenta de que lo era, ¿quién me asegura que no sigo en su interior? Me precipito al cuarto de baño: mi rostro en el espejo es el mismo de cada mañana, solo mis ojeras lucen más pronunciadas. No parezco un bicho: aquellas imágenes artrópodas eran falsas, los rescoldos de una pesadilla.

Y entonces sí despierto.

Nada angustia como un sueño dentro de un sueño, uno de los dispositivos predilectos del horror. Si despertamos en uno, ¿no nos precipitaremos en otro y otro, ad infinitum?

Borges se valió de la estratagema en numerosas ocasiones: «Ha soñado el Ganges y el Támesis, que son los nombres del agua», escribió en 1985 en un poema incluido en Los conjurados. «Ha soñado mapas que Ulises no habría comprendido. Ha soñado a Alejandro de Macedonia. Ha soñado el muro del Paraíso, que detuvo a Alejandro. Ha soñado el mar y la lágrima. Ha soñado el cristal. Ha soñado que Alguien lo sueña». Analizo la escena: mis manos transformadas en patas de insecto. ¿Qué son estas imágenes? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Son ficciones? Y, si así fuera, ¿de qué están hechas? Parafraseando a Shakespeare, de la misma materia de los sueños


INCIPT 1.564. CALLE LONDRES 38 / PHILIPPE SANDS

 


NOTA AL LECTOR

Desempeñé un papel secundario en el inusitado e hist6rico proceso judicial que siguió a la detención de Augusto Pinochet en Londres la noche del 16 de octubre de 1998, y que me ofreció un asiento de primera fila en uno de los casos penales internacionales más importantes desde Nuremberg. Ha pasado el tiempo, pero no he olvidado la experiencia, como tampoco las historias ni los personajes involucrados.

Muchos años después de la detención, y de los acontecimientos que la siguieron, me estaba documentando para escribir Ruta de escape, un libro sobre la ruta utilizada por un alto mando nazi para tratar de escapar de la ciudad de Lviv y del continente europeo rumbo a Sudamérica. En el archivo de una familia austriaca encontré una carta escrita por un antiguo dirigente nazi llamado Walther Rauff Perseguido por crímenes de lesa humanidad y genocidio, el hombre de las SS ofrecía su consejo a un viejo camarada. Luego supe que, al cabo de una década, el autor de la carta se había trasladado a la Patagonia, en el sur de Chile, donde dirigiría una conservera que envasaba carne de centolla en latitas.

Entonces no se me ocurrió que Pinochet y Rauff pudieran estar relacionados, pero las vidas de ambos hombres resultarían hallarse profundamente entrelazadas. Esta es la historia del viaje realizado para descubrir la interconexión entre ambo


DANTE


La invención de todas las cosas, Jorge Volpi, p. 250

El primer gran lector de la Comedia es el propio Dante. En la segunda parte de su Epístola XIII, escrita en latín en homenaje a su mecenas, Cangrande I, señor de Verana -en cuya ciudad se refugia entre 1313 y 1318 ya quien dedica el Paraíso--, él mismo nos dice cómo interpretarla. Como afirma Charles S. Singleton en La Commedia de Dante. Elementos de su estructura (1977), el poeta sigue la pauta del pensador escolástico Hugo de San Víctor, según la cual no existe un solo mundo, sino dos: «El visible, desde luego, es este universo físico que vemos con los ojos y con nuestro cuerpo, y el invisible es el corazón del hombre que no puede verse». A partir de esta dualidad, Dante nos explica que, para comprender su obra, es necesario pasar por seis accesus o puertas: el tema (subjectum), el autor (agens), la forma (forma), el objetivo (finis), el título (titulus libri) y el género (genus philosophiae). Dante nos revela asimismo que la Comedia puede ser leída según las mismas estrategias que admite la Escritura: la interpretación literal y la alegórica, moral o anagógica. Según la primera, su libro narra el viaje de las almas después de la muerte, mientras la segunda cuenta el “viaje interior del hombre que, por sus méritos y deméritos, y a causa de su libre albedrío, está sujeto al premio y al castigo de la justicia», como resume Julián Barenstein en su introducción a la EpístolaXIII(2018). Dante pone en escena, así, el carácter dual de cualquier ficción.


EL NACIMIENTO DE VENUS


La invención de todas las cosas, Jorge Volpi, p. 281

En su Historia natural, Plinio el Viejo describía una de las pinturas más famosas de la Antigüedad, Venus saliendo del mar, de Apeles. Según la leyenda, Alejandro Magno le pidió al pintor que tomase como modelo a Campaspe, su concubina favorita; en cuanto vio la obra terminada, se dio cuenta de que Apeles se había enamorado de ella y, generoso como un dios, le permitió poseerla. Fascinados con el pasado, los hombres del Renacimiento se empeñaban en revivirlo: en este caso, la modelo de Sandro Botticelli para su El nacimiento de Venus (c. 1485) era Simonetta Cattaneo Vespucci, de quien se hallaba prendado el  artista tanto como Lorenzo el Magnífico y su hermano Giuliano. Sin prevención alguna, Lorenzo de Pierfrancesco de Medici, pariente cercano de los regentes de Florencia, podía adornar su casa de campo con una obra como esta sin temor a que sus invitados la admirasen. Después de un milenio de casi no ver otra cosa que cristos, vírgenes y santos, la diosa aparece en primer plano en su perfecta desnudez. Este cambio de sensibilidad -y este desplazamiento del poder- muestra la reconciliación de la Antigüedad clásica con el cristianismo operada por Ficino: aquí Venus ya no es solo la diosa griega y romana, sino la fuente de ese doble amor, divino y humano, que une macro y microcosmos.


SANTO TOMAS


La invención de todas las cosas, Jorge Volpi, p. 242

 Tomás de Aquino emprendió una de las empresas intelectuales más arriesgadas posibles: unir mythos y logos, es decir, la ficción cristiana con la razón aristotélica. Si durante siglos la ortodoxia había asimilado ciertos rasgos de Platón, integrar los argumentos de su discípulo parecía una tarea más ardua. Extraño compromiso: asumir como dogmas las verdades reveladas y rellenar sus intersticios con la razón. Uno de sus primeros empeños consistió en probar, de forma racional, la existencia de Dios. A diferencia de otros pensadores cristianos que estimaban que se trata de una verdad evidente, dedicó un esfuerzo inaudito, tanto en la Suma teológica (1265-1274) como en la Suma contra gentiles (1259-1265), a demostrar la mayor ficción posible. Las célebres vías tomistas son sutiles juegos de la inteligencia que hoy suenan como cuentos de Borges:

1. Prueba por el movimiento.


AGUSTIN DE HIPONA


La invención de todas las cosas, Jorge Volpi, p. 214

 Agustín de Hipona se presenta como un gran pecador: aunque su madre es una devota cristiana, ha llevado una vida licenciosa y ha coqueteado con el maniqueísmo, la filosofía neoplatónica e incluso con los donatistas, otra de las herejías de la época. Al mismo tiempo, vive asediado por una urgente pulsión sexual que, al igual que Orígenes, identifica con el demonio, y dedica el resto de su vida a tratar de domeñarla. Durante años Agustín mantiene una relación con una amante mayor que él, de quien nace su hijo Adeodato, aunque al cabo la repudia para casarse con una niña de once años de una familia pudiente. Es entonces cuando Ambrosio de Milán lo convence de renunciar a los placeres de la carne.

No mucho después inicia la escritura de sus Confesiones (398): si antes ya otras figuras han escrito en primera persona, como Ovidio en sus Tristia ( escrito después de su exilio en el año 8), nadie se ha ocupado tanto de explorarse -y exhibirse- a sí mismo. Desde entonces, el yo occidental queda ligado a la culpa y el pecado. Las Confesiones ponen en escena la batalla interior que Agustín libra entre lo que es, un hombre concupiscente, lleno de deseos, y lo que aspira a ser, una criatura casta y pura. En su voluntad de narrar su abandono de la sensualidad, expresa una obvia nostalgia hacia el mundo pecaminoso que ha dejado atrás. Maestro de retórica, mantiene esa misma ambigüedad hacia las escrituras bíblicas, que encuentra menos elegantes que los clásicos griegos y latinos. Todo en las Confesiones se halla imbuido de ese maniqueísmo del que jamás se desprendió: así como divide a la humanidad entre pecadores y virtuosos, él se dibuja como un ser dual, escindido entre dos fuerzas igual de poderosas.


INICPIT 1.563. PASTICHES DE MARCELPROUST


EN UNA NOVELA DE HONORÉ DE BALZAC

En uno de los últimos meses del año 1907, durante uno de esos routs de la marquesa de Espard que por entonces congregaba a la élite de la aristocracia parisina (la más elegante de Europa, al decir de monsieur de Talleyrand, ese Roger Bacon de la naturaleza social, que fue obispo y príncipe de Bénévent), De Marsay y Rastignac, el conde Félix de Vandenesse, los duques de Rbétore y de Grandlieu, el conde Adam Laginski, madame Octave de Camps y lord Dudley rodeaban a la princesa de Cadignan, sin atizar por ello los celos de la marquesa.

¿No es, en efecto, una de las grandezas de la señora de la casa -esta carmelita del éxito mundano- que deba inmolar su coquetería, su orgullo, su amor incluso, a la necesidad de crear un salón donde sus rivales serán en ocasiones su más excitante adorno? ¿No es en eso igual a una santa? ¿No merece ella su parte, adquirida con tanto esfuerzo, del paraíso social?

La marquesa-una De Blamont-Chauvry, emparentada con los Navarreins, los Lenoncourt, los Chaulieu- rendía a cada recién llegado la mano que Desplein, el sabio más grande de nuestra época, sin exceptuar a Claude Bernard, y que fue discípulo de Lavater, declaró la más profundamente calculada que había tenido ocasión de examinar.


INCIPIT 1.562.TODO Y MAS / DFW


PROLOGO BREVE PERO NECESARIO

Desafortunadamente este es un prólogo que hay que leer –y en primer lugar- para entender ciertas características estructurales del texto principal y algunas partes que casi parecen un código. De estas, la más frecuente es la abreviatura SEI en negrita. Para su información, no se trata de un tic o un un error tipográfico, sino que sustituye la expresión “Si está interesado”, que, de tanto usarla en los primeros borradores, finalmente, por pura repetición, evolucionó de ser una frase normal, utilizada para introducir algún párrafo, hasta convertirse en un signo abstracto extratextual -SEI- que ahora sirve para clasificar ciertos fragmentos de texto de un modo particular. De qué modo lo hace es algo que ahora quedará justificado y explicado.

Todo y más es una obra de divulgación científica. Aborda un conjunto de logros matemáticos extremadamente abstractos y técnicos, aunque enormemente profundos e interesantes, y también hermosos. El objetivo es hablar de esos logros de tal manera que resulten atractivos y comprensibles para lectores que no tengan preparación técnica de nivel profesional ni sean expertos en la materia. Hacer las matemáticas bonitas, o por lo menos conseguir que el lector entienda que alguien pueda considerarlas así. Todo esto, por supuesto, suena muy bien, pero hay una pega: ¿cómo de técnica puede llegar a ser la presentación sin que el lector si pierda o sin enterrarle en un sinfín de pequeñas definiciones y aclaraciones aparte?


SAUL DE TARSO


La invención de todas las cosas, Jorge Volpi, p. 198

Más que a los Doce, debemos a Saúl de Tarso (muerto en torno al 64 o 65) la mutación que alentó que una oscura secta, de entre las muchas que proliferaban en la Judea recién incorporada al Imperio, deviniese fantasía universal. Pablo, como empezó a nombrarse tras su precipitada conversión, poseía una identidad doble: el judaísmo ortodoxo de sus padres y su carácter de romano. La ficción jurídica que le permitía ser ciudadano sin haber nacido en Roma lo inspiró a ganar la competencia contra las demás sectas judías; su mayor iluminación en el camino de Damasco no fue cesar de perseguir a los cristianos, sino que su nueva fe pudiera ser inoculada a los gentiles sin que tuvieran la obligación de circuncidarse; ninguna otra se atrevió no ya a incorporar a practicantes de otras religiones, sino a buscarlos con gran celo. A los romanos, esta práctica les parecía aberrante; mientras ellos se apropiaban de las divinidades de los pueblos conquistados, los cristianos buscaban eliminar cualquier otro dios excepto el suyo. Pasaría mucho tiempo antes de que diferenciaran a los seguidores de Jesús de otras sectas judías. Por más de medio siglo, los hebreos fueron un incordio; además de sus extrañas creencias y costumbres, se resistían a honrar al césar y a pagar impuestos. Desde tiempos de Jesús, las legiones debieron soportar los ataques terroristas de los sicarios y las guerrillas de los zelotes. Hasta la destrucción del Segundo Templo, Judea fue un polvorín. Como narra Flavio Josefo (el comandante judío Yosefben Matityahu, quien desertó para sumarse a Vespasiano), en La guerra de los judíos (75-79), durante todo ese tiempo no hubo un segundo de paz. Esta confrontación fue el caldo de cultivo de los iluminados y gurús que anunciaban el fin del mundo.


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