Purasangres. Todas y cada una. Listas para la carrera: los músculos en tensión, acicaladas con trajes de diseño, caros pero contenidos, de color gris o azul marino, la clásica camisa blanca, togas negras. Esta élite de mujeres juristas tiene cierto porte arrogante, una manera irónica de hacerse con el espacio, la cartera colgada en bandolera del hombro. Pintalabios rojo o natural, la cantidad justa de rímel. Pendientes bonitos y botas de diseño o esos tacones atrevidos que se compraron en un viaje al extranjero. Las observo a todas, llevo años haciéndolo. Las copio. Soy buena imitadora. Al final, consigo que ser abogada se me dé mejor que a las que han nacido en la profesión. La élite de mujeres juristas ejerce la abogacía de forma distinta a los hombres, con diferencias sutiles, y tardo un tiempo en identificar la variedad de maneras que tienen de hacerse dueñas del espacio. Todos los pequeños detalles constituyen un código secreto que significa: «Estamos aquí, pero lo hacemos a nuestra manera, no como esos viejos abogados gruñones del pasado». Y estos detalles se acumulan a medida que ganas confianza, a medida que te adueñas de la sala de un juzgado.
Te quiero más que a la salvación de mi alma

Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel
INCIPIT 1.541. PRIMA FACIE / SUZIE MILLER
Purasangres. Todas y cada una. Listas para la carrera: los músculos en tensión, acicaladas con trajes de diseño, caros pero contenidos, de color gris o azul marino, la clásica camisa blanca, togas negras. Esta élite de mujeres juristas tiene cierto porte arrogante, una manera irónica de hacerse con el espacio, la cartera colgada en bandolera del hombro. Pintalabios rojo o natural, la cantidad justa de rímel. Pendientes bonitos y botas de diseño o esos tacones atrevidos que se compraron en un viaje al extranjero. Las observo a todas, llevo años haciéndolo. Las copio. Soy buena imitadora. Al final, consigo que ser abogada se me dé mejor que a las que han nacido en la profesión. La élite de mujeres juristas ejerce la abogacía de forma distinta a los hombres, con diferencias sutiles, y tardo un tiempo en identificar la variedad de maneras que tienen de hacerse dueñas del espacio. Todos los pequeños detalles constituyen un código secreto que significa: «Estamos aquí, pero lo hacemos a nuestra manera, no como esos viejos abogados gruñones del pasado». Y estos detalles se acumulan a medida que ganas confianza, a medida que te adueñas de la sala de un juzgado.
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