Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.299. EL MALOGRADO / THOMAS BERNHARD


                                                   Un suicidio largo tiempo calculado, pensé,

                                                    no un acto de desesperación espontáneo.

También Glenn Gould, nuestro amigo y el más importante virtuoso del piano de este siglo, llegó solo a los cincuenta y un años, pensé al entrar en el mesón.

Sólo que él no se mató como Wertheimer sino que, como suele decirse, murió de muerte natural. Cuatro meses y medio Nueva York y, una y otra vez, las Goldbergvariationen y Die Kunst der Fuge, cuatro meses y medio Klavierexerzítien, como decía Glenn Gould, una y otra vez, sólo en alemán, pensé.

Hacía exactamente veintiocho años habíamos vivido en Leopoldskron y estudiado con Horowitz, y (por lo que se refiere a Wertheimer y a mí, pero no, como es natural, a Glenn Gould) habíamos aprendido más de Horowitz, durante un verano totalmente echado a perder por la lluvia, que en los ocho años anteriores de Mozarteum y Wiener Akademie. Horowitz había dejado a todos nuestros profesores nulos y sin efecto. Pero aquellos profesores horribles habían sido necesarios para comprender a Horowitz. Durante dos meses y medio llovió ininterrumpidamente, y nos habíamos encerrado en nuestras habitaciones de Leopoldskron y trabajamos día y noche


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