Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPT 894. LA DECADENCIA DE NERON GOLDEN / SALMAN RUSHDIE

El día de la investidura del nuevo presidente, cuando nos preocupaba que alguien lo pudiera asesinar mientras caminaba cogido de la mano de su excepcional esposa entre los aplausos de la multitud, y cuando muchos de nosotros estábamos al borde de la ruina económica como resultado del estallido de la burbuja de las hipotecas, y cuando Isis todavía no era más que una diosa-madre egipcia, llegó a Nueva York un rey septuagenario y sin corona procedente de un país lejano y acompañado de sus tres hijos huérfanos de madre para tomar posesión de su palacio en el exilio, comportándose como si no hubiera ningún problema en el país ni tampoco en el mundo en general ni en su propio pasado. Empezó a reinar en su vecindario como si fuera un emperador benévolo, aunque, a pesar de su sonrisa encantadora y del talento con el que tocaba su víolín Guadagnini de 1745, exudaba un olor fuerte y barato, ese olor inconfundible de la gente peligrosa, chabacana y despótica, uno de esos aromas que nos advertía: cuidado con este tipo, porque es capaz de ordenar tu ejecución en cualquier momento, si llevas una camisa que no le gusta, por ejemplo, o si le viene en gana acostarse con tu mujer.

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