Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

IMPOTENCIA

De Mi padre y yo de JR Ackerley, p. 224
Sin embargo, a veces, cuando la miraba, pensaba que el Amigo Ideal, que ya no deseaba, tal vez nunca había deseado, debía haber sido un animal-hombre, la mente de mi perra, por ejemplo, en el cuerpo de mi marinero, el perfecto cuerpo masculino siempre al servicio de uno a través de la devoción de un animal leal y sin sentido crítico.

No quisiera, sin embargo, dar la impresión de que no tuve ninguna relación sexual durante mis años con ese animal. Ya no intentaba tenerlas y ni siquiera pensaba en ellas cuando estaba en Inglaterra, pero aquí se me presentó en dos ocasiones la oportunidad de tenerlas, sin que yo lo buscara, de manera inesperada, y cada vez que iba al extranjero automáticamente volvía a intentar tener relaciones sexuales. No iba mucho al extranjero, prefería pasar las vacaciones con mi perra, pero en las pocas ocasiones que la dejé, cuando estaba ya vieja y apenas se movía, y fui a Francia, Italia, Grecia y el Japón, traté de tener aventuras sexuales y las tuve. Con ellas volvieron todas las antiguas ansias y preocupaciones, incluso los desengaños amorosos, que había tenido durante toda mi vida, a los que se añadieron la obsesión más reciente a la que ya he aludido: la impotencia. Esta obsesión, hacia la que tal vez tendían todas las demás y era su fase última, se convirtió en la principal. Cada vez que iba a ir a la cama con alguien, me atormentaba la misma preocupación: «¿Podré funcionar?» Intentaba, a veces antes de que tuviera lugar el encuentro, otras veces con los ojos cerrados durante el acto deseado y a la vez temido, tener un estado de ánimo propicio, autosugestionarme con la idea de que estaba absolutamente tranquilo y cómodo, era aceptado y libre y me sentía seguro y feliz, de que todo marchaba «perfectamente». Alguna vez lo conseguía; con frecuencia, tal vez el temor mismo de sentir la frustración y la humillación del fracaso me hacía fracasar.

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