Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPI 474. GRIFO / CHARLES BAXTER

EL ASPIRANTE A PADRE
Mientras limpiaba la encimera de la cocina después de cenar, Burrage miró casualmente por la ventana junto al fregadero y vio la cara de una mujer que escudriñaba desde fuera. Tenía una expresión fisgona, pero simpática. Era la cara de la señora Schultz, que vivía al otro lado de la calle y solía deambular por el complejo de apartamentos Heritage al anochecer, bajo el efecto de los fuertes fármacos para los dolores que le daban después de cenar y a la hora de irse a la cama.
-Hola, señora Schultz -dijo Burrage, saludando con el estropajo-. ¿Se encuentra bien? ¿Sabe dónde está?
-Creo que sí -dijo ella, devolviéndole el saludo con la mano. Llevaba el pelo canoso liado en lo alto de la cabeza, y las arrugas alrededor de su boca se levantaban cuando sonreía-. Supongo que lo sé, si estoy enfrente de mi casa y tú eres quien creo que eres. Quería ver a ese chico tuyo. Y, además, tengo sed. ¿Puedes pasarme un vaso de agua por la ventana?

-No puedo, señora Schultz -dijo Burrage. Con el aire aniñado y absorto que era habitual en él, señaló la ventana-. Hay mosquitera. Y Gregory ya está en pijama. ¿Ve que se está haciendo tarde? -La señora Schultz miró hacia arriba, pero aún era temprano para que hubiera estrellas. Aun así, asintió-. Vamos, la acompaño a casa. -Se secó las manos, sirvió un vaso de agua y echó una ojeada hacia el pasillo. La puerta de Gregory estaba cerrada, pero Burrage lo oyó cantando. Salió con el agua para la anciana, que lo esperaba cerca de la tuya, moviendo lentamente la mano izquierda en el aire

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