Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

ACABAREMOS SIENDO QUIENES SOMOS

De Todo esto acabará de Milena Busquets, p.73-74
En ese momento, llama Guillem para decirme que llegará al día siguiente. Sofía no ha coincidido nunca con él y tiene mucha curiosidad por conocerle. Me cuesta imaginar a dos personas más diferentes. Sofía, mundana, generosa, tolerante, honesta y transparente, tan entusiasta e infantil, apasionada y narcisista. Y Guillem, que es el hombre más socarrón,  irónico y campechano que conozco. Con unos principios inamovibles y nula paciencia para las tonterías. Sofía es capaz de llamarme a primera hora de la mañana para decirme que no ha podido pegar ojo en toda la noche, porque está en una fase de máxima creatividad, en la que no deja de tener ideas para transformar y combinar la ropa de la temporada pasada, mientras que Guillem se viste casi únicamente con camisetas viejas de las que diseñan y venden sus alumnos del instituto para irse de viaje de fin de curso. Ella es diminuta y delicada como una muñeca china articulada y él, que cuando le conocí era tan delgado como lo es ahora nuestro hijo, se ha convertido en un hombre sólido y vigoroso, que es lo que siempre ha sido/Nuestro interior acaba atrapándonos siempre. Acabaremos siendo quienes somos, la belleza y la juventud sólo sirven para camuflarnos durante un tiempo. En ciertos momentos, creo que empiezo a entrever la cara que tendrán mis amigos, lo ignoro todo de la de mis hijos, es demasiado pronto, están inundados de la luz de la vida, reverberan, y apenas oso mirar la mía de reojo, de lejos. La tuya, mamá, desapareció detrás de la máscara que te puso la enfermedad. Me esfuerzo cada día en volver a verla, en  atravesar los últimos años y encontrarme con tu mirada verdadera, antes de que se volviese de piedra. Es como ir con un martillo derribando muros. Ocurre lo mismo con la tristeza que, como finísimas capas de cristal crujiente, se va depositando sobre nosotros, nos va cubriendo poco a poco. Somos como el guisante del cuento, enterrado debajo de mil colchones, como una luz brillante que parpadea débilmente. Y, como en los cuentos, sólo el amor verdadero, y a veces ni siquiera eso, puede acabar con la pena. El tiempo la mitiga, como hace con nosotros, como un domador de circo.

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