Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 365. EN EL VERANO / ELIZABETH TAYLOR

-Después de todo, no soy una chiquilla para dejar que me intimide -decidió para sí misma Kate mientras esperaba a la entrada de casa de su suegra.
Cuando había empezado a pensar en la posibilidad de que fuera ella quien tomara la iniciativa, una de las chicas extranjeras de Edwina le abrió la puerta.
La casa estaba situada en un terreno elevado que surgía de una plaza londinense poblada de árboles. A Kate siempre le sorprendía descubrir que allí había mucho más silencio que en el campo. Siguió a la chica escalera arriba, hacia el salón. Al subir, frente a ella, en un descansillo, había un falso dintel diseñado para alargar el pasillo en una arcada interminable, con numerosas estatuas de emperadores romanos situadas sobre un pavimento blanco y negro en forma de tablero de ajedrez.
La decoración del comedor era totalmente blanca, excepto un sofá y una o dos sillas, tapizadas en seda verde con destellos plateados, y algunas hojas del mismo tono verde que acompañaban a las flores blancas.

Mientras esperaba a Edwina, que probablemente aún no se había levantado, Kate no encontró nada que mirar. No había nada interesante. Era como una habitación de exposición. Ni siquiera pudo imaginar las hermosas flores blancas marchitándose o perdiendo los pétalos. Reinaba el silencio. Las dos chicas extranjeras, y cualquier ruido de cacharros que se vieran obligadas a   hacer en la cocina, quedaban dos pisos más abajo. Arriba, los tablones del suelo crujían suavemente. «La he pillado en pijama", pensó Kate. Siempre había supuesto que Edwina se quedaba en la cama hasta el mediodía. ¿Cómo, si no, podía soportar las trivialidades de la jornada? 

No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia