Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 287. ABSOLUCION / LUIS LANDERO

¿Será posible que, al fin, hayas logrado ser feliz?, piensa mientras se afeita y  observa en el espejo su cara radiante de felicidad. Porque es de felicidad, no hay duda, y en ese caso tenían razón los otros, los enterados, los sabios, los expertos. Todo era cuestión de esperar, de ir madurando, de encontrar tu ritmo, de no perder la fe, se lo habían dicho sus padres, sus profesores, sus amigos, sus novias, se lo habían dicho Montaigne y Bertrand Russell y los viajeros anónimos con los que emparejaba el paso en el camino de la vida, que tuviera paciencia, que no hiciera un drama del más pequeño contratiempo, que fuese reconciliándose consigo mismo y con el prójimo y ya vería como al final encontraba su lugar en el mundo. Y ahora, en efecto, lo había encontrado, había surgido casi sin buscarlo, como un obsequio del destino. O mejor, una ofrenda. No, quizá el mundo no es tan azaroso y contingente como a ti siempre te ha gustado creer. y era curioso. Porque a lo largo de su vida había conocido a todo tipo de gente que no era feliz pero que sin embargo sabía indicar muy bien la senda que lleva a la felicidad. Haz esto, te decían, o haz lo otro, ve por allí, no se te ocurra tomar aquel atajo, ten cuidado no vayas a caer en aquel hoyo o a tropezar en esa piedra, no comas de esa fruta, de esa fuente puedes beber pero de aquella

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