En la ladera de una árida montaña, cuya cresta pelada dibujaba en lo alto del cielo oscuro un contorno resplandeciente y fantasmal, un brillo enrojecía las fachadas de los palacetes de mármolque allí se agolpaban. El sol invernal se estaba poniendo por el Golfo de Génova. Más allá de la inmensa costa, hacia el este, el cielo era como un cristal oscurecido. También el mar abierto aparecíacristalino con una pátina púrpura en la que la luz de la tarde se demoraba como si quisiera aferrarse al agua. Las velas sin viento de unas cuantas felucas lucían rosadas y alegres, inmóviles en la penumbra que de todo iba adueñándose. Todas las proas se dirigíanhacia la soberbia ciudad. Al abrigo del largo embarcadero que teníauna torre circular y achaparrada en el extremo, el agua del puerto se había ennegrecido. Una embarcación mayor con velas cuadradas
3 comentarios:
hace poco termine la locura de almayer de Conrad.
Un gran libro
Todo Conrad es espléndido, parece que sus libros son de aventuras. Pero qué va, sus obras tratan de la profundidad del alma humana -no hay otra. Solo Henry james se le acerca.
Yo cada año releo El corazón de las tinieblas: el horror... el horror....
PI
Creía que había leído casi todo Conrad...y mira por donde veo un relato (supongo que es un relato corto) que no conozco. Acabo de terminar cuatro relatos suyos, incluidos en el volumen Entre Mareas, y ahora estoy leyendo Cuentos de inquietud, que son cinco relatos conradianos realmente inquietantes. Me alegro de encontrar más conradianos por aqui. ¡Hola, leofumopio!
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