Te quiero más que a la salvación de mi alma
INCIPIT 53. VENECIA : LA CIUDAD Y EL DESEO / VICTOR GOMEZ PIN
RUGGERO
En torno a san Marco por Río de Palazzo, Calle dei Fabbri o Mercerie, un hombre de mediana edad, con rasgos de vejez prematura, delgado y cubierto con una visera de lana beige, empuja un carrito de metal sobre el que se disponen cajas de esas bebidas -aguas minerales, aperitivos- que cabe encontrar en cualquier establecimiento convencional. La dificultad para, en las escalinatas de los mpontini, hacer reacer el peso del carro sobre las diminutas ruedas delanteras, revela cierta impericia en este oficio, muy apreciado en Venecia dada la imposibilidad de que el transporte por barca cubra la enrevesada trama de la ciudad. El hombre tiene una mirada permanentemente ausente y cuando alguien le hace un gesto de reconocimiento adopta una actitud temerosa y huidiza; actitud que se transforma en rictus doloroso si el reencuentro ocasional lo retrotrae al marco de sua ntigua tarea, si, por ejemplo, la persona se dirige a él haciendo preceder su nombre de un respetuosos signore.
El establecimiento en el que deposita la mercancía es un pretencioso bar-aperitivo, con estanterías repletas de bebidas muertas, donde bo cabe la imagen de una de las garrafas que las grandes barcas verdes o rojas descargan en los muelles próximos a trattorías o cantinas.
El hombre encontró este trabajo años atrás, cuando le fue arrancado el negociuo que para él constituía el universo, y para cierto ámbito de la ciuda, referencia.
En un recoveco de san leonardo, Ruggero, daba nombre a la taberna más concurrida y al mismo tiempo más severa, de Vencia. En las horas punta, no menos de 60 o 70 personas se apretaban ante el mostrador y en las mesas, donde había lugar para algunas mujeres, viudas de antiguos habituales, que allí encontraban refugio y palabra.
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