Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

BATACLAN


V13, Emmanuel Carrère, p. 58

ENMARAÑADOS

Pisotear, que te pisoteen

La sala Bataclan puede acoger a 1.498 personas, y aquella noche estaba abarrotada. En la pista había cerca de mil espectadores. Estaban de pie, muy apretujados. Cuando se lanzaron al suelo con la esperanza de escapar de las primeras ráfagas, no cayeron unos junto a otros, sino unos sobre otros. Voluntaria o involuntariamente, los de encima protegieron a los de abajo. V arios de los que se encontraban debajo han hablado del líquido caliente y pegajoso que fluía sobre ellos sin que comprendieran de inmediato que era sangre. Un superviviente habla de varias capas de cadáveres. Todo se mezclaba, se enmarañaba: este adjetivo, enmarañados, aparece a menudo. Una superviviente dice que, cuando los asesinos pararon para recargar sus armas, ella quiso levantarse para huir y se apoyó en el suelo con las manos. Pero el suelo debajo de sus manos estaba blando: no se apoyaba en el suelo, sino en personas, y ya no eran personas, sino cuerpos. En los movimientos desordenados hacia las salidas, unos se vieron obligados a pisotear a los demás al intentar sortearlos por encima. Una mujer de entre los supervivientes dijo que lo peor para ella fue eso: que la pisoteasen. Otros dicen que lo peor para ellos fue haber pisoteado.


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