Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

11S

Tiempo de tormentas, Boriss Izaguirre, p. 443
El 11 de marzo del 2004 me levanté con el sabor de un gin-tonic de más y toda mi ropa dispersa entre el salón de mi cuarta casa alquilada en Barcelona y mi nueva cama. Conseguí recoger lo mío y otras prendas que no me pertenecían. Habría sido más de un combinado también. Pese a la lentitud de mis movimientos logré ducharme y estar más o menos adecentado para mis compromisos de la mañana, entre ellos la exhibición de La mala educación de Almodóvar antes de su estreno esa noche en Madrid. Encendí la televisión para ver la última parte del programa de la mañana y allí estaban las crueles imágenes de la explosión en Atocha unas horas antes. El tren entraba en la estación cuando estalló a causa de unas bombas escondidas en mochilas abandonadas. Provenía de una de las zonas con mayor población trabajadora de la ciudad. Muy al contrario que yo, madrugaban y esa mañana lo hicieron para morir masacrados. Se barajaba que fuera otro atentado de ETA. Gabriel no contestaba a su móvil. Mi hermano llamó consternado, advirtiéndome que entre los muertos había mucha gente latinoamericana. Y me hizo la pregunta: «¿De verdad, no crees que sea A! Qaeda?,. Me sorprendió. En ese momento nadie lo planteaba. Intenté entrar en mi gimnasio, corno todas las mañanas, pero la gente estaba delante de las pantallas del televisor siguiendo la noticia y observando esas imágenes tan crueles, una espantosa destrucción, corno si una  guerra se hubiera desatado en un minuto y destruido la idea de paz para siempre. Volví a llamar a Gabriel y seguía el buzón de voz. Volví a marcar y volví a marcar, siempre el buzón de voz.
Fue lo primero que le· dije a Javier al encontrármelo, serio, nervioso.

-De momento, no habrá Crónicas Marcianas  esta noche.

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