Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 902. LA HIGUERA / RAMIRO PINILLA

Fue la decisión municipal de expropiar aquel minúsculo terreno la que volvió a poner de actualidad al hombrecillo de la cabaña. No lo habíamos olvidado, era imposible teniéndolo tan cerca, en la vega de Fadura. Aunque no era tan determinante esta proximidad como las curiosas circunstancias que le envolvieron desde el principio, nada menos que desde la guerra, Dios, treinta años atrás.

Todos recordábamos su, digamos, irrupción entre nosotros en junio del año 37. Surgió sin razón aparente, incluso sin una lógica. i Quién, si no, se instala en un descampado sin un atractivo especial sólo para sentarse en una piedra o en el santo suelo, sin apenas levantar la cabeza, con la vista clavada en los yerbajos? Más tarde apareció la silla. En días lluviosos o fríos se protegía con paraguas o abrigo y boina roja. Más tarde se hizo con una mísera caseta de tablas y techo de uralita. Se retiraba -no sabemos adónde- siendo ya noche, para regresar a la mañana siguiente; esto, en los primeros días, pues pronto llegó su instalación definitiva. En tiempo seco, regaba por las noches algo de allí; no supimos qué, a nadie se le ocurrió dar un paseo, en sus horas de ausencia, con un farol para averiguarlo: aquellos años no estaban para satisfacer curiosidades tontas. Una fijación tan obsesiva por aquel sitio hablaba de una mente trastornada, y nos importaba un bledo que regara un cardo o una margarita. Cuando, meses después, se descubrió el esqueje de higuera, supimos lo que había estado mimando.

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