Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

ESPAÑA ARRIBA

La higuera, Ramiro Pinilla, p. 108
-Di «Arriba España».
El «Arriba España» de Pedro Alberto ha sido lo menos parecido a un grito, las dos palabras han sonado lánguidas.
-¿Arriba España?
-Arriba España -confirma Luis.
-Sólo si lo sientes -dice Pedro Alberto.
El hombre traga otra vez saliva y se aclara la garganta. Está convencido de que en la adecuada emisión de sus dos próximas palabras se juega el pellejo. Aspira hondo.
-iArriba España!
Ha sido más bien un relincho desquiciado. Enmudecen las voces que nos llegaban de todas las dependencias de la comisaría. Después, el bullicio se recupera. El hombre nos ha ofrecido, además, un saludo fascista que ni el propio Mussolini. Si ha dejado bastante que desear su representación debe atribuirse a los nulos ensayos en la zona roja. Tampoco sería justo exigir al hombre el fervor patriótico de los que llevarnos meses o años en Falange. Nuestros «iArriba España!” son desgarrados, potentes, algunos dicen que rabiosos, el enemigo los califica de ladridos. Y creo que es verdad: son corno proyectiles lanzados contra alguien. La parte negra de España debe saber que nos hemos puesto en marcha y que nadie detendrá a unos españoles sin miedo que avanzan con la camisa azul muy abierta, ofreciendo su pecho generoso. Este hombre no ha sido tocado, corno yo, por los ardientes discursos de José  Antonio. Bastante hace con buscarnos. Sólo está un poco fuera de tono.

Su grito deja al hombre agotado. Pedro Alberto le da unas palrnaditas en la espalda, y él y yo observarnos su reacción cuando nos llegan los alaridos de alguien a quien están trabajando en los sótanos. No se inmuta.

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