Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

ANGUSTIA

El amor del revés, Luigsé Martín, p.129-130
La palabra angustia tiene su origen en el término latino angustiae, que significa estrechez, angostura. Según la definición clínica es un estado afectivo, pero en realidad, como indica su etimología, describe una circunstancia física: el estrechamiento de los órganos internos del cuerpo, la compresión de las entrañas hasta que se produce el dolor. Los que se enferman no son los afectos -esos humores gaseosos-, sino el esternón, la clavícula, las costillas que protegen al corazón. Incluso las vértebras. Hay un quebranto corporal orgánico, de las células, de las moléculas. Hay una afección que podría verse en el microscopio o en el análisis sanguíneo.
El alcoholismo o la adicción a las drogas me han parecido, en algunos momentos de mi vida, hábitos curativos, medicinales. Nunca he consumido estupefacientes de ningún tipo -por miedo, no por puritanismo- ni he corrido el riesgo real de la dipsomanía, pues la parte   digestiva de mi organismo se indisponía antes de que el alcohol se apoderara totalmente de la sangre. Durante una época, sin embargo, sí bebía lo suficiente como para curar esa angustia que me había ido creciendo en alguna membrana, en los alveolos pulmonares, en las terminaciones nerviosas. Bebía dos gin-tónics y comenzaba a respirar con mayor fluidez. El tercero me permitía recobrar un cierto dominio de mi pensamiento, separarme de las obsesiones y concebir el futuro animosamente. A veces me llevaba a la euforia, sobre todo si estaba en alguna discoteca con música de mi gusto, y me ponía entonces a bailar o a tener de nuevo sueños prodigiosos. Era un estado muy fugaz -si seguía bebiendo mucho, lo destruía el malestar; si no volvía a beber, se evaporaba en la nada-, pero mientras permanecía en él no había dolor ni tribulaciones.

Durante la mayor parte de mi vida he creído que lo único sensato que se puede hacer es huir de ella, de la propia vida: enajenarse. No por nihilismo, sino por mero cálculo biológico. Siempre he tenido el convencimiento de que vivir es, incluso para los seres felices, un error formidable.
En la imagen fotograma de Angustia de Bigas Luna

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