Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

LOS GLASS Y SIMENON

Las dimensiones finitas, AGPorta, p. 54
Decía que de haberla conocido, Seymour Glass no se habría suicidado nunca, lo que, sin embargo, no dejaría de ser un mal asunto para la causa de la literatura. Regresé a casa eufórico. Aquel día-pero también durante toda la semana y algún tiempo después, incluso ahora muchas veces-lo primero que hicieron mis ojos al subir al autobús fue buscar a   Albertíne. De todos modos, en aquellos instantes pensé que se me acumulaba el trabajo, así que investigué en internet qué podía encontrar sobre Simenon. Éste era un prolífico autor a quien ya había oído nombrar y cuyo nombre nunca en la vida se me hubiera ocurrido citar ante Albertine, ya que era, o debía de ser según mis intuiciones, uno de esos autores de novelas policíacas no demasiado bien considerados por los intelectuales. No todo encaja a la perfección en el manual para moverse entre los expertos con pedigrí y sus prejuicios. Allí descubrí por primera vez que muchos tenían sus manías, pero que a los verdaderos entendidos no les importaba saltarse de vez en cuando alguna norma no escrita. A aquello lo llamaban epatar. Yo todavía no estaba maduro para epatar en nada, así que quise mostrarme prudente. Tenía pendiente acabar la lista de personajes de la familia Glass que inundaban las obras de aquel preciado autor de culto-otra palabra que aprendí pronto-llamado Salinger. Antes de Simenon quería acabar con aquello. Pensé que ésa era una de las posibles maneras de saldar la deuda que había contraído con el escritor que me había  permitido conocer a Albertine.
(En la imagen Seymour Glass por David Richardson)

No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia