Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DEL RECUERDO

El rey pálido, DF Wallace, p. 254-255
Una de las rarezas de la memoria humana es que los recuerdos más nítidos y detallados no suelen tratar de las cosas más significativas. No son el bosque, por decirlo de algún modo. No es solamente que los recuerdos verdaderos sean fragmentarios; creo que pasa también que la relevancia y el significado general son conceptuales, mientras que los fragmentos de experiencia que se quedan atrapados y luego con los años son más fáciles de recuperar son de naturaleza sensorial. Vivimos dentro de cuerpos, al fin y al cabo. Ejemplos al azar de fragmentos que recuerdo: pasillos interiores largos y sin ventanas, la quemazón de mis brazos justo antes de que me viera obligado a dejar el equipaje un momento en el suelo. El ruido y la cadencia particular de los tacones de la señorita Neti-Neti cuando golpeaban el suelo, que era de linóleo marrón oscuro y olía mucho a cera en medio de aquel aire inmóvil y emitía una serie interminable de reflejos en forma de paréntesis relucientes allí donde un empleado de mantenimiento había pasa do su máquina de encerar de un lado a otro del pasillo vacío por la noche. El  lugar era un laberinto de pasillos, escaleras y salidas de incendios con letrero en clave. Muchos de los pasillos parecían ser más curvados que rectos, algo que recuerdo haber pensado que era una ilusión causada por la perspectiva; el exterior del CRE no tenía nada redondeado ni radial. En resumen, el lugar era demasiado abrumadoramente complejo y repetitivo como para describir con ningún grado de detalle la primera vez que uno llegaba a él 
(En la foto, Caaveiro)

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