Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DESCONFIAR DE LA INCERTIDUMBRE DE TODA EXALTACION HUMANA

Lo imagino a la edad de dieciocho años, regresando a casa desde el frente, a su pequeña ciudad de las llanuras, como el personaje de Krebs en la historia de Hemingway «El hogar del soldado». «La gente parecía pensar que era bastante ridículo que Krebs regresara tan tarde», después de que la recepción de los héroes hubiera terminado, escribió Hemingway. «Su ciudad había oído demasiadas historias de atrocidades para conmoverse por realidades”
No me gusta la política de Dole, aunque observándolo en la televisión del bar me siento cada vez más atraído por él, con su brazo lisiado y su noble esfuerzo por ocultarlo, su tensa expresión de dolor perpetuamente sofocado. El brazo es como un compañero --el muñeco del ventrílocuo robando el espectáculo, burlándose de las insoportables repeticiones de su discurso electoral. «¿Puede cerrar el trato con el pueblo americano?», quiere saber un presentador. Y otro pregunta sobre su «ira interior» y su «profundo sarcasmo sobre la existencia».
Cuando Dole comparte la escena con Clinton, mi simpatía por él se acentúa. El impenitente optimismo de Clinton me incomoda. Su luminosa risa, con la cabeza echada hacia atrás, parece vagamente peligrosa. Al igual que Samuel Coates, el director del primer asilo para dementes de Norteamérica, he llegado a desconfiar de «la incertidumbre de toda exaltación humana».

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