Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 431. EL DECIMO HOMBRE / GRAHAM GREEN

Casi todos ellos sabían la hora muy inexactamente guiándose por las comidas, que eran impuntuales e irregulares: se entretenían con los juegos más pueriles a lo largo del día, y una vez oscurecido se quedaban dormidos por acuerdo tácito, sin esperar a una hora determinada de oscuridad, porque no tenían medios de saber la hora exacta; en realidad había tantas como prisioneros. Cuando se inició su tiempo de prisión reunían tres buenos relojes entre treinta y dos hombres, y un despertador de segunda mano y poco fiable, o eso afirmaban, al menos, los dueños de los relojes. Los dos de pulsera fueron los primeros que desaparecieron: sus propietarios  abandonaron la celda a las siete en punto una mañana --o a las siete y diez, según el despertador- y poco después, unas horas más tarde, los relojes reaparecieron en la muñEca de dos de los guardianes.

Quedaba el despertador y un reloj de plata, grande, anticuado y con leontina, que pertenecía al alcalde de Bourge. El despertador era propiedad de un maquinista que se llamaba Pierre, y un sentimiento de rivalidad brotó entre los dos hombres. Consideraban que el tiempo era pertenencia suya y no de los veintiocho hombres restantes. Pero existían dos horas, y cada uno de los rivales defendía la suya con terrible pasión. 

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