Tinta roja, Isaac Rosa, p. 188
WORKAMPING
Quiero empezar esta charla
motivacional con un consejo para los emprendedores: marchaos de vacaciones. Sí,
ya sé lo que estáis pensando: “No puedo cerrar mi negocio, perderé clientes”, “Si
no trabajo, no ingreso”, «Los gastos fijos no se van de vacaciones”, «Tengo que
pagar la cuota de autónomo”... Sí, yo pensaba lo mismo. Me pasé seis años sin
vacaciones. O, más bien, sin lo que llaman «vacaciones” quienes no se sienten
emprendedores, porque para mí emprender no es un trabajo sino una pasión. Ya lo
dijo Confucio: «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un
día de tu vida”.
Como muchos de vosotros, para
triunfar, primero tuve que fracasar. La inspiración me víno después de caer. De
hecho, me tomé mis primeras vacaciones en seis años para recuperarme de ese
fracaso. Y ya sabéis lo que dijo Forbes: «El fracaso es éxito si aprendemos de
él”.
Me fui de vacaciones, sí. Cogí a
mi familia y me los llevé a un camping, que era lo único que podíamos permitirnos.
Y fue allí, estando de vacaciones, cuando encontré mi oportunidad. Lo dijo uno
de los hombres que más admiro, Richard Branson: «Las oportunidades de negocio
son como los autobuses: siempre viene otro en camino”. Y así fue: mi autobús
llegó cuando acababa de perder uno. Habrá quien lo llame suerte, pero para un emprendedor
la suerte no existe, es el nombre que damos a la capacidad innata de reconocer
una oportunidad y aprovecharla.
Allí estaba yo hace dos años, en
mi camping, intentando aprender alguna lección de mi último fracaso. Entonces me
di cuenta de algo: yo no era el único emprendedor allí. Entre los campistas
había muchos como yo. Normal, pensaréis: la mayoría de los autónomos no pueden
cogerse vacaciones, y los que sí pueden, solo les llega para irse un par de
semanas a un camping.
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