De La infancia de Jesús, de JM Coetzee, p.64
Ahí lo tiene, de boca de bebés y
niños de teta. De la buena voluntad surge la amistad y la Felicidad, las meriendas agradables en el
parque o los paseos vespertinos y agradables por el bosque. Mientras que del
amor, o al menos del anhelo de sus más urgentes manifestaciones, surgen la
frustración, las dudas y la amargura. Así de sencillo. y, en cualquier caso,
¿qué es lo que pretende de Elena, una mujer a la que apenas conoce, la madre
del nuevo amigo del niño? ¿Tiene la esperanza de seducirla, porque en unos
recuerdos que no ha olvidado del todo los hombres y las mujeres se dedican a
seducirse unos a otros? ¿Está insistiendo en la primacía de lo personal (el
deseo, el amor) sobre lo universal (la buena voluntad, la benevolencia)? ¿Y por
qué no deja de hacerse preguntas en lugar de vivir como todo el mundo? ¿Es
parte de una transición demasiado tardía de lo viejo y cómodo (lo personal) a
lo nuevo y desasosegante (lo universal)? ¿Es ese cuestionamiento solo una fase
en el desarrollo de todos los recién llegados, una fase que la gente como
Álvaro, Ana y Elena ya ha superado con éxito? Y, en ese caso, ¿cuánto falta para que emerja convertido en un
hombre nuevo y perfeccionado?
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