Este es el triste final desaparecido -por obra del editor- del cuento ¿Dónde está todo el mundo? En el cuento El señor Café y el señor Arreglos, de Carver
Luego me preparó la cama en el sofá. Entré en el cuarto de baño. Mi madre guardaba en él un pijama de mi padre. Lo saqué del cajón, lo miré, empecé a desnudarme. Cuando salí mi madre estaba en la cocina. Me coloqué la almohada y me tendí en el sofá. Ella terminó lo que estuviera haciendo en la cocina, apagó la luz y se sentó en un extremo del sofá.
—Cariño, no quiero ser la persona que te lo diga —dijo— Me duele decirlo, pero hasta tus hijos lo saben, y me lo han dicho. Hemos hablado de ello Pero Cynthia se ve con otro hombre.
—No pasa nada —dije—. Lo sé —dije, y miré el televisor—, Se llama Ross y es alcohólico Como yo
—Cariño, vas a tener que hacer algo por ti —dijo
—Lo sé —dije, y seguí viendo la televisión, Se inclinó hacia mí y me abrazó Siguió abrazándome un momento más. Luego me soltó y se secó los ojos.
—Te despertaré por la mañana —dijo.
—No tengo gran cosa que hacer mañana, Podría seguí durmiendo un rato después de que te vayas.
Pensé: cuando te levantes y vayas al cuarto de baño y te vistas, me meteré en tu cama y me quedaré dormitando en ella, mientras escucho la radio que me llegará desde la cocina con las noticias y el tiempo.
—Cariño, estoy tan preocupada por ti,
—No te preocupes dije, Sacudí la cabeza, ora descansa un poco —dijo—. Necesitas dormir, Dormiré, Tengo mucho sueño,
—Ve la televisión todo lo que quieras dijo. Asentí con la cabeza
Se inclinó sobre mí y me besó. Sus labios parecían magullados, tumefactos, Me tapó con una manta, Luego entró en su dormitorio, Dejó la puerta abierta, y al cabo de unos minutos la oí roncar,
Me quedé allí acostado, viendo la televisión. En la pantalla había imágenes de hombres uniformados, y se oía un rumor grave, y luego se veían tanques y un hombre que utilizaba un lanzallamas, Apenas podía oír, pero no quería levantarme, Seguí viendo aquello hasta que sentí que se me cerraban los ojos. Pero désperté con un sobresalto, y con el pijama empapado en sudor, Una luz nevosa inundó la sala, Un fragor se acercaba a mí, La estancia se llenó de un griterío, Seguí tendido. No me moví,
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