De Sunset Park, de Paul Auster, p. 200-201
El cuerpo humano es extraño, imperfecto e imprevisible. El cuerpo humano guarda muchos secretos, y no los revela a nadie, salvo a aquellos que han aprendido a esperar. El cuerpo humano tiene orejas. Tiene manos. Se crea dentro de otro cuerpo humano, y el ser humano que emerge de ese otro cuerpo humano es necesariamente débil, pequeño y desvalido. El cuerpo humano está creado a imagen y semejanza de Dios. El cuerpo humano tiene pies. Tiene ojos. Es innumerable en sus fbrmas, sus manifestaciones, sus grados de taniaño, forma y color, y observar un cuerpo humano es aprehender únicamente ése y ningún otro. El cuerpo humano se puede aprehender, pero no comprender. El cuerpo humano tiene hombros. Tiene rodillas. Es objeto y sujeto, la parte de afuera de un interior que no alcanza a verse. El cuerpo humano crece desde lo pequeño de la infancia a lo grande de la madurez, y luego empieza a morir. El cuerpo humano tiene caderas. Tiene codos. Vive en la mente de quien lo posee, y vivir dentro del cuerpo humano poseído por la mente que percibe otro cuerpo humano es vivir en un mundo de otros. El cuerpo humano tiene pelo. Tiene boca. Y genitales. El cuerpo humano está hecho de polvo, y cuando ese cuerpo humano deja de ser, vuelve al polvo de donde vino una vez.
[…]
Son retratos íntimos, dice para sí, no dibujos eróticos, figuras que hacen lo que los cuerpos humanos suelen hacer cuando nadie los mira, y si muchos de los hombres de esos retratos singulares están en erección, es porque un hombre corriente tiene cincuenta erecciones y semierecciones al día; o eso le han dicho.
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