CAPÍTULO PRIMERO
ERA MEDIODIA JUSTO aquel domingo por la mañana cuando el sheriff llegó a la cárcel con Lucas Beauchamp, aunque todo el pueblo (todo el condado en realidad) sabía ya desde la noche antes que Lucas había matado a un blanco.
Él estaba allí esperando. Era el primero, parándose paseando intentando parecer ocupado o al menos inocente, bajo el cobertizo delante de la cerrada fragua enfrente de la cárcel donde sería menos probable que le viese su tío si o más bien cuando cruzase la plaza hacia la oficina a por el correo de las once.
Porque también él conocía a Lucas Beauchamp.... lo mismo que le conocían claro todos los blancos. Puede que él el que más, salvo quizá Carothers Edmonds, en cuyas tierras vivía Lucas a diecisiete millas del pueblo, porque él había comido una vez en casa de Lucas. A principios de invierno, cuatro años antes; él sólo tenía doce por entonces y había sido así: Edmonds era amigo de su tío; habían sido condiscípulos en la Universidad del Estado, donde había ido su tío tras volver de Harvard y Heidelberg a aprender derecho suficiente para que le eligieran letrado del condado y el día antes había ido Edmonds al pueblo a ver a su tío por cosas del condado y se había quedado a pasar la noche con ellos y de noche cenando Edmonds le había dicho:
—Ven mañana conmigo a los conejos —y luego a su madre—: Volverá mañana por la tarde. Irá un chico con él cuando salga con la escopeta —y luego a él otra vez—: Tiene un buen perro.
—Él tiene un chico —dijo su tío. Y Edmonds dijo:
—Caza también conejos su chico?
Y dijo su tío:
—Prometeremos que no estorbará al tuyo.
Te quiero más que a la salvación de mi alma
A TI TE LLEGARA EL MOMENTO
A "exhumación” dos represaliados compete ao Estado, di Varela
Para o titular de Cultura “a conciliación xa se realizou co pacto que supuxo a Transición”
D. PRIETO / A. RAMOS Actualizado 28/05/2010 - 17:05 h
O conselleiro de Cultura, Roberto Varela, asegurou onte na Coruña que o departamento que dirixe “non vai entrar no tema da exhumación, dos desenterramentos, porque non é competencia da consellería” ao implicar “asuntos xudiciais”. En declaracións a Xornal, Varela indicou que “iso é competencia do Estado”. Sen embargo, fontes do Ministerio de Defensa confirmaron que a Xunta “foi convidada” a subscribir o convenio para a elaboración do mapa estatal de fosas, concibido para que os parentes dos represaliados poidan localizar aos seus desaparecidos na Guerra Civil e a ditadura.
[...]
“Temos outras prioridades”, sinalou Varela en referencia ao proceso de recuperación da memoria histórica. “As nosa prioridades son a xente que está a crear, a xente da cultura e do audiovisual”, concluíu.
Para o titular de Cultura “a conciliación xa se realizou co pacto que supuxo a Transición”
D. PRIETO / A. RAMOS Actualizado 28/05/2010 - 17:05 h
O conselleiro de Cultura, Roberto Varela, asegurou onte na Coruña que o departamento que dirixe “non vai entrar no tema da exhumación, dos desenterramentos, porque non é competencia da consellería” ao implicar “asuntos xudiciais”. En declaracións a Xornal, Varela indicou que “iso é competencia do Estado”. Sen embargo, fontes do Ministerio de Defensa confirmaron que a Xunta “foi convidada” a subscribir o convenio para a elaboración do mapa estatal de fosas, concibido para que os parentes dos represaliados poidan localizar aos seus desaparecidos na Guerra Civil e a ditadura.
[...]
“Temos outras prioridades”, sinalou Varela en referencia ao proceso de recuperación da memoria histórica. “As nosa prioridades son a xente que está a crear, a xente da cultura e do audiovisual”, concluíu.
NOS DESPEDIMOS SIN HABLAR
Marina Castaño cede a la Xunta el control de la Fundación Cela
S. R. PONTEVEDRA - Iria Flavia - 28/05/2010
Para evitar la bancarrota, la Fundación Camilo José Cela dejará de ser privada y se convertirá en pública, dependiente de la Xunta y sostenida con fondos de las consellerías de Cultura y Educación. Después de que esta decisión, tomada ayer por el actual patronato de la institución, sea aprobada en el Consello de la Xunta, se convocará una reunión en la que será elegida una nueva junta de patronos. En ese momento, Marina Castaño, viuda del Nobel, se convertirá en presidenta de honor sin funciones.
LA ORDEN DE LA NOVELA
De La Orden del Finnegans, de Vila-Matas et al., p. 21
De hecho, la historia de la novela ha sido desde sus inicios la historia de una rebelión constante y extrema contra las leyes o costumbres inventadas por la propia novela. Las creaciones nada ortodoxas de Laurence Sterne, Gustave Flaubert, Anna Mut, Carlo Emilio Gadda, Witold Gombrowicz, Samuel Beckett, Georges Perec, Natalie Sarraute, Liz Themerson y William Gaddis, entre tantos otros, crearon leyes atractivas y nuevas para la narrativa, leyes que nacieron ya, sin embargo, proyectadas hacia su inevitable muerte, hacia esa destrucción a la que hasta las propias leyes —orgullosas pero flexibles— supieron desde el primer momento que era a lo único a lo que debían aspirar.
De hecho, la historia de la novela ha sido desde sus inicios la historia de una rebelión constante y extrema contra las leyes o costumbres inventadas por la propia novela. Las creaciones nada ortodoxas de Laurence Sterne, Gustave Flaubert, Anna Mut, Carlo Emilio Gadda, Witold Gombrowicz, Samuel Beckett, Georges Perec, Natalie Sarraute, Liz Themerson y William Gaddis, entre tantos otros, crearon leyes atractivas y nuevas para la narrativa, leyes que nacieron ya, sin embargo, proyectadas hacia su inevitable muerte, hacia esa destrucción a la que hasta las propias leyes —orgullosas pero flexibles— supieron desde el primer momento que era a lo único a lo que debían aspirar.
COETZEE PAR LUI-MEME
De Verano, de JM Coetzee, p. 192
La vez anterior dijo que quería hacerme una pregunta.
Sí, me olvidaba, tengo una pregunta. Es la siguiente. Normalmente no me equivoco al juzgar a la gente, así que dígame: ¿es erróneo mi juicio sobre John Coetzee? Porque para mí, francamente, no era nadie. No era un hombre bien aposentado. Tal vez escribía bien, tal vez tenía cierto talento narrativo, no lo sé, nunca he leído sus libros, nunca he sentido la curiosidad de leerlos. Sé que más tarde se labró una notable reputación, pero ¿era realmente un gran escritor? Porque, a mi modo de ver, tener talento narrativo no basta si uno quiere ser un gran escritor. También tienes que ser un gran hombre, y él no lo era. Era un hombre pequeño, un hombrecillo sin importancia. No puedo darle una lista de las razones, A, B, C, D..., por las que digo esto, pero tal fue mi impresión desde el principio, desde que le vi por primera vez, y nada de lo sucedido después ha cambiado esa impresión. Por eso se lo pregunto a usted, que le ha estudiado a fondo y está escribiendo un libro sobre él. Dígame: ¿qué opinión tiene de él?
¿Qué opinión tengo de él como escritor o como ser humano?
Como ser humano.
No puedo decírselo. Soy reacio a juzgar a nadie sin haberlo conocido personalmente. Pero creo que, cuando la conoció a usted, Coetzee era un solitario, lo era de un modo antinatural. Tal vez eso explique ciertas... ¿cómo díría?, ciertas extravagancias de su conducta.
¿Cómo sabe eso?
Por lo que ha dejado escrito, por sumar dos y dos. Era un tanto solitario y estaba un tanto desesperado.
La vez anterior dijo que quería hacerme una pregunta.
Sí, me olvidaba, tengo una pregunta. Es la siguiente. Normalmente no me equivoco al juzgar a la gente, así que dígame: ¿es erróneo mi juicio sobre John Coetzee? Porque para mí, francamente, no era nadie. No era un hombre bien aposentado. Tal vez escribía bien, tal vez tenía cierto talento narrativo, no lo sé, nunca he leído sus libros, nunca he sentido la curiosidad de leerlos. Sé que más tarde se labró una notable reputación, pero ¿era realmente un gran escritor? Porque, a mi modo de ver, tener talento narrativo no basta si uno quiere ser un gran escritor. También tienes que ser un gran hombre, y él no lo era. Era un hombre pequeño, un hombrecillo sin importancia. No puedo darle una lista de las razones, A, B, C, D..., por las que digo esto, pero tal fue mi impresión desde el principio, desde que le vi por primera vez, y nada de lo sucedido después ha cambiado esa impresión. Por eso se lo pregunto a usted, que le ha estudiado a fondo y está escribiendo un libro sobre él. Dígame: ¿qué opinión tiene de él?
¿Qué opinión tengo de él como escritor o como ser humano?
Como ser humano.
No puedo decírselo. Soy reacio a juzgar a nadie sin haberlo conocido personalmente. Pero creo que, cuando la conoció a usted, Coetzee era un solitario, lo era de un modo antinatural. Tal vez eso explique ciertas... ¿cómo díría?, ciertas extravagancias de su conducta.
¿Cómo sabe eso?
Por lo que ha dejado escrito, por sumar dos y dos. Era un tanto solitario y estaba un tanto desesperado.
INCÌPIT 243. LA ORDEN DEL FINNEGANS / ENRIQUE VILA-MATAS ET AL.
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Es medianoche y suena de fondo «Bela Lugosi’s Dead» del grupo Nouvelle Vague y ni siquiera la música me impide pensar en esa realidad «bárbara, brutal, muda, sin significado, de las cosas» de la que hablaba Ortega. Miro por la ventana y veo la vida inerte y me parece que ese tipo de realidad bárbara y muda es especialmente percibida hoy por quienes —como ya pensaba Musil— creen que en el mundo ya no existe la simplicidad inherente al orden narrativo, ese simple orden que consiste en poder decir a veces: «Cuando hubo pasado aquello, pasó esto, y luego pasó lo otro, etc.».
Nos tranquiliza la simple secuencia, la ilusoria sucesión de hechos. Sin embargo, hay una gran divergencia entre una confortable narración y la realidad brutal del mundo. «Todo se ha vuelto ahora no narrativo», decía Musil, frecuentador de un universo multidimensional, fragmentario, de un mundo sin posibilidades reales de acceder a un orden como el que acaso pudo alguna vez existir y que Rilke creyó entrever en
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SNOPES -CLITORMENSTRA SNOPES-
La Orden Tercera honra a la Xunta al entregarle la medalla de la cofradía .Lunes, 24 de Mayo de 2010 00:00 .
La conselleira de Sanidade, Pilar Farjas, recibió ayer en nombre de la Xunta la medalla de la cofradía de la Soledad y el Santo Entierro. El acto se celebró en la iglesia de la Venerable Orden Tercera con una misa oficiada por el capellán Dositeo Dabouza y a la que asistieron, además de los miembros de la cofradía, autoridades militares, los concejales populares –antiguos compañeros en el Ayuntamiento de la responsable autonómica- y las Meigas de Honor, que vistieron para la ocasión la mantilla española.
El ministro portavoz de la orden, Salvador Peña, explicó que fue el 16 de enero cuando la agrupación decidió otorgar esta medalla al Gobierno autonómico, pero no fue hasta ayer, día de Pentecostés, en que se formalizó la entrega tras una liturgia en la que participó un maravilloso coro. La conselleira siguió la eucaristía desde un lugar privilegiado, sentada en una silla frente al altar, el mismo lugar ocuparon Peña y la primera camarera de la Virgen de la Soledad, María Nilda Taboada.
Tras la entrega de la insignia por parte de Salvador Peña, Farjas agradeció la distinción en nombre del Ejecutivo gallego. La responsable de Sanidade destacó la labor que hace “año a año” la cofradía para organizar las procesiones y resto de actos de la Semana Santa en la ciudad, que en los últimos años se han incrementado. “Suponen un momento de encuentro y de recuperación de los elementos de identidad de A Coruña”, declaró y animó a seguir trabajando para mantener esta tradición. Además, también hubo ocasión para recordar las dificultades económicas por las que pasa el país cuando la conselleira valoró “el trabajo que la sociedad civil hace, y más en estos momentos de crisis, de recuperación de la ilusión, de los valores y la importancia de la cohesión”.
Previamente a la entrega de la medalla dentro de la capilla, sita en el Museo Militar, Dabouza dedicó unas palabras a la portavoz autonómica en las que aseguró que no sólo era un gran honor para él y para la Orden Tercera que Farjas portase la medalla, sino “para toda la comunidad”. “Seguro que la llevará con mucho amor”, declaró el sacerdote.
JAMESIANA
De Verano, de JM Coetzee, p.44
En cuanto a la experiencia en sí (me refiero a la experiencia de la infidelidad, que es lo que aquella experiencia fue, sobre todo para mí), me resultó más extraña de lo que había esperado, y terminó antes de que hubiera podido acostumbrarme a ella. Sin embargo, fue excitante, de eso no hay duda, desde el principio hasta el final. Tenía el corazón desbocado. Es algo que no olvidaré jamás. Por volver a Henry james, en sus obras hay muchas traiciones, pero no recuerdo que haya nada sobre la excitación, la conciencia de ti misma agudizada, durante el acto en sí... quiero decir el acto de la traición. Lo cual me indica que, si bien a James le gustaba presentarse a sí mismo como un gran traidor, en realidad jamás había cometido físicamente el acto de traicionar.
FRASE DE LA SEMANA
Desde entonces me pregunto siempre cuáles son las invisibles relaciones que determinan nuestra vida, y qué hilos las unen.
WG S.
WG S.
VOY A SER MAMA¡¡¡¡
ELPAIS.com >España >Galicia
La Xunta quiere proteger por ley el "derecho a la vida en formación"
Benestar prevé "campañas de sensibilización" contra el aborto para niños y jóvenes
VÍCTOR HONORATO - Santiago - 22/05/2010
si el anteproyecto de ley de apoyo a la familia y la convivencia que presentó el lunes la conselleira de Traballo e Benestar, Beatriz Mato, ve la luz con su redacción actual, los niños y adolescentes gallegos podrán ser objeto de "campañas de sensibilización" sobre la protección del "derecho a la vida en formación" organizadas por la Xunta.
Así lo prescribe la norma en un artículo que utiliza una terminología habitual entre los grupos antiabortistas e idéntica a la que empleó el Gobierno de la Comunidad Valenciana en su Ley de Protección a la Maternidad de 2009, abiertamente contraria a la interrupción del embarazo.
Mato aseguró que la ley se convertiría en un "referente a nivel estatal" en el apoyo a las familias. En su articulado, el anteproyecto prevé medidas de ayuda a la tercera edad, a la conciliación de la vida laboral y familiar y a favor de la reeducación de menores que hayan delinquido. Pero cuando se refiere a las madres, copia preceptos de la ley valenciana, como el que proclama el "derecho de los hijos a desarrollarse en un entorno familiar alternativo al biológico, cuando éste no sea propicio".
En la presentación del proyecto, Mato incidió en que se fomentaría la adopción y la acogida para " fomentar que los embarazos lleguen a término" con el fin de promover la natalidad. Fuentes de la consellería insistieron ayer en esta tesis y aseguraron que la norma no esconde veleidades antiabortistas, al tiempo que avisaron de que su tramitación todavía está en su fase inicial. No explicaron, no obstante, por qué se incluye una referencia expresa al "derecho a la vida en formación", del que la norma considera importante hasta el punto de promover políticas "preventivas, formativas e informativas" al respecto.
La posición de la Xunta respecto al aborto ya suscitó un debate político en Galicia el verano pasado. Una iniciativa legislativa popular auspiciada por asociaciones provida -inscrita en una campaña que se llevó a cabo en varias comunidades autónomas- llegó al Parlamento con una redacción muy similar a la que se aprobó en Valencia, y que llegaba a promover conciertos con entidades privadas para que "asistiesen, apoyasen e informasen" a las gestantes. El PP le dio trámite en cuanto recuperó la mayoría en la Cámara, tras las elecciones. PSOE y BNG pusieron el grito en el cielo ante lo que veían como una puerta a que colectivos "fanáticos y ultraconservadores" influyesen en las embarazadas. Los grupos planearon, no obstante, constituir la ponencia en septiembre pasado, pero las discusiones quedaron en suspenso. Ahora Benestar recupera el discurso, si bien de un modo menos estridente.
INCIPIT 242. BILBAO-NEW YORK- BILBAO / KIRMEN URIBE
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BILBAO
Los peces yios árboles se parecen.
Se parecen en los anillos. Si hiciéramos un corte horizontal a un árbol veríamos sus anillos en el tronco. Un anillo por cada año transcurrido, es así como se sabe la edad del árbol. Los peces también tienen anillos pero en las escamas. Y al igual que sucede con los árboles, gracias a ellos sabemos cuántos años tiene el animal.
Los peces nunca dejan de crecer. Nosotros no, nosotros menguamos a partir de la madurez. Nuestro crecimiento se detiene, y los huesos comienzan a juntarse. El cuerpo se encoge. Los peces, sin embargo, crecen hasta que se mueren. Más rápido cuando son jóvenes y, a partir de cierta edad, más lentamente, pero sin dejar nunca de crecer. Y por eso tienen anillos en las escamas.
El anillo de los peces lo crea el invierno. El invierno es el tiempo durante el cual el pez come menos, y el hambre deja una marca oscura en sus escamas porque su crecimiento es menor durante esta época. Al contrario que
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LAS DOS CULTURAS, SEGÚN COETZEE
De Verano, de JM Coetzee, p.21-22
—Y a qué te dedicas? —le pregunta a David, más que curioso.
—Al marketing. Trabajo en el grupo Woolworth. ¿Y tú qué haces?
—Pues me encuentro entre una cosa y otra. He dado clases en una universidad de Estados Unidos, y ahora estoy buscando un puesto aquí.
—Bueno, hemos de reunirnos. Deberías venir a tomar una copa, a cambiar impresiones. ¿Tienes hijos?
—Soy un hijo. Quiero decir que vivo con mi padre. Se está haciendo mayor, necesita que cuiden de él. Pero pasa, hombre. El teléfono está ahí.
Así pues, David Truscott, que no entendía la x y la y, es un floreciente experto en marketing, mientras que él, que no tuvo la menor dificultad para entender la x, y la y, junto con otras muchas cosas más, es un desempleado intelectual. ¿Qué indica esto sobre el funcionamiento del mundo? Lo más evidente que parece indicar es que el camino que conduce a través del latín y el álgebra no es el camino hacia el éxito material. Pero puede indicar mucho más: que comprender las cosas es una pérdida de tiempo, que si quieres tener éxito en el mundo, una familia feliz, una bonita casa y un BMW no deberías tratar de comprender las cosas, sino tan solo sumar las cifras o pulsar los botones o hacer cualquier otra cosa que haga la gente de marketing y por la que son tan espléndidamente recompensados.
El caso es que David Truscott y él no se reunieron para tomar la copa prometida y mantener la charla prometida. Si algún atardecer resulta que él se encuentra en la parte delantera del jardín rastrillando hojas a la hora en que David Truscott regresa del trabajo, los dos se saludan como buenos vecinos, agitando la mano o inclinando la cabeza desde el otro lado de la calle, pero eso es todo. El ve un poco más a la señora Truscott, una mujer menuda y pálida que siempre está metiendo prisa a los niños para que suban o bajen del segundo coche pero David no se la ha presentado y él no ha tenido ocasión de hablar con ella. La vía Tokai es una avenida de mucho tráfico, peligrosa para los niños. No hay ninguna buena razón para que los Truscott crucen a su lado o para que él cruce al de ellos.
—Y a qué te dedicas? —le pregunta a David, más que curioso.
—Al marketing. Trabajo en el grupo Woolworth. ¿Y tú qué haces?
—Pues me encuentro entre una cosa y otra. He dado clases en una universidad de Estados Unidos, y ahora estoy buscando un puesto aquí.
—Bueno, hemos de reunirnos. Deberías venir a tomar una copa, a cambiar impresiones. ¿Tienes hijos?
—Soy un hijo. Quiero decir que vivo con mi padre. Se está haciendo mayor, necesita que cuiden de él. Pero pasa, hombre. El teléfono está ahí.
Así pues, David Truscott, que no entendía la x y la y, es un floreciente experto en marketing, mientras que él, que no tuvo la menor dificultad para entender la x, y la y, junto con otras muchas cosas más, es un desempleado intelectual. ¿Qué indica esto sobre el funcionamiento del mundo? Lo más evidente que parece indicar es que el camino que conduce a través del latín y el álgebra no es el camino hacia el éxito material. Pero puede indicar mucho más: que comprender las cosas es una pérdida de tiempo, que si quieres tener éxito en el mundo, una familia feliz, una bonita casa y un BMW no deberías tratar de comprender las cosas, sino tan solo sumar las cifras o pulsar los botones o hacer cualquier otra cosa que haga la gente de marketing y por la que son tan espléndidamente recompensados.
El caso es que David Truscott y él no se reunieron para tomar la copa prometida y mantener la charla prometida. Si algún atardecer resulta que él se encuentra en la parte delantera del jardín rastrillando hojas a la hora en que David Truscott regresa del trabajo, los dos se saludan como buenos vecinos, agitando la mano o inclinando la cabeza desde el otro lado de la calle, pero eso es todo. El ve un poco más a la señora Truscott, una mujer menuda y pálida que siempre está metiendo prisa a los niños para que suban o bajen del segundo coche pero David no se la ha presentado y él no ha tenido ocasión de hablar con ella. La vía Tokai es una avenida de mucho tráfico, peligrosa para los niños. No hay ninguna buena razón para que los Truscott crucen a su lado o para que él cruce al de ellos.
FRASE DE LA SEMANA
Pienso posponer la lectura de Lolita para dentro de seis años, hasta que cumpla dieciocho.
Groucho
Groucho
INCIPIT 241. UN AMOR DE SWAN / MARCEL PROUST
Para figurar en el «cogollito», en el clan, en el «grupito» de los Verdurin, bastaba con una condición, pero ésta era indispensable: prestar tácita adhesión a un credo cuyo primer artículo rezaba que el pianista, protegido aquel año por la señora de Verdurin, aquel pianista de quien decía ella: «No debía permitirse tocar a Wagner tan bien», se «cargaba» a la vez a Planté y a Rubinstein, y que el doctor Cottard tenía más diagnóstico que Potain. Todo «recluta nuevo» que no se dejaba convencer por los Verdurin de que las reuniones que daban las personas que no iban a su casa eran más aburridas que el ver llover era inmediatamente excluido. Como las mujeres se rebelaban a este respecto más que los hombres a deponer toda curiosidad mundana y a renunciar al deseo de enterarse por sí mismas de los atractivos de otros salones, y como los Verdurin se daban cuenta de que ese espíritu crítico podía, al contagiarse, ser fatal para la ortodoxia de la pequeña iglesia suya, poco a poco fueron echando a todos los fieles del sexo femenino.
Aparte de la mujer del doctor, una señora joven,
Aparte de la mujer del doctor, una señora joven,
PROUST Y LA MUERTE Y LA VIDA
Aunque carente de fe, Proust se planteó, a veces con angustia, la existencia posible de otro mundo. A Georges de Lauris le había escrito:
«Yo no soy como usted, y a mí no me parece que la vida sea demasiado difícil de llenar, ¡y qué locura, qué embriaguez si se me asegurase la vida inmortal! ¿Cómo puede usted realmente, no digo, no creer, porque del hecho de que una cosa sea deseable no resulta que se crea en ella —por el contrario, ay!— sino que se esté satisfecho de ella (no la satisfacción intelectual de preferir la verdad triste al embuste agradable); a todos aquellos de quienes nos hemos despedido, de quienes nos despediremos, ¿no sería dulce volvérnoslos a encontrar bajo otro cielo, en los valles vanamente prometidos e inútilmente esperados? ¡Y realizarse al fin! [...] Yo no le he preguntado a usted si su madre era piadosa, si tenía el consuelo de rezar. La vida es tan espantosa que todos deberíamos terminar por eso; pero, ¡ay!, no basta con creer.»
«Yo no soy como usted, y a mí no me parece que la vida sea demasiado difícil de llenar, ¡y qué locura, qué embriaguez si se me asegurase la vida inmortal! ¿Cómo puede usted realmente, no digo, no creer, porque del hecho de que una cosa sea deseable no resulta que se crea en ella —por el contrario, ay!— sino que se esté satisfecho de ella (no la satisfacción intelectual de preferir la verdad triste al embuste agradable); a todos aquellos de quienes nos hemos despedido, de quienes nos despediremos, ¿no sería dulce volvérnoslos a encontrar bajo otro cielo, en los valles vanamente prometidos e inútilmente esperados? ¡Y realizarse al fin! [...] Yo no le he preguntado a usted si su madre era piadosa, si tenía el consuelo de rezar. La vida es tan espantosa que todos deberíamos terminar por eso; pero, ¡ay!, no basta con creer.»
SNOPES -CLITORMENSTRA SNOPES-
ELPAIS.com >España >GaliciaFarjas ve "margen" para mantener la sanidad gratuita
P. O. - A Coruña - 15/05/2010
Farjas defendió la medida por el "momento de gran dificultad económica" que está pasando el país. Entre sus planes a corto plazo, la conselleira recordó que presentará una reestructuración del personal sanitario, que incluye la posibilidad de alargar la edad de jubilación más allá de los 65 años "cuando el sistema lo vea necesario y siempre y cuando se acredite la capacidad" del funcionario afectado para seguir trabajando.
Fue su mentor político, el ex ministro y ahora nuevo tesorero del PP, José Manuel Romay Becarría el encargado ayer de presentar a Pilar Farjas, a la que comparó con Santa Teresa de Jesús "por su determinación y voluntad de hierro". La reforma de la sanidad que prepara la conselleira es como "la reforma del Carmelo de Santa Teresa" y se hará, aseguró Romay, "cueste lo que cueste, trabaje lo que trabaje, así me muera en el camino, así se hunda el mundo".
DEL AMOR
De Un amor de Swan, de Marcel Proust
Excepto cuando le pedía la frase de Vinteuil en vez del Vals de las Rosas, Swann nunca le hacía tocar las cosas que le gustaban a él, y ni en música ni en literatura intentaba corregir su mal gusto. Se daba perfecta cuenta de que no era inteligente. Cuando le decía que a ella le gustaba mucho que le hablaran de los grandes poetas, es porque se imaginaba que inmediatamente iba a oír coplas heroicas y románticas del género de las del vizconde Borelli, pero más emocionantes aún. Le preguntó si Ver Meer de Delft había sufrido por amor a una mujer y si era una mujer la que le había inspirado sus obras; y cuando Swann le confesó que no se lo podía decir, Odette ya perdió todo interés por aquel pintor. Solía decir: «Sí, la poesía, ya lo creo, nada sería más hermoso si fuera de verdad y si los poetas creyeran en todo lo que dicen. Pero algunas veces son más interesados que nadie. Que me lo digan a mí. Tenía yo una amiga que estuvo en relaciones con un poetilla. En sus versos todo se volvía hablar del amor, del cielo y de las estrellas. Pero buen chasco le dio. Se le comió más de trescientos mil francos». Si Swann entonces intentaba enseñarle lo que era la belleza artística y cómo había que admirar los versos o los cuadros, ella, al cabo de un momento, dejaba de atender y decía: «Sí..., pues yo no me lo figuraba así». Y Swann notaba en ella tal decepción, que prefería mentir, decirle que todo aquello no era nada, fruslerías nada más, que no tenía tiempo para abordar lo fundamental, que todavía había otra cosa. Y entonces ella le interrumpía: «Otra cosa? ¿El qué...? Entonces, dímelo»; pero él se guardaba de decirlo porque ya sabía que lo que dijera le había de parecer insignificante y distinto de lo que se esperaba, mucho menos sensacional y conmovedor, y temía Swann que, al perder la ilusión del arte, no perdiera Odette, al mismo tiempo, la ilusión del amor.
Excepto cuando le pedía la frase de Vinteuil en vez del Vals de las Rosas, Swann nunca le hacía tocar las cosas que le gustaban a él, y ni en música ni en literatura intentaba corregir su mal gusto. Se daba perfecta cuenta de que no era inteligente. Cuando le decía que a ella le gustaba mucho que le hablaran de los grandes poetas, es porque se imaginaba que inmediatamente iba a oír coplas heroicas y románticas del género de las del vizconde Borelli, pero más emocionantes aún. Le preguntó si Ver Meer de Delft había sufrido por amor a una mujer y si era una mujer la que le había inspirado sus obras; y cuando Swann le confesó que no se lo podía decir, Odette ya perdió todo interés por aquel pintor. Solía decir: «Sí, la poesía, ya lo creo, nada sería más hermoso si fuera de verdad y si los poetas creyeran en todo lo que dicen. Pero algunas veces son más interesados que nadie. Que me lo digan a mí. Tenía yo una amiga que estuvo en relaciones con un poetilla. En sus versos todo se volvía hablar del amor, del cielo y de las estrellas. Pero buen chasco le dio. Se le comió más de trescientos mil francos». Si Swann entonces intentaba enseñarle lo que era la belleza artística y cómo había que admirar los versos o los cuadros, ella, al cabo de un momento, dejaba de atender y decía: «Sí..., pues yo no me lo figuraba así». Y Swann notaba en ella tal decepción, que prefería mentir, decirle que todo aquello no era nada, fruslerías nada más, que no tenía tiempo para abordar lo fundamental, que todavía había otra cosa. Y entonces ella le interrumpía: «Otra cosa? ¿El qué...? Entonces, dímelo»; pero él se guardaba de decirlo porque ya sabía que lo que dijera le había de parecer insignificante y distinto de lo que se esperaba, mucho menos sensacional y conmovedor, y temía Swann que, al perder la ilusión del arte, no perdiera Odette, al mismo tiempo, la ilusión del amor.
INCIPIT 240. CINCO HORAS CON MARIO / MIGUEL DELIBES
Después de cerrar la puerta, tras la última visita, Carmen recuesta levemente la nuca en la pared hasta notar el contacto frío de su superficie y parpadea varias veces como deslumbrada. Siente la mano derecha dolorida y los labios tumefactos de tanto besar. Y como no encuentra mejor cosa que decir, repite lo mismo que lleva diciendo desde la mañana: “Aún me parece mentira, Valen, fíjate; me es imposible hacerme a la idea”. Valen la toma delicadamente de la mano y la arrastra, precediéndola, sin que la otra oponga resistencia, pasillo adelante, hasta su habitación:
—Debes dormir un poco, Menchu. Me encanta verte tan entera y así, pero no te engañes, bobina, esto es completamente artificial. Pasa siempre. Los nervios no te dejan parar. Verás mañana.
Carmen se sienta en el borde de la gran cama y se descalza dócilmente, empujando el zapato del pie derecho con la punta del pie izquierdo y a la inversa. Valentina la ayuda a tenderse y, luego, dobla un triángulo de colcha de manera
LA LITERATURA EN EL ESTOMAGO –NABOKOVIANA-
De Bilbao-New York-Bilbao, de Kirmen Uribe, p. 145-146
El verano pasado leí en la prensa una entrevista que le hicieron a la actriz Meryl Streep. Vino al festival de cine de San Sebastián y los de la prensa le plantearon la siguiente cuestión.
¿Cuál sería la mejor pregunta que podríamos hacerte y cuál su respuesta? Meryl Streep respondió lo siguiente sin pensárselo dos veces: «Hoy en día sirve para algo la ficción?» Ésa era la pregunta que le importaba. Y su respuesta fue ésta: «Si cuenta cosas verdaderas, sí.»
El escritor David Foster Wallace se suicidó el 12 de setiembre. Su mujer lo encontró al día siguiente. Sólo tenía cuarenta y siete años. Foster Wallace se hizo famoso en todo el mundo con The Infinite Jest / La broma infinita, un libro de más de mil páginas. Foster Wallace habla en su novela sobre el futuro, un futuro en el que a los años, en lugar de ponerles números, el 2008, por ejemplo, se les pondrá el nombre de un patrocinador, «Depend, el año de la ropa interior para la gente mayor».
Foster Wallace era innovador, amaba la experimentación, pero en una de las últimas entrevistas que le hicieron afirmó lo siguiente: «Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada.»
El verano pasado leí en la prensa una entrevista que le hicieron a la actriz Meryl Streep. Vino al festival de cine de San Sebastián y los de la prensa le plantearon la siguiente cuestión.
¿Cuál sería la mejor pregunta que podríamos hacerte y cuál su respuesta? Meryl Streep respondió lo siguiente sin pensárselo dos veces: «Hoy en día sirve para algo la ficción?» Ésa era la pregunta que le importaba. Y su respuesta fue ésta: «Si cuenta cosas verdaderas, sí.»
El escritor David Foster Wallace se suicidó el 12 de setiembre. Su mujer lo encontró al día siguiente. Sólo tenía cuarenta y siete años. Foster Wallace se hizo famoso en todo el mundo con The Infinite Jest / La broma infinita, un libro de más de mil páginas. Foster Wallace habla en su novela sobre el futuro, un futuro en el que a los años, en lugar de ponerles números, el 2008, por ejemplo, se les pondrá el nombre de un patrocinador, «Depend, el año de la ropa interior para la gente mayor».
Foster Wallace era innovador, amaba la experimentación, pero en una de las últimas entrevistas que le hicieron afirmó lo siguiente: «Lo esencial es la emoción. La escritura tiene que estar viva, y aunque no sé cómo explicarlo, se trata de algo muy sencillo: desde los griegos, la buena literatura te hace sentir un nudo en la boca del estómago. Lo demás no sirve para nada.»
DERMOGRAFISMO
De Todo cuanto amé, de Siri Hustvedt, p. 97
—Magia —dijo—. Magia de verdad.
Extendió el brazo para que lo examináramos y frotó con los dedos la rizada silueta de las letras, y yo, al escrutar las palabras escritas sobre aquella piel arrebolada, sentí acortarse la distancia que me separaba de los médicos de la Salpétrire. La medicina había otorgado su permiso para la consecución de una fantasía que los hombres jamás han abandonado: una versión desorientada de ese híbrido entre mujer real y objeto hermoso que tanto anhelara Pigmalión. Violet sonreía. Dejó caer el brazo y yo pensé en el Pigmalión de Ovidio y le imaginé besando, abrazando y ataviando a la muchacha que había tallado en marfil. Cuando su sueño se hace realidad, Pigmalión acaricia la nueva y cálida piel de la joven y sus dedos dejan en ella su impronta. El nombre inscrito en el brazo de Violet aún era visible mientras ella permanecía sentada en el suelo con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en el regazo. Las mujeres hipnotizadas habían obedecido todas las órdenes que recibían: inclínate, arrodíllate, levanta el brazo, arrástrate... Habían dejado resbalar sus blusas por encima de sus hombros y habían vuelto la espalda desnuda a la varita mágica del facultativo, Bastaba con un simple toque para que las palabras de su mente se tornaran en palabras inscritas en la carne. En sueños de omnipotencia. Todos los concebimos, pero por lo general sólo existen en los cuentos, en las ensimismaciones y en otros territorios en los que se les permite deambular a su antojo. Pensé en una de las minúsculas pinturas que acababa de ver y que ahora yacía oculta tras una puerta cerrada: el joven oprime el extremo de su pluma contra la mórbida nalga de la mujer reclinada. Al verlo por primera vez me había resultado cómico, pero el recuerdo de la escena despertó en mí una sensación cálida que interrumpió finalmente la voz de Bili:
—Y bien, Leo? —dijo—. ¿Qué dirías tú de todo esto?
—Magia —dijo—. Magia de verdad.
Extendió el brazo para que lo examináramos y frotó con los dedos la rizada silueta de las letras, y yo, al escrutar las palabras escritas sobre aquella piel arrebolada, sentí acortarse la distancia que me separaba de los médicos de la Salpétrire. La medicina había otorgado su permiso para la consecución de una fantasía que los hombres jamás han abandonado: una versión desorientada de ese híbrido entre mujer real y objeto hermoso que tanto anhelara Pigmalión. Violet sonreía. Dejó caer el brazo y yo pensé en el Pigmalión de Ovidio y le imaginé besando, abrazando y ataviando a la muchacha que había tallado en marfil. Cuando su sueño se hace realidad, Pigmalión acaricia la nueva y cálida piel de la joven y sus dedos dejan en ella su impronta. El nombre inscrito en el brazo de Violet aún era visible mientras ella permanecía sentada en el suelo con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en el regazo. Las mujeres hipnotizadas habían obedecido todas las órdenes que recibían: inclínate, arrodíllate, levanta el brazo, arrástrate... Habían dejado resbalar sus blusas por encima de sus hombros y habían vuelto la espalda desnuda a la varita mágica del facultativo, Bastaba con un simple toque para que las palabras de su mente se tornaran en palabras inscritas en la carne. En sueños de omnipotencia. Todos los concebimos, pero por lo general sólo existen en los cuentos, en las ensimismaciones y en otros territorios en los que se les permite deambular a su antojo. Pensé en una de las minúsculas pinturas que acababa de ver y que ahora yacía oculta tras una puerta cerrada: el joven oprime el extremo de su pluma contra la mórbida nalga de la mujer reclinada. Al verlo por primera vez me había resultado cómico, pero el recuerdo de la escena despertó en mí una sensación cálida que interrumpió finalmente la voz de Bili:
—Y bien, Leo? —dijo—. ¿Qué dirías tú de todo esto?
INCIPIT 239. EL LUGAR DE LA ESTRELLA / PATRICK MODIANO
1
En aquel tiempo malgastaba mi herencia venezolana. Algunos hablaban sin cesar de mi hermosa juventud, de mis rizos negros; otros me cubrían de injurias. Re- leo una vez más el artículo que Léon Rabatéte me dedicó en un número especial de Ici la France: «... ¿Hasta cuándo soportaremos las extravagancias de Raphael Schlemilovitch? ¿Hasta cuándo este judío paseará impunemente sus neurosis y epilepsias desde Le Touquet hasta el cabo de Antibes, desde La Baule a Aix-lesBains? Pregunto por última vez: ¿hasta cuándo los metecos de su ralea insultarán a los hijos de Francia? ¿Hasta cuándo tendremos que lavarnos continuamente las manos a causa de la pringue judía?...». En el mismo periódico, el doctor Bardamu vomitaba: «.. .Schlemilovitch?... ¡Ah! ¡La podredumbre maloliente de los guetos!... ¡Pasmo diarreico!... ¡fantoche, capullo!... ¡golfo líbanocananeo!... ¡ran rataplán... plan!... ¡Contemplad al macarra yiddish..., al desenfrenado sodomizador de jovencitas arias!... ¡engendro infinitamente negroide!... ¡abisinio frenético, joven nabab!... ¡Auxilio!... ¡ Montjoie-Saint-Denis!
¡Tralarí, tralará!... ¡Que lo destripen.., que lo castren!... ¡Evitad al doctor semejante espectáculo..., por Dios, que lo crucifiquen!... ¡Extranjero indeseable de cócteles infames!... ¡circunciso de grandes hoteles internacionales!... ¡de orgías made in Haifa!... ¡Cannes!... ¡Davos!... ¡Capri y tutti quanti!... ¡grandes burdeles extremadamente hebraicos!... ¡Libradnos de
JAMESIANA
Cuando HJ se descibe a sí mismo, se cita: de El punto de vista, p. 82
Tienen un novelista con pretensiones literarias, que escribe sobre la cacería del marido y las aventuras de los norteamericanos ricos en nuestra vieja y corrompida Europa, donde su candor primitivo avergüenza a los europeos c’est proprement écrit, pero es terriblemente desteñido. Lo que no carece de color son los periódicos enormes, como todo lo demás (cincuenta columnas de avisos), y llenos de los chismes de un continente. ¡Y qué tono, grand Dieu! Los entretenimientos, las personalidades, las recriminaciones son como otros tantos disparos de revólver. Encabezamientos de quince centímetros de aIto, corresponsalías desde lugares ignotos, telegramas de Europa sobre Sarah Bernhardt; parrafitos sobre nada en absoluto: el menú de la cena del vecino, artículos sobre la situación europea, à pouffer de rire; todos los chismes de la política local. Los reportajes son increíbles: los entrevistadores me persiguen a diestro y siniestro.
Tienen un novelista con pretensiones literarias, que escribe sobre la cacería del marido y las aventuras de los norteamericanos ricos en nuestra vieja y corrompida Europa, donde su candor primitivo avergüenza a los europeos c’est proprement écrit, pero es terriblemente desteñido. Lo que no carece de color son los periódicos enormes, como todo lo demás (cincuenta columnas de avisos), y llenos de los chismes de un continente. ¡Y qué tono, grand Dieu! Los entretenimientos, las personalidades, las recriminaciones son como otros tantos disparos de revólver. Encabezamientos de quince centímetros de aIto, corresponsalías desde lugares ignotos, telegramas de Europa sobre Sarah Bernhardt; parrafitos sobre nada en absoluto: el menú de la cena del vecino, artículos sobre la situación europea, à pouffer de rire; todos los chismes de la política local. Los reportajes son increíbles: los entrevistadores me persiguen a diestro y siniestro.
FRASE DE LA SEMANA
Cada vida es una enciclopedia, una biblioteca, un muestrario de estilos donde todo se puede mezclar continuamente y reordenar de todas las formas posibles.
IC
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EL MATRIMONIO SEGÚN VILA-MATAS
De Aunque no entendamos nada, de Vila-Matas, p. 158
Poco podía imaginarme ayer, cuando llegó mi mujer a casa, que iba a funcionar tan mal mi intento de simular un pequeño enfado ante ella. Llegó del trabajo, preparó la comida con su habitual rapidez y habilidad, comimos. Cuando, fiel a su costumbre, encendió el televisor para ver el culebrón, le dije la frase que tenía preparada, le dije que debería recuperar el nivel intelectual que tenía cuando nos conocimos. Me miró sin disimular cierta sorpresa, luego sonrió y me dijo si seguía todavía bajo ios efectos del vodka. Le contesté que seguía sólo bajo los efectos deprimentes que me producía verla a tan bajo nivel intelectual. Estalló en una carcajada. Suave que me estás matando, dijo. Se lo hice repetir. Mi aire de desconcierto volvió a llevarla a la carcajada, me preguntó si había empezado a escribir ya mi conferencia. Empezaré a hacerlo mañana, dije. Se quedó mirando con atención el inicio de la serie televisiva que tan atrapada la tenía. Volví a la carga. Tu nivel intelectual, le dije, no es el de cuando nos conocimos. Ya, dijo, pero el tuyo tampoco, a veces te observo cuando escribes y me da risa, parece que estuvieras grabando signos sobre una tabla de arcilla. Me quedé de piedra, comprendí que no tenía nada que hacer, ella no quería discutir.
¡Que lejos estábamos de la pareja en crisis de Viaggio in Italia!
Poco podía imaginarme ayer, cuando llegó mi mujer a casa, que iba a funcionar tan mal mi intento de simular un pequeño enfado ante ella. Llegó del trabajo, preparó la comida con su habitual rapidez y habilidad, comimos. Cuando, fiel a su costumbre, encendió el televisor para ver el culebrón, le dije la frase que tenía preparada, le dije que debería recuperar el nivel intelectual que tenía cuando nos conocimos. Me miró sin disimular cierta sorpresa, luego sonrió y me dijo si seguía todavía bajo ios efectos del vodka. Le contesté que seguía sólo bajo los efectos deprimentes que me producía verla a tan bajo nivel intelectual. Estalló en una carcajada. Suave que me estás matando, dijo. Se lo hice repetir. Mi aire de desconcierto volvió a llevarla a la carcajada, me preguntó si había empezado a escribir ya mi conferencia. Empezaré a hacerlo mañana, dije. Se quedó mirando con atención el inicio de la serie televisiva que tan atrapada la tenía. Volví a la carga. Tu nivel intelectual, le dije, no es el de cuando nos conocimos. Ya, dijo, pero el tuyo tampoco, a veces te observo cuando escribes y me da risa, parece que estuvieras grabando signos sobre una tabla de arcilla. Me quedé de piedra, comprendí que no tenía nada que hacer, ella no quería discutir.
¡Que lejos estábamos de la pareja en crisis de Viaggio in Italia!
LA LITERATURA COMO BLUF
De Dublinesca, de Vila-Matas, p. 248-249Riba decide pasarle la carta de Flaubert a Julia Piera, que toma la palabra para leer, con algunas variantes de su cosecha propia, esta especie de ensayo de canto fúnebre: «Todo esto me da náuseas. En nuestros días, la literatura se parece a una gran empresa de urinarios. ¡A esto es a lo que huele la gente, más que a nada! Siempre estoy tentado de exclamar, como San Poli— carpo: “Ah, Dios mío! ¡En qué siglo me habéis hecho nacer!’ y de huir, tapándome los oídos, como hacía ese hombre santo cuando se encontraba ante una proposición indecorosa. En fin. Llegará un tiempo en que todo el mundo se habrá convertido en un hombre de negocios y un imbécil (para entonces, gracias a Dios, ya habré muerto). Peor lo pasarán nuestros sobrinos. Las generaciones futuras serán de una tremenda estupidez y grosería.»
INCIPT 238. EL AFINADOR DE HABITACIONES / CELSO CASTRO
la verdadera vida está ausente
no estamos en el mundo
arthur rimbaud
pues nada, como dicen los filósofos, de lo que no se puede hablar, no se debe hablar. y esto, de verdad lo digo, pocos lo entienden mejor que yo. así que cuando hace un par de días santi me telefoneó para decirme -a que no sabes quién estaba en el supermercado regalando muestras de crema hidratante- yo me quedé perfectamente mudo. y al momento pensé que la vida era como ciclos, que era como -migue ¿me oyes?- como si una mano hubiese estado dibujando un círculo, y durante todos estos años lo hubiese estado trazando y sólo ahora hubiese conseguido cerrarlo, completarlo como un anillo perfectamente cerrado -migue?- así que le dije a santi que alguna vez tenía que ser, y él me dijo -ni te imaginas lo guapa que está- y yo le dije que me lo imaginaba perfectamente, y era verdad. entonces él me preguntó -vas a ir a verla?- y yo le dije que
INCIPIT 237. LOS PAPELES DE ASPERN / HENRY JAMES
CAPÍTULO 1
Me confié a la señora Prest; lo cierto es que sin ella mis avances habrían sido muy escasos, pues la idea más provechosa salió de sus labios cordiales. Fue ella quien descubrió la fórmula y desató el nudo gordiano. Se supone que a las mujeres no les resulta fácil alcanzar una perspectiva libre y general de las cosas, de ningún asunto práctico; pero a veces improvisan con singular serenidad una idea audaz, una idea que a ningún hombre se le ocurriría. «Consiga que lo acepten como inquilino.» Creo que jamás habría llegado a esta conclusión sin ayuda. Estaba dando palos de ciego; intentaba ser ingenioso, buscaba la combinación de artes que me permitiese entablar relación, cuando la señora Prest me sugirió felizmente que la manera de entablar relación pasaba por integrarme en su círculo más íntimo. Mi amiga no conocía mucho mejor que yo a las señoritas Bordereau; de hecho, llegué de Inglaterra con ciertos datos concluyentes que eran nuevos para ella. Las Bordereau se habían relacionado en el
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FRASE DE LA SEMANA
¡Cada vez que pienso que he malgastado los mejores años de mi vida, que he deseado la muerte y he sentido el amor más grande de mi existencia, todo por una mujer que no me gustaba, no era mi tipo!.
MP
MP
MY GENERATION
De Dublinesca, de Vila-Matas, p.185-186
Desde un lugar donde no puede ser visto por ellos, observa con detenimiento y repentino asombro cómo dos pseudoamigos, o más bien conocidos de su generación, se disponen a bajar con gran solemnidad Rambla de Cataluña abajo. Sus ceremoniales movimientos no dejan lugar a muchas dudas: se hallan al inicio de un ritual que hace años practican. De hecho, hace cuarenta años ya los vio en este mismo lugar, disponiéndose para lo mismo. Se preparan para iniciar una conversación acerca, del mundo y de los avatares de sus vidas mientras descienden elegantemente Rambla abajo.
Repentino asombro, pero también una cierta envidia. Todos sus gestos y ese aire de estar amagando el inicio de un viejo ritual, le remiten a la idea de que para hablar del mundo disponen de todo el tiempo por delante. Y seguramente le han llamado la atención más de lo normal porque su lento ritual solemne contrasta con las prisas de toda la gente que les rodea. A su alrededor, no parece que haya nadie más que disponga de tiempo para pensar o simplemente para conversar sobre el mundo, sino más bien gente de paso apresurado y con el tiempo justo, gente con velocidad, pero sin pensamiento.
Les conoce. Son universitarios de su generación, de su clase social. Sabe que su coeficiente mental no es muy alto. Pero la solemnidad de sus gestos, sus buenas maneras —último eslabón de aquel tipo de catalanes a los que ha perdido siempre la estética— y el haber sabido conservar esa disponibilidad con respecto al tiempo hace que se quede petrificado. Parece incluso que vayan a pensar. Y ahora se da cuenta: son los genuinos representantes de su generación. Si se sintiera universitario, si se sintiera intelectual y barcelonés y no hubiera querido traicionar a su clase social, se reconocería inmediatamente en estos dos conocidos, que disponen de todo el tiempo por delante.
Es una lástima, pero ésa no es su generación. Siente envidia por el ritual que han conservado sus dos paisanos, pero también compasión, una honda, infinita compasión. Y lo lamenta mucho: una generación por la que siente envidia, pero a la que compadece, no quiere que sea su generación.
Desde un lugar donde no puede ser visto por ellos, observa con detenimiento y repentino asombro cómo dos pseudoamigos, o más bien conocidos de su generación, se disponen a bajar con gran solemnidad Rambla de Cataluña abajo. Sus ceremoniales movimientos no dejan lugar a muchas dudas: se hallan al inicio de un ritual que hace años practican. De hecho, hace cuarenta años ya los vio en este mismo lugar, disponiéndose para lo mismo. Se preparan para iniciar una conversación acerca, del mundo y de los avatares de sus vidas mientras descienden elegantemente Rambla abajo.
Repentino asombro, pero también una cierta envidia. Todos sus gestos y ese aire de estar amagando el inicio de un viejo ritual, le remiten a la idea de que para hablar del mundo disponen de todo el tiempo por delante. Y seguramente le han llamado la atención más de lo normal porque su lento ritual solemne contrasta con las prisas de toda la gente que les rodea. A su alrededor, no parece que haya nadie más que disponga de tiempo para pensar o simplemente para conversar sobre el mundo, sino más bien gente de paso apresurado y con el tiempo justo, gente con velocidad, pero sin pensamiento.
Les conoce. Son universitarios de su generación, de su clase social. Sabe que su coeficiente mental no es muy alto. Pero la solemnidad de sus gestos, sus buenas maneras —último eslabón de aquel tipo de catalanes a los que ha perdido siempre la estética— y el haber sabido conservar esa disponibilidad con respecto al tiempo hace que se quede petrificado. Parece incluso que vayan a pensar. Y ahora se da cuenta: son los genuinos representantes de su generación. Si se sintiera universitario, si se sintiera intelectual y barcelonés y no hubiera querido traicionar a su clase social, se reconocería inmediatamente en estos dos conocidos, que disponen de todo el tiempo por delante.
Es una lástima, pero ésa no es su generación. Siente envidia por el ritual que han conservado sus dos paisanos, pero también compasión, una honda, infinita compasión. Y lo lamenta mucho: una generación por la que siente envidia, pero a la que compadece, no quiere que sea su generación.
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