Prólogo a Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn, de Adolf Muschg, p. 31 (Anagrama)
Me parece que este documento tiene un valor extraordinario en el plano del conocimiento psicológico y médico a la vez (si todavía hay que mantener esta precaria división del trabajo científico). Zorn presenta su infancia como el estudio de un caso perteneciente a un medio social en el cual el buen tono consiste en eludir el presente; un medio social que ha perfeccionado el mecanismo del aplazamiento hasta hacer de él un estilo de vida, para poder otorgar a cada instante el don de la armonía. O bien, dado que lograr la armonía real no es posible (en la medida en que exige un trabajo del alma, un esfuerzo de conciliación y reconciliación), construir la ficción de la armonía. Llevar una casa como es debido significa tratar los problemas como si fueran faltas de buen gusto; considerar una falta de educación la provocación que constituyen los hechos; dejar para «mañana» las realidades particularmente rebeldes o diferirlas hasta que sean objeto de un estudio más profundo (que realizarán otros). Lo cual significa ausencia de un punto de vista propio; prescindencia diplomática de otros puntos de vista; combinación ingeniosa de un sí que no compromete a nada con un no que no llega a formular- se; la producción de una topografía sin luces ni sombras, definida por la ausencia de problemas que —si a pesar de todo llegan a manifestarse— son relegados al más allá de lo “complicado” o de lo “incomparable”. Esto significa resarcirse de la pérdida del propio cuerpo por medio del espectáculo exótico (pero decente) de cuerpos extraños. Esto significa, en el sentido literal de la palabra, matar el tiempo hasta la muerte, eludiendo toda presencia. Por otra parte, la muerte es también, hasta nueva orden, la muerte de los otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario