Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

FRAGA IRIBARNE


La mala costumbre, Alana S. Portero, p. 240

- Esta me la hizo un cliente mío que se llamaba Agustín, me lo pasaba muy bien con él, estábamos en un café cantante que se llamaba Lady Pepa, un sitio muy divertido en el que se hacía teatro cortito y cachondo. La mitad de los maricones con dinero de Madrid iban allí a tomarse una copa. Lo llevaba Mendizábal, el escritor de obras de teatro, que era un mariquita graciosísimo y muy listo. Eso sí, más de derechas que el grifo del agua fría. Si yo te contase la gente que he visto allí..., lo que pasa es que a mí no me gusta hablar, pero, vamos, que si lo cuento me matan como a la Marilín.

Hizo un gesto con la mano para que me acercase y cuando consideró que estábamos a una distancia prudencial para esquivar las escuchas del CNI, susurró: «Allí conocí yo a Fraga y ya te digo que a su salud me compré dos o tres pares de zapatos buenos».

-¡¿Cómo que Fraga, Margarita?!, no me tomes el pelo, que te piso el cable del oxígeno y te dejo tiesa.

-Sí, señora. Fraga, Manuel Fraga, el ministro, más malo que una diarrea con tos y guarrísimo.

Imaginarme a Fraga con la pestaña puesta y lamiendo tacones travestís me lo humanizaba un poco, tuve que recordarme que era un cabrón sanguinario para no dejarle entrar al salón de la dignidad.


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