Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DON PIO PIO


Calendario sin fechas, Josep Pla, p. 156

Baroja es un inmenso escritor. Pero se equivocó de técnica. Escribió novelas. Como novelas, sus novelas son ridículas. No conoció ni los trucos, ni las triquiñuelas ni la manera escandalosa de componer sus novelas que tienen los novelistas. Desde el punto de vista de la técnica de la novela -como en tantos otros aspectos de su vida-, Baroja fue un niño. Sus novelas, en tanto que novelas, no tienen el menor interés, no tienen la menor composición, no tienen aquella exposición, nudo y desenlace que han de tener las novelas para apasionar a la gente. Baroja  fue un tipo que anduvo por el mundo dotado de una aguda capacidad de observación y escribió lo que se le fue presentando: paisajes, personas, personas sobre el paisaje, ambientes. Lo que ha de contener una novela para imantar al lector estuvo a mil leguas de su concepción del mundo. ¿ Y cómo había de estar más cerca, si en el mejor de los casos Baroja reaccionó siempre como un hombre ingenuo? Todas las personas que han reflexionado un poco sobre la vida y el mundo -y Baroja es una de ellas- saben que las novelas no existen, que se trata de un género literario de ínfima categoría, un género literario basado en la cocina editorial más maliciosa y más grosera. Y, sin embargo, casi todos los libros de Baroja llevan el título de novela. ¿Por qué Baroja escribió novelas?

En 1921, le dije una vez:

-Sin duda tiene usted alguna razón para escribir novelas.

-¡Pero, hombre! Azorín llama a sus libros también novelas.

En mi tiempo no se podía escribir otra cosa. Estábamos fascinados por el éxito de Galdós, nos parecía que el género podía venderse.


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