Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

AGAMENON


La Ilíada liberada, p. 246

Agamenón gritó a pleno pulmón y pidió a los griegos que se aprestasen para la batalla mientras se ponía la armadura. Primero se ciñó las bellas grebas alrededor de las piernas, y las abrochó con hebillas de plata en el tobillo, y en el pecho se puso la coraza que le había regalado Cíniras cuando la noticia de que los griegos estaban a punto de partir a Troya llegó a Chipre y se la dio como presente. Tenía diez capas de esmalte azul oscuro, doce de oro y diez de estaño, y tres dragones rampantes de color azul a cada lado del cuello, como los arcoíris que Zeus coloca en el cielo como señal para los mortales. Se echó la espada tachonada de oro al hombro; la vaina era de plata con una cadena de oro para colgarla. Cogió también el hermoso escudo labrado con diez círculos de bronce que cubría su cuerpo cuando estaba en la batalla. En el escudo había veinte tachones de estaño, con otro azul oscuro en el centro: este último parecía una cabeza de Gorgona lúgubre y feroz con la Fuga y el Pánico a cada lado. La abrazadera era de plata, con una serpiente azul retorcida con tres cabezas entrelazadas que salían de un único cuello. En la cabeza se puso un casco con un pico detrás y otro delante, y cuatro penachos de crin de caballo que temblaban amenazadores; luego cogió dos temibles lanzas con la punta de bronce, y su armadura centelleaba como una llama hasta el firmamento, mientras Hera y Atenea tronaban en honor del rey de la rica Micenas.


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