Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

KAFKA NIÑO

Angelus Novus, Walter Benjamin, p. 100
Hay un retrato de Kafka niño, y pocas veces «la pobre, breve infancia» se ha traducido en forma más aguda. Debe haber sido hecho en uno de esos estudios fotográficos del siglo pasado que, con sus decorados y sus palmeras, sus arabescos y sus caballetes, estaban a medio camino entre la cámara de torturas y la sala del trono. Allí, en un trajecito estrecho, casi humillante, sobrecargado de bordados, un niño de unos seis años aparece delante de un paisaje de invernáculo. Sobre el fondo hay rígidas ramas de palmera. Y como si se tratase de tornar más calurosos y sofocantes esos trópicos de relleno, el niño tiene en la izquierda un enorme sombrero con anchas alas, como los de los españoles. Ojos infinitamente tristes se sobreponen al paisaje que les ha estado destinado y la cavidad de una gran oreja aparece escuchando.

El ardiente Deseo de convertirse en un indio se ha nutrido tal vez durante una época de estagran tristeza: «Ser un indio, siempre dispuesto, y sobre el caballo a la carrera, hendir el aire, vibrar siempre de nuevo sobre el terreno que vibra, hasta que se abandonan las espuelas, porque no hay riendas, y no se ve más que el campo frente a sí, igual a una extensión pelada, ya sin el pescuezo y sin la cabeza del caballo.» Este deseo contiene muchas cosas. Su secreto queda revelado al consumarse en América. La novela América posee un carácter particular, que es evidente ya en el nombre del protagonista. Mientras que en las novelas anteriores el autor no se dirigía nunca a sí mismo más que con el murmullo de una inicial, aquí vive un renacimiento con su nombre entero y en el nuevo mundo. Vive tal renacimiento en el teatro natural de Oklahoma.

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