Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 213. PANTALEON Y LAS VISITADORAS / MARIO VARGAS LLOSA


—Despierta, Panta .—dice Pochita—. Ya son las ocho. Panta, Pantita.
—Las ocho ya? Caramba, qué sueño tengo —bosteza Pantita—. ¿Me cosiste mi galón?
—Sí, mi teniente —se cuadra Pochita—. Uy, perdón, mi capitán. Hasta que me acostumbre vas a seguir de tenientito, amor. Sí, ya, se ve regio. Pero levántate de una vez, ¿tu cita no es a...?
—Las nueve, sí —se jabona Pantita—. ¿Dónde nos mandarán, Pocha? Pásame la toalla, por favor. ¿Dónde se te ocurre, chola?
—Aquí, a Lima —contempla el cielo gris, las azoteas, los autos, los transeúntes Pochita—. Uy, se me hace agua la boca: Lima, Lima, Lima.
—No sueñes, Lima nunca, qué esperanza —se mira en el espejo, se anuda la corbata Panta—. Si al menos fuera una ciudad como Trujillo o Tacna, me sentiría feliz.
—Qué graciosa esta noticia en El Comercio —hace una mueca Pochita—. En Leticia un tipo se crucificó para anunciar el fin del mundo. Lo metieron al manicomio pero la gente lo sacó a la fuerza porque creen que es santo. ¿Leticia es la parte colombiana de la selva, no?
—Qué buen mozo te ves de capitán, hijito —dispone la mermelada, el pan y la leche sobre la mesa la señora Leonor.
—Ahora es Colombia, antes era Perú, nos la quitaron
—unta de mantequilla una tostada Panta—. Sírveme otro poquito de café, mamá.
—Como nos mandaran de nuevo a Chiclayo —recoge las migas en un plato y retira el mantel la señora Leo.
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