El loco de Dios en el fin del mundo, Javier Cercas, p.30
Jorge Mario Bergoglio nació el 17
de diciembre de 1936 en el barrio de Flores, Buenos Aires, en el seno de una
familia católica de clase media-baja procedente del Piamonte, Italia. Era el mayor de cinco hermanos; los otros cuatro se
llamaban Óscar, Marta, Alberto y María Elena: esta última vive todavía. El
idioma de su casa era el español, pero sus abuelos le legaron el italiano, que
siempre ha hablado con acento porteño. Fue un niño común y corriente, religioso
y aplicado; también fue un adolescente ordinario, amigo de salir con sus
amigos. Era un buen bailarín de tango. Tuvo varias novias. El 21 de septiembre
de 1953, mientras bajaba por la avenida Rivadavia para reunirse con una de
ellas y varios amigos, entró en la basílica de San José, se arrodilló ante un
confesionario y se confesó. Bergoglio no recuerda de qué lo hizo, o prefiere no
recordarlo; sí recuerda, en cambio, que su confesor fue un sacerdote de la
ciudad de Corrientes llamado Carlos
Duarte Ibarra, que vivía en el Hogar Sacerdotal, que de vez en cuando decía
misa en la basílica y que murió al año siguiente, de una leucemia. Cuando
terminó de confesarse, Bergoglio renunció a la cita y volvió a su casa.
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