Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

JAMESIANA

De El significado de la traición, de Rebecca Eest, p.203
Todas y cada una de las décadas del siglo XIX iban a producir más personajes como Mautthew Arnold , que iban a sentir con verdadera furia que, de acuerdo con los criterios tradicionales al uso, ellos formaban la clase superior de la comunidad, la de los sabios y los profetas , y que eran completamente despreciados por una clase en auge de tiranos industriales. A esa furia le dieron dos salidas distintas. Una consistió en aferrarse con uñas y dientes a la antigua aristocracia terrateniente, con algo a menudo difícil de distinguir del esnobismo, aunque en realidad estuviera pendiente de asuntos más profundos. Para hallar un ejemplo de esta clase de adaptación podemos recurrir a un extranjero que, cuando su descontento adoptó la forma habitual de buscar la salvación en otro país, eligió el nuestro. La aristocracia terrateniente inglesa trasplantada a Estados Unidos, había terminado por considerar físicamente imposible abarcar un terreno vastísimo y en expansión constante, con lo que tuvo un débil crecimiento, excepción hecha de ciertas localidades, en tanto que la Revolución industrial, como dicen los hortelanos, había crecido de prisa , y sus flores filisteas eran exuberantes. Henry James lisa y llanamente volvió la espalda al inquietante panorama y se marchó a Inglaterra , decidido a disfrutar al sol que , aunque con fuerza algo mermada, aún caldeaba las terrazas de las grandes mansiones. Su correspondencia ilustra el curioso hecho histórico de que el siglo X IX, que contempló escasos vestigios materiales del sistema de mecenazgo, fue capaz de generar más cartas respetuosas de intelectuales a aristócratas que el siglo XVIII , cuando los pares del reino eran auténticos mecenas que pagaban en metálico.

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