Te quiero más que a la salvación de mi alma
POUND EN LA CARCEL
De El espía de Justo Navarro, p.140
Lo sacaron de la tumba de hierro el 18 de junio, un domingo, y, al cabo de tres días, poco a poco resucitó otra ve Lo trasladaron a una tienda grande y piramidal para oficiales delincuentes, en la zona de la enfermería Fue un ascenso: ahora era un criminal aristócrata Tenía tela metálica contra los mosquitos en las ventanas, y estaba rodeado de gráficos y mapas con manchas de café Un olivo se alzaba frente a la tienda Como un reflejo del agujero mental de Pound, la pirámide de lona se abría al cielo en el techo Se veían mariposas blancas en junio, y estrellas La tienda era un observatorio astronómico Besó la tierra después de dormir sobre cemento, bendita Itaha
Se impuso un régimen de ejercicio diario Del mango de una escoba hizo una raqueta de tenis, un taco de billar, un florete, un bate de béisboL Bateó piedras pisanas Fue en Metato mosquetero campeón deportivo, avejentado, viejo Pidió permiso para usar una máquina de escribir y consiguió una Remington Standard que por las noches no usaba nadie Habia empezado a escribir un canto en papel liigiénico Cada noche, después del toque de queda, la Remington Standard de la farmacia del DTC empezaba a fabricar versos de Pound, y Pound tecleaba impcruosamente y cantaba las palabras que iba tec1eando Las teclas golpeaban como mates en un partido de tenis, porque se aprende a escribir como se aprende a jugar al tenis, dijo un día. Dejó de teclear y oyó al grillo. Sé bienvenido, mi grillo, grillo mío, pero no cantes después del toque de queda, viola da gamba, Mozart, tecleó,
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1 comentario:
Pues sí, se aprende a escribir a máquina como se aprende a jugar al tenis y a casi todo; a golpes, básicamente.
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