De En un lugar solitario, de Vila-Matas, p.193
Todos sabemos que aquello que el voyeur busca y encuentra no es más que una sombra detrás de la cortina. Lo que busca no es, como se dice, el falo, sino precisamente su ausencia, y de ahíla preeminencia de ciertas formas como objeto de su búsqueda. Lo que mira es lo que no se puede ver. Pues bien, esa tarde estaba yo fantaseando cualquier magia de presencia en mi espejo cuando vi que, detrás del improbable reflejo y al fondo de la estancia, se había dibujado la sombra que proyectaba una mujer apoyada en la pared de la que colgaba un cuadro que se abrió tras la tela para verter su espacio interior hacia un paisaje marino, hacia la arboladura de un barco y hacia un ruinoso hotel. La mujer de cuerpo grande y hermoso, tenía la cabeza cubierta de rizos negros que caían en bucle junto a la sien; palidez lunar en la piel, mirada dulce y desgarrada
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