De Agonía confutans, de JB
EL CENSOR.
Yo creo en la mudanza de los hombres. ¿Habéis probado a ser los mismos de siempre?
CORPUS.
Jamás hemos dejado de ser los mismos. Es muy fácil demostrarlo por la reducción al absurdo. Para ser distinto, en dos momentos distintos, es preciso saber la diferencia, lo que exige que en cada momento se sepa lo que se es; pero como yo sé ahora lo que soy, no puedo saber lo que he sido a menos que sea lo que he sido o sea aquél que siempre sabe lo que ha sido e incluso lo que es; ahora bien, como no se puede ser sin saber lo que se es, tampoco se puede saber lo que se es sin ser lo que se sabe que se es y, por consiguiente, aquél que siempre sabe lo que ha sido es aquél que siempre ha sido lo que sabe que es; y como esto es lo que es, esto mismo es lo que ha sido.
EL CENSOR.
Ya.
PERTES.
A menos que no sepa nunca lo que es o que sepa solamente lo que no sabe ser. En tal caso, como no sabe lo que es tampoco sabe ni supo lo que fue y sigue siendo aquél que sin saber lo que ha sido ni lo que es, puede saber que no es lo que ha sido.
EL CENSOR.
¿Y por qué no probáis a no ser lo que habéis sido?
CORPUS.
Nos sentiríamos muy solos.
1 comentario:
No le veo ninguna ventaja a ser. Menos todavía a saber quién se es. Y aún menos a intentar ser siempre el mismo.
Ser otro es imposible.
Además ¿quién nos podría gustar ser desde la perspectiva de nuestro cerebro? ¡Nadie! ¡Absolutamente nadie!
El absurdo está muy bien. Es la militancia más terapéutica que conozco. Ninguna es comparable, pese a los ríos de tinta escritos. Toda lógica es más absurda que el absurdo en sí. Toda aspiración se convierte en absurdo desde el mismo momento que choca con las aspiraciones de los otros.
No hay café para todos. Quien lo afirme miente.
No me importa a lo que quiera jugar Benet en este texto. En realidad cada día me importan menos las intenciones de los autores. Sean consagrados o unos mindundis letraherios que propagan sus letras por el cosmos.
Pero necesito esas letras, como el estúpido organismo necesita sus Kilocalorías diarias. Toda esa ingesta absurda, de nutrientes y de letras, es un consumo más absurdo todavía, ya que se volatiliza en tiempo récord en deposiciones y olvidos.
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