Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 263. LA DESPEDIDA / MILAN KUNDERA


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Empieza el otoño y los árboles se vuelven amarillos, rojos, castaños; es como si el pequeño balneario del hermoso valle estuviera rodeado por un incendio. Por el pórtico pasean las mujeres y se inclinan hacia las fuentes. Son mujeres que no pueden tener hijos y que en este balneario esperan lograr la fertilidad.
Los hombres son mucho menos frecuentes entre los pacientes, pero hay algunos, porque, al parecer, los baños, además de sus mágicos efectos ginecológicos, fortalecen el corazón. Sin embargo, por cada paciente masculino hay nueve pacientes femeninos, lo cual resulta desesperante para la joven soltera que trabaja aquí como enfermera y atiende en la piscina a las damas estériles.
Ruzena nació aquí, aquí viven sus padres, ¿logrará salir algún día de este sitio en el que abundan tan terriblemente las mujeres?
Es lunes y se aproxima el fin de la jornada de trabajo. Aún hay que envolver con una sábana a las últimas señoras gordas, acostarlas en sus camillas, secarles la cara, sonreírles.
—¿Le vas a llamar? —le preguntan a Ruzena sus compañeras de trabajo; una de ellas es una robusta cuarentona, la otra es más joven y delgada.
—¿Por qué no? —dice Ruzena.
—No hay nada que temer —le dice la cuarentona

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