“Dado que la vida es todo inclusión y discriminación, en tanto el arte es todo discriminación y selección, el artista, en busca del duro valor latente que le concierne e modo excluyente, olfatea el asa con el preciso instinto de un perro que sospecha dónde hay un hueso enterrado.
La diferencia aquí, sin embargo, estriba en que, mientras el perro desea su hueso sólo para destruirlo, el artista, en su minúsculo trozo limpio de desagradables adherencias y tallado en sagrada aspereza, encuentra la materia misma para una clara afirmación, a más afortunada oportunidad para crear lo indestructible”.
HJ
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