La Voz de Galicia, 26 de enero
Segundo o conselleiro, a cultura galega está ensimesmada e acomplexada e debe saír ao exterior. Recoñeceu «o meu descoñecemento, as veces, do que sucede aquí, pero coñezo ben o que é a promoción de Galicia no exterior, e dende logo é mellorable. Non poño en dúbida as calidades, senón as medidas para saír ao exterior».
La Voz de Galicia, 27 de enero
-Chegou á Xunta co cartel de cosmopolita. ¿Sóbralle agora?
-Non sei. ¿Eu cosmopolita? En fin, son unha persoa viaxada, que viviu fóra moito tempo. Iso dáme unha vantaxe de perspectiva, de coñecer que imaxe hai de Galicia no exterior e como se pode mellorar. E ten o inconveniente de que, ao chegar, non estaba ao tanto de todas e cada unha das cousas que pasaban aquí.
-Hai un ano, traballaba en Nova York en algo que o enchía, tranquilo, cobrando o triplo... Antes, nos oitenta puñan en TVE un concurso chamado «Si lo sé no vengo». ¿Evócanlle algo eses recordos?
-Non, con total sinceridade.
-¿Vai dimitir?
-Non. E menos porque mo pidan once escritores.
La Voz de Galicia, 29 de enero
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, defendió a Varela y recomendó a los escritores "que no se den por aludidos". "Las personas que sacaron esas palabras de contexto no representan la cultura de Galicia, sino intereses que no son los culturales".
Te quiero más que a la salvación de mi alma
FRASE DE LA SEMANA
“El y sus vecinos contemplan el mismo espectáculo, pero uno ve más donde el otro ve menos, uno ve negro donde el otro ve blanco, uno ve groseramente donde el otro ve con sutileza”
HJ
HJ
BUÑUEL ET ALII
De Providence, de Juan Francisco Ferré, p. 228
Oculto tras una gorra de bésisbol y unas gafas de aviador de la Segunda Guerra Mundial para disimular su edad, es verdad que ha envejecido mucho desde la última vez, Spielberg se precipita a estrecharme la mano mientras me advierte contra Buñuel sin contemplaciones. Tenga cuidado. Es un tipo muy peligroso, recuerde La dalia negra. Pobre Brian. El autor del crimen fue él, el autor de Él, no se equivoque de hombre. Tengo pruebas concluyentes sobre el caso, aunque no podría utilizarlas ante ningún jurado, ya me comprende, películas y fotografías de aficionados, cartas de Buñuel a algunas de sus amiguitas de Hollywood cornunicándoles que se excita con la idea de cortarlas en pedazos, confidencias in extremis de testigos moribundos a los que no podría traicionar ahora sin perder a una parte de mi público, secuencias inéditas de sus propias películas y, por si fuera poco, el bodrio de Brian. Si no me cree, pregúntele a Marty, que lo sabe todo sobre películas y directores. Todo, créame. Marty es una enciclopedia ambulante, aunque cuando se pone pedante no lo aguanta nadie, ni siquiera ese bobo de George. Me estoy entusiasmando, disculpe, luego nadie se cree que no bebo alcohol ni me meto drogas. Soy así. Es la grandeza del cine. Cuando se trata de películas, me pongo como loco, no lo puedo evitar. La suya, por ejemplo. Me ha puesto a cien. Esto no me pasaba desde que vi en la intimidad de un pase privado, a solas con la viuda de Stanley, ya me entiende, su película póstuma, ¿cómo se llamaba? Algo sobre los ojos, ¿es que nadie se acuerda ya?
Oculto tras una gorra de bésisbol y unas gafas de aviador de la Segunda Guerra Mundial para disimular su edad, es verdad que ha envejecido mucho desde la última vez, Spielberg se precipita a estrecharme la mano mientras me advierte contra Buñuel sin contemplaciones. Tenga cuidado. Es un tipo muy peligroso, recuerde La dalia negra. Pobre Brian. El autor del crimen fue él, el autor de Él, no se equivoque de hombre. Tengo pruebas concluyentes sobre el caso, aunque no podría utilizarlas ante ningún jurado, ya me comprende, películas y fotografías de aficionados, cartas de Buñuel a algunas de sus amiguitas de Hollywood cornunicándoles que se excita con la idea de cortarlas en pedazos, confidencias in extremis de testigos moribundos a los que no podría traicionar ahora sin perder a una parte de mi público, secuencias inéditas de sus propias películas y, por si fuera poco, el bodrio de Brian. Si no me cree, pregúntele a Marty, que lo sabe todo sobre películas y directores. Todo, créame. Marty es una enciclopedia ambulante, aunque cuando se pone pedante no lo aguanta nadie, ni siquiera ese bobo de George. Me estoy entusiasmando, disculpe, luego nadie se cree que no bebo alcohol ni me meto drogas. Soy así. Es la grandeza del cine. Cuando se trata de películas, me pongo como loco, no lo puedo evitar. La suya, por ejemplo. Me ha puesto a cien. Esto no me pasaba desde que vi en la intimidad de un pase privado, a solas con la viuda de Stanley, ya me entiende, su película póstuma, ¿cómo se llamaba? Algo sobre los ojos, ¿es que nadie se acuerda ya?
INCIPIT 210. PERSUASION / JANE AUSTEN
1
Sir Walter Elliot, de Kellynch Hall, Somersetshire, era un hombre que jamás cogía para distraerse otro libro que el baronetario; allí encontraba ocupación para las horas muertas y consuelo para las de abatimiento; allí se le despertaban la admiración y el respeto, repasando lo poco que quedaba de los antiguos privilegios; allí cualquier malhumor derivado de problemas domésticos se le tornaba compasión o desdén de manera natural, hojeando el número casi interminable de títulos del último siglo... y allí, cuando las demás páginas no le servían, podía leer su propia historia con un interés que jamás le decaía. Ésta era la página por la que se abría siempre el libro predilecto:
ELLIOT DE KELLYNCH HALL
Walter EIliot, nacido el 1 de marzo de 1760, casado el 15 de julio de 1784 con Elizabeth, hija del Sr. James Stevenson, de South Park, condado de Gloucester; esta dama (fallecida en 1800) le ha dado los siguientes hijos: Elizabeth, nacida el 1 de junio de 1785; Anne, nacida el 9 de agosto de 1787; un hijo mortinato, nacido el 5 de noviembre de 1789; Mary, nacida el 20 de noviembre de 1791.
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INCIPIT 209. EL COLOR DEL SOL / ANDREA CAMILLERI
A finales de la primavera de 2004 me trasladé de Roma a Siracusa para asistir a la representación teatral de una tragedia clásica que me interesaba mucho por la novedad y originalidad del montaje, que había suscitado cierto revuelo en la prensa. Tal vez «revuelo» sea una palabra excesiva dado el escaso interés que las televisiones y los periódicos dedican hoy en día a todo lo relacionado con el arte, aunque a aquel espectáculo se le había dedicado algo de espacio. Suficiente para despertar mi curiosidad
Además, llevaba casi cincuenta años sin visitar Siracusa, y sentía nostalgia por ver de nuevo aquel teatro donde había trabajado de joven precisamente en el montaje de una tragedia de Eurípides. Como es bien sabido, estas representaciones se realizan a la luz del día en el extraordinario y mágico Teatro Griego, desde la tarde hasta el anochecer, y suelen convocar a un considerable número de espectadores.
Pero había otra razón que me empujaba a viajar a Sicilia. Necesitaba, para una novela que estaba es
LA ENFERMEDAD. EL CANCER COMO PSIQUE
De Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn, de Adolf Muschg, p. 216 (Anagrama)
Además, hay también que tener en cuenta el punto siguiente: tal como yo creo, no soy yo mismo el cáncer que me devora, sino que lo que me devora es mi familia, mi origen, toda una herencia. Eso significa en términos médico-políticos o sociopolíticos: mientras tenga cáncer, seguiré siendo el rehén del ambiente burgués canceroso, y si muero de cáncer, habré muerto como burgués. Pequeña pérdida en el plano sociológico, porque no se lamenta jamás la muerte de un burgués. Pero en lo que hace a la esencia de la familia, creo que Rieron los griegos los que mejor la intuyeron. No por nada Edipo y su familia llegaron a ser el símbolo de la familia propiamente dicha. También el destino horroroso de Fedra se descubre en el verso que la señala como la hija de sus padres:
La fille de Minos et de Pasiphaé
Incluso la buena Ifigenia alemana (aunque, como es sabido, es únicamente de Goethe) intuye hasta qué punto es fatal ser la hija de su familia. Sin embargo no hay personaje que muestre la hermosa vida de familia como el de Cronos, que devora a sus propios hijos. Creo que esta bella y antigua costumbre ha seguido siendo una tradición hasta el día de hoy, y seguramente entre nosotros no hay nadie que no pueda aplicarse a sí mismo estas palabras:
Mi madre que me sacrifica,
Mi padre que me devoró.
Claro que hoy en día se es más civilizado y no se toman ya ei tenedor y el cuchillo para devorar a los propios hijos (porque los modales en la mesa son muy complicados en el lugar del que yo provengo), sino que, simplemente y gracias a una educación apropiada, se logra que los niños desarrollen un cáncer después; de esta manera y según la costumbre de los antiguos, pueden ser devorados por sus padres.
Sólo que no todos los hijos son igualmente digeribles.
Por eso no creo tampoco que mi estado actual pueda ser llamado «resignación». Antes, yo tenía por dogma que me iba «bien»; pero ese estar bien se veía asaltado por miedos siniestros acerca de que, sin embargo, hubiera algo de falso en esa apreciación. Esa había sido justamente la resignación: que yo me hubiese contentado con no tocar jamás, en ninguna circunstancia, cualquier cosa que hubiera podido avivar esos miedos. Fue resignación el hecho de no abrir jamás el armario pata que el esqueleto que colgaba dentro no cayera en el salón.
Además, hay también que tener en cuenta el punto siguiente: tal como yo creo, no soy yo mismo el cáncer que me devora, sino que lo que me devora es mi familia, mi origen, toda una herencia. Eso significa en términos médico-políticos o sociopolíticos: mientras tenga cáncer, seguiré siendo el rehén del ambiente burgués canceroso, y si muero de cáncer, habré muerto como burgués. Pequeña pérdida en el plano sociológico, porque no se lamenta jamás la muerte de un burgués. Pero en lo que hace a la esencia de la familia, creo que Rieron los griegos los que mejor la intuyeron. No por nada Edipo y su familia llegaron a ser el símbolo de la familia propiamente dicha. También el destino horroroso de Fedra se descubre en el verso que la señala como la hija de sus padres:
La fille de Minos et de Pasiphaé
Incluso la buena Ifigenia alemana (aunque, como es sabido, es únicamente de Goethe) intuye hasta qué punto es fatal ser la hija de su familia. Sin embargo no hay personaje que muestre la hermosa vida de familia como el de Cronos, que devora a sus propios hijos. Creo que esta bella y antigua costumbre ha seguido siendo una tradición hasta el día de hoy, y seguramente entre nosotros no hay nadie que no pueda aplicarse a sí mismo estas palabras:
Mi madre que me sacrifica,
Mi padre que me devoró.
Claro que hoy en día se es más civilizado y no se toman ya ei tenedor y el cuchillo para devorar a los propios hijos (porque los modales en la mesa son muy complicados en el lugar del que yo provengo), sino que, simplemente y gracias a una educación apropiada, se logra que los niños desarrollen un cáncer después; de esta manera y según la costumbre de los antiguos, pueden ser devorados por sus padres.
Sólo que no todos los hijos son igualmente digeribles.
Por eso no creo tampoco que mi estado actual pueda ser llamado «resignación». Antes, yo tenía por dogma que me iba «bien»; pero ese estar bien se veía asaltado por miedos siniestros acerca de que, sin embargo, hubiera algo de falso en esa apreciación. Esa había sido justamente la resignación: que yo me hubiese contentado con no tocar jamás, en ninguna circunstancia, cualquier cosa que hubiera podido avivar esos miedos. Fue resignación el hecho de no abrir jamás el armario pata que el esqueleto que colgaba dentro no cayera en el salón.
INCIPIT 208. EL SENTIDO DEL PASADO / HENRY JAMES
Libro primero
Ocurrieron de forma concordante y a la misma hora. Me refiero a los dos acontecimientos principales que —aparte de la desaparición de su madre, todavía reciente y profundamente sentida— le habían sucedido a Ralph Pendrel, quien a los treinta años había conocido menos cambios imprevistos en su vida que muchos hombres a su edad. Pero como estos dos hechos fueron completamente distintos, para mayor claridad los ex- pondré por orden. Hasta entonces, y por la fuerza de las circunstancias, se había enfrentado fundamentalmente a la vida en términos de pérdida y sacrificio: circunstancias escasamente representativas y, en todo caso, inevitables de una trayectoria accidentada. Se había quedado sin padre ya en la infancia, y había visto morir después a dos de sus hermanas; en virtud de la misma ley, había sido separado a los veinte años de su único hermano, mayor que él; finalmente había conocido la ruptura del más fuerte de todos los vínculos, un afecto por el que, en tanto que exigencia vital, había tenido que renunciar a muchas otras cosas. Entre éstas, y no como la menos importante, no había tenido que contabilizar todavía a Mrs. Stent Coyne, aunque la idea de tal peligro estuviera, la víspera de su crisis, completamente presente en su cabeza. De hecho, el peligro es
LA ENFERMEDAD
De Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn, de Adolf Muschg, p. 185 (Anagrama)
Casi contemporáneamente con esta evolución comenzó a desarrollarse un tumor en mi cuello. Al principio no me causaba molestias porque no me dolía y yo no sospeché que fuera nada malo. Jamás se me ocurrió que pudiese ser un cáncer, y como el tumor se negaba a desaparecer y cada vez se agrandaba más, lo hice examinar por los médicos sin imaginar que iban a descubrir algo muy grave. Todavía no tenía la menor idea de cuál era mi estado real. Por una parte era muy ignorante en todo lo que a medicina se refiere y por otra, según mi vieja costumbre, no quería admitir que podía estar realmente muy mal. Aunque todavía no sabía que tenía cáncer, yo hacía, intuitivamente, el diagnóstico correcto, porque según mi parecer el tumor estaba formado por «lágrimas tragadas». Con lo que quería significar, más o menos, que todas las lágrimas que no había llorado y no había querido llorar durante mi vida se habían amontonado en mi cuello y habían formado ese tumor porque no habían podido cumplir con su verdadero destino: el de ser lloradas. Desde un punto de vista estrictamente médico, ese diagnóstico con ribetes poéticos no era, evidentemente, exacto; pero, aplicado a mi persona en general, decía la verdad: todos los sufrimientos acumulados que yo me había tragado durante años no se dejaban ya comprimir en mi interior; la presión excesiva los hizo explotar, y esa explosión destruyó el cuerpo.
Casi contemporáneamente con esta evolución comenzó a desarrollarse un tumor en mi cuello. Al principio no me causaba molestias porque no me dolía y yo no sospeché que fuera nada malo. Jamás se me ocurrió que pudiese ser un cáncer, y como el tumor se negaba a desaparecer y cada vez se agrandaba más, lo hice examinar por los médicos sin imaginar que iban a descubrir algo muy grave. Todavía no tenía la menor idea de cuál era mi estado real. Por una parte era muy ignorante en todo lo que a medicina se refiere y por otra, según mi vieja costumbre, no quería admitir que podía estar realmente muy mal. Aunque todavía no sabía que tenía cáncer, yo hacía, intuitivamente, el diagnóstico correcto, porque según mi parecer el tumor estaba formado por «lágrimas tragadas». Con lo que quería significar, más o menos, que todas las lágrimas que no había llorado y no había querido llorar durante mi vida se habían amontonado en mi cuello y habían formado ese tumor porque no habían podido cumplir con su verdadero destino: el de ser lloradas. Desde un punto de vista estrictamente médico, ese diagnóstico con ribetes poéticos no era, evidentemente, exacto; pero, aplicado a mi persona en general, decía la verdad: todos los sufrimientos acumulados que yo me había tragado durante años no se dejaban ya comprimir en mi interior; la presión excesiva los hizo explotar, y esa explosión destruyó el cuerpo.
PERLAS ENSANGRENTADAS, FLORES PISOTEADAS
O decreto só pode traer boas cousas para xente coma mín, que aprendín inglés de camareiro en Londres.
Cultura galega é un término espiñento [sic.]. E unh acultura que sigue ensimismada e acomplejada.
A opinión da RAG vai nunca dirección, e a da mayoría do pobo en outra.
El País
PAOLA OBELLEIRO - A Coruña - 20/01/2010
La promoción de la cultura gallega en el exterior, a través del Xacobeo, la Cidade da Cultura o ayudas indirectas a las industrias del sector, es una prioridad para el conselleiro del ramo. "Creo que la cultura gallega está ensimismada, y a veces también acomplejada", afirmó ayer Roberto Varela para justificar que pretenda convertir la proyección exterior en el centro de sus políticas y medidas.
En una conferencia-coloquio organizada por el Forum Europa en A Coruña, Varela echó mano de su propia experiencia en el extranjero como cónsul español en Nueva York para dar crédito a sus críticas sobre la visión "demasiado exclusivista" que se tiene en Galicia de la cultura. "Tengo perspectiva del exterior" como también la tienen, se jactó, artistas gallegos afincados en otros países "y que se mueven en otra dinámica" que los que residen en la comunidad autónoma. "Hay que abrirse al exterior" y mezclarse con creaciones del extranjero, insistió el conselleiro. Una de las oportunidades perdidas, dice, es la Presidencia europea que ejerce este semestre España. Varela se quejó del escaso apoyo del Estado ya que programó más actividades en Toledo que en toda Galicia "en pleno Año Santo".
El conselleiro se defendió de la oleada de críticas, incluso dentro de las filas del propio PP compostelano, que generó la campaña promocional del Xacobeo por no mencionar a Santiago y justificó que se hayan programados actos en toda Galicia para descentralizar "una película" que tendrá a la capital autonómica "como protagonista indiscutible", aseguró, y al resto de la comunidad como "escenario". "Me duelen esas críticas injustas y erróneas ya que el 70% de la programación para este Xacobeo se celebrará en Santiago", insistió.
Varela reinvindicó también su apuesta por cambiar las políticas de apoyo a las industrias culturales, reduciendo las ayudas directas a la producción para incentivar el consumo. "Se trata de intentar incrementar sus negocios vía consumo, no vía subvención", argumentó, "porque no es de recibo que Galicia tenga el índice de lectura más bajo de España y a la vez la mayor producción editorial", con la salida al mercado de cuatro o cinco libros diarios. La Xunta, advirtió, no puede seguir siendo la principal compradora. La consellería, añadió, tampoco tiene dinero para aumentar los fondos del Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC). La prioridad, advirtió Varela, es abonar la factura de 350.000 euros que debe a galerías.
Cultura galega é un término espiñento [sic.]. E unh acultura que sigue ensimismada e acomplejada.
A opinión da RAG vai nunca dirección, e a da mayoría do pobo en outra.
El País
PAOLA OBELLEIRO - A Coruña - 20/01/2010
La promoción de la cultura gallega en el exterior, a través del Xacobeo, la Cidade da Cultura o ayudas indirectas a las industrias del sector, es una prioridad para el conselleiro del ramo. "Creo que la cultura gallega está ensimismada, y a veces también acomplejada", afirmó ayer Roberto Varela para justificar que pretenda convertir la proyección exterior en el centro de sus políticas y medidas.
En una conferencia-coloquio organizada por el Forum Europa en A Coruña, Varela echó mano de su propia experiencia en el extranjero como cónsul español en Nueva York para dar crédito a sus críticas sobre la visión "demasiado exclusivista" que se tiene en Galicia de la cultura. "Tengo perspectiva del exterior" como también la tienen, se jactó, artistas gallegos afincados en otros países "y que se mueven en otra dinámica" que los que residen en la comunidad autónoma. "Hay que abrirse al exterior" y mezclarse con creaciones del extranjero, insistió el conselleiro. Una de las oportunidades perdidas, dice, es la Presidencia europea que ejerce este semestre España. Varela se quejó del escaso apoyo del Estado ya que programó más actividades en Toledo que en toda Galicia "en pleno Año Santo".
El conselleiro se defendió de la oleada de críticas, incluso dentro de las filas del propio PP compostelano, que generó la campaña promocional del Xacobeo por no mencionar a Santiago y justificó que se hayan programados actos en toda Galicia para descentralizar "una película" que tendrá a la capital autonómica "como protagonista indiscutible", aseguró, y al resto de la comunidad como "escenario". "Me duelen esas críticas injustas y erróneas ya que el 70% de la programación para este Xacobeo se celebrará en Santiago", insistió.
Varela reinvindicó también su apuesta por cambiar las políticas de apoyo a las industrias culturales, reduciendo las ayudas directas a la producción para incentivar el consumo. "Se trata de intentar incrementar sus negocios vía consumo, no vía subvención", argumentó, "porque no es de recibo que Galicia tenga el índice de lectura más bajo de España y a la vez la mayor producción editorial", con la salida al mercado de cuatro o cinco libros diarios. La Xunta, advirtió, no puede seguir siendo la principal compradora. La consellería, añadió, tampoco tiene dinero para aumentar los fondos del Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC). La prioridad, advirtió Varela, es abonar la factura de 350.000 euros que debe a galerías.
COMO HA PASADO EL PASADO
Respuestas de Felipe González y E. Tierno Galván a sendas entrevistas en: Los partidos marxistas. Barcelona: Anagrama, 1977
Decía FG:
32. ¿Aceptarías que tu compañera mantuviera relaciones con personas de ambos sexos?
La respuesta que hay que dar a eso, y lo digo exactamente así, es que la sociedad todavía no es capaz de asimilar ningún fenómeno de esta naturaleza.
Decía ETG:
32. ¿Aceptarías que tu compañera mantuviera relaciones con personas de ambos sexos?
No, de ninguna manera, no es entendible. Desde mi punto de vista, que yo creo comparten muchos otros revolucionarios socialistas, esto responde a formas decadente de la burguesía. En todas las experiencias históricas de la decadencia burguesa observamos lo mismo: crecimiento de la pornografía, desarrollo de los poemas o de la lírica erótica, refugio en el placer por no encontrar otras apoyaturas sólidas, etc.
Cuando el hombre y la mujer tienen sus tentáculos ideológicos y vitales firmes, la sexualidad tiene un lugar absolutamente secundario. Y además están educados en el orden intelectual y sexual para que sus instintos estén de acuerdo con una cierta normativa, no para que las normas sigan a los instintos. De esta manera, si una mujer o un hombre no pueden reducir sus instintos al canon de lo que se entiende por el sentido mayoritario que es normal, si no saben, mantener unos principios ascéticos para que sirvan de modelo regenerador y de ayuda al proceso revolucionario, es que no tienen energía revolucionaria y, por tanto, eso es castigable, no tolerable. No es un modelo que se pueda tener en cuenta.
Decía FG:
32. ¿Aceptarías que tu compañera mantuviera relaciones con personas de ambos sexos?
La respuesta que hay que dar a eso, y lo digo exactamente así, es que la sociedad todavía no es capaz de asimilar ningún fenómeno de esta naturaleza.
Decía ETG:
32. ¿Aceptarías que tu compañera mantuviera relaciones con personas de ambos sexos?
No, de ninguna manera, no es entendible. Desde mi punto de vista, que yo creo comparten muchos otros revolucionarios socialistas, esto responde a formas decadente de la burguesía. En todas las experiencias históricas de la decadencia burguesa observamos lo mismo: crecimiento de la pornografía, desarrollo de los poemas o de la lírica erótica, refugio en el placer por no encontrar otras apoyaturas sólidas, etc.
Cuando el hombre y la mujer tienen sus tentáculos ideológicos y vitales firmes, la sexualidad tiene un lugar absolutamente secundario. Y además están educados en el orden intelectual y sexual para que sus instintos estén de acuerdo con una cierta normativa, no para que las normas sigan a los instintos. De esta manera, si una mujer o un hombre no pueden reducir sus instintos al canon de lo que se entiende por el sentido mayoritario que es normal, si no saben, mantener unos principios ascéticos para que sirvan de modelo regenerador y de ayuda al proceso revolucionario, es que no tienen energía revolucionaria y, por tanto, eso es castigable, no tolerable. No es un modelo que se pueda tener en cuenta.
INCIPIT 207. DOS MUJERES EN PRAGA / JOSE ANTONIO MILLAS
En el instante en el que Luz Acaso y Alvaro Abril se conocieron, sus vidas se enredaron como dos cordeles dentro de un bolsillo.
Luz, que había llegado a Talleres Literarios atraída por un anuncio del periódico, fue recibida por Alvaro, que la invitó a pasar a un pequeño despacho con libros en las paredes y en el suelo.
—Soy Álvaro Abril, hemos hablado por teléfono.
—Sí —dijo ella.
—Usted se sienta ahí y yo aquí —añadió el joven señalando dos sillas incómodas, situadas a ambos lados de una mesa barata.
—Ahora tengo ganas de salir corriendo —confesó la mujer desabrochándose el abrigo, sin llegar a quitárselo, a la vez que tomaba asiento.
—Y eso? —preguntó sonriendo Alvaro Abril.
SNOPES (TAKE THE MONEY AND RUN SNOPES)
El País, martes 19 de enero de 2010
"NO SE PUEDE SEGUIR DANDO SERVICIOS A TODOS, PERO SI TOMATES, CREO". La presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, irrumpió ayer en el debate con el discurso más duro: "Hay que cambiar la ley porque no se puede permitir que los Ayuntamientos tengan que seguir pagando servicios y prestaciones sociales a todos los ciudadanos", declaró a la Cope.-
EL CINE SEGÚN JUAN FRANCISCO FERRE
De Providence, de Juan Francisco Ferré, p.184-185
Una sociología, una política, una historiografía, un encefalograma de la especie, una estratigrafía de la mente humana en un período de grandes mutaciones, todo eso y más cosas supone la aparición y el increíble desarrollo del medio fílmico desde finales del diecinueve hasta la actualidad como prolongación necesaria de la era industrial (ésta era una de las ideas principales con que pensaba abordar la realización de un documental sobre la ciudad china de Shanghái que pospuse por venir a PVD). El cine es el medio artístico a través del que toda la cultura humana, y todas las culturas humanas, con todo su bagaje de leyenda, experiencia cotidiana e historia, es transferida a un formato tecnológico y acomodada a un estadio o modo de producción acorde con los desarrollos más avanzados del capitalismo. En este sentido, me parece banal la comprensión del cine que lo reduce a peregrinas cuestiones de estilo o calidad artística o se
da en la admiración ciega por unos cuantos directores y unas cuantas películas, no importa la nacionalidad de origen o el período de pertenencia, sin comprender la trascendencia y el verdadero significado de su aparición como medio masivo en un momento determinado de la historia humana.
No puedo ver una cámara sin pensar en el modo en que el mundo se organiza a su alrededor, en que sobre su eje visual rota la organización compleja del mundo y se hace inteligible de un modo enteramente nuevo, que podría responder o no a los deseos del espectador. En cualquier caso, no todo el tiempo. Por eso, entre otras cosas, no soporto el teatro. No puedo pensar en todo esto sin desenfundar mi cámara una vez más, con la misma excitación de la primera vez.
Una sociología, una política, una historiografía, un encefalograma de la especie, una estratigrafía de la mente humana en un período de grandes mutaciones, todo eso y más cosas supone la aparición y el increíble desarrollo del medio fílmico desde finales del diecinueve hasta la actualidad como prolongación necesaria de la era industrial (ésta era una de las ideas principales con que pensaba abordar la realización de un documental sobre la ciudad china de Shanghái que pospuse por venir a PVD). El cine es el medio artístico a través del que toda la cultura humana, y todas las culturas humanas, con todo su bagaje de leyenda, experiencia cotidiana e historia, es transferida a un formato tecnológico y acomodada a un estadio o modo de producción acorde con los desarrollos más avanzados del capitalismo. En este sentido, me parece banal la comprensión del cine que lo reduce a peregrinas cuestiones de estilo o calidad artística o se
da en la admiración ciega por unos cuantos directores y unas cuantas películas, no importa la nacionalidad de origen o el período de pertenencia, sin comprender la trascendencia y el verdadero significado de su aparición como medio masivo en un momento determinado de la historia humana.
No puedo ver una cámara sin pensar en el modo en que el mundo se organiza a su alrededor, en que sobre su eje visual rota la organización compleja del mundo y se hace inteligible de un modo enteramente nuevo, que podría responder o no a los deseos del espectador. En cualquier caso, no todo el tiempo. Por eso, entre otras cosas, no soporto el teatro. No puedo pensar en todo esto sin desenfundar mi cámara una vez más, con la misma excitación de la primera vez.
LA EDUCACION
Prólogo a Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn, de Adolf Muschg, p. 31 (Anagrama)
Me parece que este documento tiene un valor extraordinario en el plano del conocimiento psicológico y médico a la vez (si todavía hay que mantener esta precaria división del trabajo científico). Zorn presenta su infancia como el estudio de un caso perteneciente a un medio social en el cual el buen tono consiste en eludir el presente; un medio social que ha perfeccionado el mecanismo del aplazamiento hasta hacer de él un estilo de vida, para poder otorgar a cada instante el don de la armonía. O bien, dado que lograr la armonía real no es posible (en la medida en que exige un trabajo del alma, un esfuerzo de conciliación y reconciliación), construir la ficción de la armonía. Llevar una casa como es debido significa tratar los problemas como si fueran faltas de buen gusto; considerar una falta de educación la provocación que constituyen los hechos; dejar para «mañana» las realidades particularmente rebeldes o diferirlas hasta que sean objeto de un estudio más profundo (que realizarán otros). Lo cual significa ausencia de un punto de vista propio; prescindencia diplomática de otros puntos de vista; combinación ingeniosa de un sí que no compromete a nada con un no que no llega a formular- se; la producción de una topografía sin luces ni sombras, definida por la ausencia de problemas que —si a pesar de todo llegan a manifestarse— son relegados al más allá de lo “complicado” o de lo “incomparable”. Esto significa resarcirse de la pérdida del propio cuerpo por medio del espectáculo exótico (pero decente) de cuerpos extraños. Esto significa, en el sentido literal de la palabra, matar el tiempo hasta la muerte, eludiendo toda presencia. Por otra parte, la muerte es también, hasta nueva orden, la muerte de los otros.
Me parece que este documento tiene un valor extraordinario en el plano del conocimiento psicológico y médico a la vez (si todavía hay que mantener esta precaria división del trabajo científico). Zorn presenta su infancia como el estudio de un caso perteneciente a un medio social en el cual el buen tono consiste en eludir el presente; un medio social que ha perfeccionado el mecanismo del aplazamiento hasta hacer de él un estilo de vida, para poder otorgar a cada instante el don de la armonía. O bien, dado que lograr la armonía real no es posible (en la medida en que exige un trabajo del alma, un esfuerzo de conciliación y reconciliación), construir la ficción de la armonía. Llevar una casa como es debido significa tratar los problemas como si fueran faltas de buen gusto; considerar una falta de educación la provocación que constituyen los hechos; dejar para «mañana» las realidades particularmente rebeldes o diferirlas hasta que sean objeto de un estudio más profundo (que realizarán otros). Lo cual significa ausencia de un punto de vista propio; prescindencia diplomática de otros puntos de vista; combinación ingeniosa de un sí que no compromete a nada con un no que no llega a formular- se; la producción de una topografía sin luces ni sombras, definida por la ausencia de problemas que —si a pesar de todo llegan a manifestarse— son relegados al más allá de lo “complicado” o de lo “incomparable”. Esto significa resarcirse de la pérdida del propio cuerpo por medio del espectáculo exótico (pero decente) de cuerpos extraños. Esto significa, en el sentido literal de la palabra, matar el tiempo hasta la muerte, eludiendo toda presencia. Por otra parte, la muerte es también, hasta nueva orden, la muerte de los otros.
INCIPIT 206. LA BESTIA EN LA JUNGLA / HENRY JAMES; MARGUERITE DURAS
Poco importa el motivo de la turbadora conversación que mantuvieron en su encuentro; probablemente no fueran más que unas pocas palabras que él mismo pronunció sin premeditación cuando, después de reconocerse, se retrasaron y comenzaron a caminar juntos lentamente. Hacía una o dos horas que unos amigos le habían llevado a la casa donde ella se alojaba; el grupo de visitantes de la otra casa, del que él era parte y gracias al cual, según su propia teoría, él podía diluirse en la muchedumbre, había sido invitado a almorzar allí. Después del almuerzo hubo una desbandada general en virtud del objetivo primordial de la jornada, esto es: la visita al propio Weatherend y el examen de los delicados objetos, las singulares obras, los cuadros, las reliquias familiares y los diversos tesoros artísticos que hacían casi famoso el lugar. Eran tantos los enormes salones que los invitados podían deambular a su antojo, rezagarse del grupo principal y, en el caso de aquellos que se tomaban el asunto con la mayor seriedad, abismarse en misteriosas evaluaciones y cálculos. Se veían personas, solas o en parejas, inclinándose sobre objetos en rincones apartados, con las manos en las rodillas y asintiendo enfáticamente con la cabeza, como arrobados por un aroma. En el caso de las parejas, o bien mezclaban sus extáticas exhalaciones o se fundían en silencios aún más enjundiosos, de modo que para Marcher ciertos rasgos de la escena evocaban ese clima propio de
COMO LEER A NABOBOV
De Vera. Señora de Nabokov, de Stacy Schiff, p.292-293
También enseñaba a leer a sus alumnos. Los estudiantes de licenciatura en literatura inglesa, los estudiantes de la función pública del estado, los de economía, los de medicina, los futuros matemáticos e ingenieros descubrieron que les iba a cambiar la vida. «Saboreaba las palabras, trazaba vibrantes panorámicas; logró que para mi marido y para mí la mera lectura haya sido un gran placer incluso hasta el día de hoy», recuerda una juez del Tribunal Supremo, Ruth Bader Ginsburg. Lo que ni siquiera captaron entonces los lectores más avezados, o no del todo, era que los lunes, miércoles y viernes, entre el mediodía y la una menos diez, so pretexto de enseñar a varios estudiantes el modo de analizar a Proust, Flaubert, Tolstoi, cuando atronaba en la Sala Goldwin Smith con su voz de barítono, en realidad les estaba enseñando cómo leer a Nabokov. Acariciad los detalles, les instruía. El arte es mero engaño; el gran artista es un fingidot Leed en busca del cosquilleo, del escalofrío. No leáis; releed, decía impostando un tartamudeo39. Mirad a los arlequines. Véra estaba presente a diario en el anfiteatro, aunque ya nadie tenía que aprender esa lección: era la campeona mundial de los lectores de Nabokov. No cabe duda de que debía de aburrirse un poco al oír por quinta o sexta vez cuál era el mensaje moral de Ana Karenina, que de hecho subyacía en el amor metafisico entre Kitty y Levin, “en la voluntad de la autoinmolación en aras del respeto mutuo”. Si no daba muestra alguna de agitarse en su asiento, salvo para lanzar una mirada censora al estudiante desatento o para reconvenir al que distraídamente acababa de encender un cigarrillo, era porque aquellas conferencias, aquellas charlas a ella le sonaban no exactamente a conferencias. Más adelante, un colega de Corneil observó que cuando la señora Nabokov se vio en la obligación de dar las clases para sustituir a su marido, no alteraba ni una sola palabra de sus textos. Al margen, y a sus ochenta y cuatro años, Véra le recriminó el planteamiento. Pues claro que no había cambiado una sola de sus palabras! ¿Acaso no había comprendido que su marido había sido un perfeccionista, que cada una de sus conferencias constituía en sí una obra de arte?
INCIPIT 205. LA NOCHE DE LOS TIEMPOS / ANTONIO MUÑOZ MOLINA
En medio del tumulto de la estación de Pennsylvania Ignacio Abel se ha detenido al oír que alguien 1 llamaba por su nombre. Lo veo primero de lejos, entre la multitud de la hora punta, una figura masculina idéntica a las otras, como en una fotografía de entonces, empequeñecidas por la escala inmensa de la arquitectura: abrigos ligeros, gabardinas, sombreros; sombreros de mujer con la visera ladeada y pequeñas plumas laterales; gorras de visera rojas de cargadores de equipajes y empleados del ferrocarril; caras borrosas en la distancia; abrigos abiertos con faldones echados hacia atrás por la energía de las caminatas; corrientes humanas que se entrecruzan sin chocar nunca entre sí, cada hombre y cada mujer una figura muy semejante a las otras y sin embargo dotada de una identidad tan indudable como la trayectoria única que sigue en busca de un destino preciso: flechas de dirección, pizarras con nombres de lugares y horas de salida y llegada, escaleras metálicas que resuenan y tiemblan bajo un galope de pisadas, relojes colgados de los arcos de hierro o coronando indicadores verticales con grandes hojas de calendario que permiten ver desde lejos la fecha del día. Sería preciso saberlo todo exactamente: letras y números de un rojo tan
COETZEE DEJA IBM
De Juventud, de JM Coetzee, p.143
Trabajar para International Computers no se parece en nada a trabajar para IBM. Para empezar, puede empaquetar el traje negro. Tiene despacho propio, un cubículo en un cobertizo prefabricado del jardín trasero de la casa que International Computers ha convertido en laboratorio informático. La Casa Solariega, la llaman: una casona vieja y laberíntica al final de un camino de tres kilómetros sembrado de hojas en las afueras de Bracknell. Se supone que tiene una historia, aunque nadie la conoce.
Pese a la designación ((laboratorio informático», en las instalaciones no hay ningún ordenador. Para probar los programas que debe confeccionar tendrá que ir a la universidad de Canibridge, que posee uno de los tres ordenadores Atlas que existen, todos ligeramente distintos entre sí. El ordenador Atlas -lo lee en las instrucciones que le entregan la primera mañana- es la réplica británica a IBM. En cuanto los ingenieros y programadores de International Computers hayan acabado los prototipos, Atlas será el mayor ordenador del mundo, o al menos el más grande que se pueda comprar en el mercado libre (los militares norteamericanos tienen ordenadores propios, de capacidad desconocida, y presumible- mente también el ejército ruso). Gracias a Atlas la industria informática británica asestará un golpe del que IBM tardará años en recuperarse. Es lo que hay enjuego. Por eso International Computers ha reunido un equipo de programadores jóvenes y brillantes, del que ahora él forma parte en su retiro campestre.
Lo que Atlas tiene de especial, lo que le hace único entre todos los ordenadores del inundo, es que posee cierta conciencia de sí mismo. A intervalos regulares -cada diez segundos, o incluso cada segundo- se interroga, se pregunta qué tareas está realizando y si las realiza con eficiencia óptima. Si no las está realizando de manera eficiente, las reordena y las lleva a cabo en otro orden mejor, y así ahorra tiempo y, por tanto, dinero.
El se encargará de confeccionar la rutina que deberá seguir la máquina al final de cada cambio de cinta magnética. ¿Debería leer otra tira de cinta magnética?, tendría que preguntarse el ordenador. ¿O, por el contrario, debería partirla y leer una tarjeta perforada o una tira de cinta de papel? ¿Debería escribir parte de las salidas acumuladas en otra cinta magnética o debería optar por una ráfaga de computación? Estas preguntas deben contestarse de acuerdo con el principio de eficiencia preponderante. Dispondrá de todo el tiempo que necesite (pero preferiblemente solo seis meses, porque International Computers se ha embarcado en una carrera contra el tiempo) para verter las preguntas y respuestas a un código que la máquina sepa leer y para comprobar que estén formuladas de manera óptima. Todos sus colegas programadores tienen tareas comparables y un calendario similar. Entretanto, los ingenieros de la Universidad de Manchester trabajarán día y noche para perfeccionar el hardware electrónico. Si todo sale conforme a lo previsto, Atlas entrará en producción en 1965.
Trabajar para International Computers no se parece en nada a trabajar para IBM. Para empezar, puede empaquetar el traje negro. Tiene despacho propio, un cubículo en un cobertizo prefabricado del jardín trasero de la casa que International Computers ha convertido en laboratorio informático. La Casa Solariega, la llaman: una casona vieja y laberíntica al final de un camino de tres kilómetros sembrado de hojas en las afueras de Bracknell. Se supone que tiene una historia, aunque nadie la conoce.
Pese a la designación ((laboratorio informático», en las instalaciones no hay ningún ordenador. Para probar los programas que debe confeccionar tendrá que ir a la universidad de Canibridge, que posee uno de los tres ordenadores Atlas que existen, todos ligeramente distintos entre sí. El ordenador Atlas -lo lee en las instrucciones que le entregan la primera mañana- es la réplica británica a IBM. En cuanto los ingenieros y programadores de International Computers hayan acabado los prototipos, Atlas será el mayor ordenador del mundo, o al menos el más grande que se pueda comprar en el mercado libre (los militares norteamericanos tienen ordenadores propios, de capacidad desconocida, y presumible- mente también el ejército ruso). Gracias a Atlas la industria informática británica asestará un golpe del que IBM tardará años en recuperarse. Es lo que hay enjuego. Por eso International Computers ha reunido un equipo de programadores jóvenes y brillantes, del que ahora él forma parte en su retiro campestre.
Lo que Atlas tiene de especial, lo que le hace único entre todos los ordenadores del inundo, es que posee cierta conciencia de sí mismo. A intervalos regulares -cada diez segundos, o incluso cada segundo- se interroga, se pregunta qué tareas está realizando y si las realiza con eficiencia óptima. Si no las está realizando de manera eficiente, las reordena y las lleva a cabo en otro orden mejor, y así ahorra tiempo y, por tanto, dinero.
El se encargará de confeccionar la rutina que deberá seguir la máquina al final de cada cambio de cinta magnética. ¿Debería leer otra tira de cinta magnética?, tendría que preguntarse el ordenador. ¿O, por el contrario, debería partirla y leer una tarjeta perforada o una tira de cinta de papel? ¿Debería escribir parte de las salidas acumuladas en otra cinta magnética o debería optar por una ráfaga de computación? Estas preguntas deben contestarse de acuerdo con el principio de eficiencia preponderante. Dispondrá de todo el tiempo que necesite (pero preferiblemente solo seis meses, porque International Computers se ha embarcado en una carrera contra el tiempo) para verter las preguntas y respuestas a un código que la máquina sepa leer y para comprobar que estén formuladas de manera óptima. Todos sus colegas programadores tienen tareas comparables y un calendario similar. Entretanto, los ingenieros de la Universidad de Manchester trabajarán día y noche para perfeccionar el hardware electrónico. Si todo sale conforme a lo previsto, Atlas entrará en producción en 1965.
FRASE DE LA SEMANA QUE VIENE
"Hay personas que creen que decir algo malo sobre alguien les hará sentirse más importantes. La realidad es todo lo contrario. Les hace más insignificantes. La gente debería decir algo bueno sobre los demás, o no decir nada"
Cary Grant
Cary Grant
LUCcA. LA CIUDAD MAS BELLA DEL MUNDO POR EL ESCRITOR MAS HERMOSO DE LA TIERRA
Lucca Por Henry James
Rien ne saurait tre plus charmant que la campagne entre Pjse et Lucques — sauf peut-étre la campagne entre Lucques et Pistola. Si Pise est la Toscane morte, Lucques est la Toscane qui vit encore, s’amuse, désire et entreprend. La ville est un charmant mélange de « caractére » antique et d’insouciance moderne ; et non seulement la ville, mais la campagne — cette campagne romantique et épanouie que vous admirez á partir de la célébre promenade des remparts. La rnuraille est en briquetage d’une solidité magnifique, d’une tonalité intense et d’une largeur extraordinaire, et son sommet, planté de beaux arbres, et s’enflant çá et lá de bastions, d’excroissances, et de petits jardins ouverts, entoure la cité d’une promenade circulaire d’une splendide dignité. Ce rempart bien entretenu, ombragé, couvert de lierre, me rappela certains coins moussus d’Angleterre ; mais u donne sur un panorama d’une séduction plus qu’anglaise — une vaste plaine verdoyante oi l’été procure une double récolte de blé, un cercle de montagnes d’un bleu vif, tachetées de couvents haut perchés, de cháteaux profilés et de villas nichées, et traversées de vallées d’un bleu plus intense et plus sombre. Dans un des plus profonds et des plus ombreux de ces renfoncements, une des plus «sympathiques » petites stations balnéaires se dissimule pour quelque temps encore á une invasion facile — les Bains auxquels Lucques a donné son nom. Lucques est au premier chef une ville d’églises l’architecture ecciésiastique étant le seul art auquel elle semble avoir réellement prté attention. 11 y a de curieux morceaux d’architecture domestique, mais ji n’y a aucun grand palais, ni fréquence importune de peintures. La Cathédrale, cependant, résume les mérites de ses compagnes c’est une église singuli&rement noble et intéressante. Sa fierté particulire est une merveilleuse façade incrustée, dans laquelle des chevaux, des chiens de chasse, et du gibier en fuite sont somptueusement représentés en marbre noir sur fond blanc. Ce que j’appréciai avant tout dans la grise solennité de la nef et des transepts fut l’effet superbe d’un second étagement d’arches gothiques — celles qui s’appuient sur le pavement étant lombardes. Ces arches sont délicates et élancées, conime celles du cloitre de Pise, et jouent leur róle dans la pénombre des hauteurs avec une réelle sublimité.
A Pistoia, u y a bien súr une Cathédrale, et ji n’y a rien d’inattendu á ce qu’elle soit, extérjeurement du moins, hautement impressionnante; & ce qu’elle ait un campanile grandiose sa porte, un baptistére fastueux, zébré de marbre blanc eL noir, en face, et, de chaque cóté, un imposant palais municipal. Mais méme si - j’avais la place de faire autrement, je préférerais parler moins des objets d’intér6t particulier de l’endroit que du piaisir que je trouvai flner dans les rues vides pendant les heures tranquilles d’un tiéde aprés-midi. Dire oú je m’attardai le plus longtemps me conduirait á parler d’une petite place devant l’h6pital, d’oii on léve les yeux vers la magnifique frise de céramique des Della Robia.
Rien ne saurait tre plus charmant que la campagne entre Pjse et Lucques — sauf peut-étre la campagne entre Lucques et Pistola. Si Pise est la Toscane morte, Lucques est la Toscane qui vit encore, s’amuse, désire et entreprend. La ville est un charmant mélange de « caractére » antique et d’insouciance moderne ; et non seulement la ville, mais la campagne — cette campagne romantique et épanouie que vous admirez á partir de la célébre promenade des remparts. La rnuraille est en briquetage d’une solidité magnifique, d’une tonalité intense et d’une largeur extraordinaire, et son sommet, planté de beaux arbres, et s’enflant çá et lá de bastions, d’excroissances, et de petits jardins ouverts, entoure la cité d’une promenade circulaire d’une splendide dignité. Ce rempart bien entretenu, ombragé, couvert de lierre, me rappela certains coins moussus d’Angleterre ; mais u donne sur un panorama d’une séduction plus qu’anglaise — une vaste plaine verdoyante oi l’été procure une double récolte de blé, un cercle de montagnes d’un bleu vif, tachetées de couvents haut perchés, de cháteaux profilés et de villas nichées, et traversées de vallées d’un bleu plus intense et plus sombre. Dans un des plus profonds et des plus ombreux de ces renfoncements, une des plus «sympathiques » petites stations balnéaires se dissimule pour quelque temps encore á une invasion facile — les Bains auxquels Lucques a donné son nom. Lucques est au premier chef une ville d’églises l’architecture ecciésiastique étant le seul art auquel elle semble avoir réellement prté attention. 11 y a de curieux morceaux d’architecture domestique, mais ji n’y a aucun grand palais, ni fréquence importune de peintures. La Cathédrale, cependant, résume les mérites de ses compagnes c’est une église singuli&rement noble et intéressante. Sa fierté particulire est une merveilleuse façade incrustée, dans laquelle des chevaux, des chiens de chasse, et du gibier en fuite sont somptueusement représentés en marbre noir sur fond blanc. Ce que j’appréciai avant tout dans la grise solennité de la nef et des transepts fut l’effet superbe d’un second étagement d’arches gothiques — celles qui s’appuient sur le pavement étant lombardes. Ces arches sont délicates et élancées, conime celles du cloitre de Pise, et jouent leur róle dans la pénombre des hauteurs avec une réelle sublimité.
A Pistoia, u y a bien súr une Cathédrale, et ji n’y a rien d’inattendu á ce qu’elle soit, extérjeurement du moins, hautement impressionnante; & ce qu’elle ait un campanile grandiose sa porte, un baptistére fastueux, zébré de marbre blanc eL noir, en face, et, de chaque cóté, un imposant palais municipal. Mais méme si - j’avais la place de faire autrement, je préférerais parler moins des objets d’intér6t particulier de l’endroit que du piaisir que je trouvai flner dans les rues vides pendant les heures tranquilles d’un tiéde aprés-midi. Dire oú je m’attardai le plus longtemps me conduirait á parler d’une petite place devant l’h6pital, d’oii on léve les yeux vers la magnifique frise de céramique des Della Robia.
LOS MEJORES LIBROS DEL AÑO
Ya sabeis que los libros que voy leyendo los subo al blog, con su primera página, bajo la rúbrica de Incipit, y están en :
http://pincio.blogspot.com/search/label/Incipit
Los mejores libros del año 2009 quizás sean estos:
INCIPIT 195. RETRATO DE UN HOMBRE INMADURO / LUIS LANDERO http://pincio.blogspot.com/2009/11/incipit-195-retrato-de-un-hombre.html
INCIPIT 190. LA PIEL / CURZIO MALAPARTE
http://pincio.blogspot.com/2009/10/incipit-190-la-piel-curzio-malaparte.html
INCIPIT 187. VIDAS DE SANTOS / EDUARDO MENDOZA
http://pincio.blogspot.com/2009/10/incipit-187-vidas-de-santos-eduardo.html
INCIPIT 102. EL ENTENADO / JUAN JOSE SAER
http://pincio.blogspot.com/2009/01/incipit-102-el-entenado-juan-jose-saer.html
INCIPIT 100. Y PASAVENTO YA NO ESTABA / ENRIQUE VILA-MATAS
http://pincio.blogspot.com/2008/12/salvo-gombrowicz-en-seis-horas-y-cuarto.html
http://pincio.blogspot.com/search/label/Incipit
Los mejores libros del año 2009 quizás sean estos:
INCIPIT 195. RETRATO DE UN HOMBRE INMADURO / LUIS LANDERO http://pincio.blogspot.com/2009/11/incipit-195-retrato-de-un-hombre.html
INCIPIT 190. LA PIEL / CURZIO MALAPARTE
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INCIPIT 187. VIDAS DE SANTOS / EDUARDO MENDOZA
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INCIPIT 102. EL ENTENADO / JUAN JOSE SAER
http://pincio.blogspot.com/2009/01/incipit-102-el-entenado-juan-jose-saer.html
INCIPIT 100. Y PASAVENTO YA NO ESTABA / ENRIQUE VILA-MATAS
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LA MUERTE DE VERA NABOKOV
De Vera. Señora de Nabokov, de Stacy Schiff, p.602-603
En su último año de vida, Ellendea Proifer preguntó a Véra si se aburría. «No, nunca», respondió. Una pariente lejana, por la rama de los Feigin, habló por teléfono con ella a mediados de 1990. «Tía Véra, ¿cómo te encuentras?», le preguntó. «Muy mal», repuso Véra con una carcajada. Vivian Crespi la visitó en otoño. Véra la recibió en una silla de ruedas, con una camisa de «shantung» blanca y negra y unos pantalones negros, perfectamente peinada, con una belleza exultante. Todavía desprendía un brillo muy auténtico. Sus ojos claros centelleaban; su ingenio seguía al acecho. Conversaron mientras Crespi se tomaba un té. «Hay alguna cosa que pueda hacer por ti?», le preguntó antes de marcharse. La silla de ruedas le molestaba; a Crespi le dio la sensación de que Véra, tan acostumbrada a la actividad incesante, debía de sentirse atrapada. «Vivi, querida, reza para que tenga una muerte rápida», le susurré Véra al oído.
Seis meses más tarde se cumplió su deseo. El 6 de abril de 1991 Lite ingresada en el hospital de Vevey por problemas respiratorios. Se encontraba inconsciente cuando Dimitri fue a verla a la tarde del día siguiente. Pasó varias horas hablando con ella, acariciándole el pelo; con minúsculos, sutiles esfuerzos, parecía deseosa de expresar algo. Murió tranquilamente a las diez de la noche. «Véra Nabokov, 89 años, esposa, musa y agente», rezaba el encabezamiento de la necrológica que publicó el New York Times. Sus cenizas se reunieron, tal como ella quiso, con las de su marido. A la lápida gris azulada de la tumba de Clarens se añadió una línea esculpida, de modo que a día de hoy reza así:
VLADIMIR NABOKOV
ECRIVAIN
VERA NABOKOV
Fue una acertada manera de expresarlo. Como escribió Alfred Appel cuando se enteró de la noticia, daba la impresión de que «el monumento llamado “Nabokov” (su obra completa) es en realidad la abigarrada obra de dos personas; si él hubiera sido de hecho un escultor, ella habría escrito su nombre en la base, en letras minúsculas, de modo que nadie acertase a leerlas, y luego se habría alejado con su mínima, enigmática sonrisa de Mona Lisa». No tenía ni idea de lo pequeño que había llegado a ser el cuerpo de la letra con que ella escribía. En sus últimos días de vida, Véra estuvo trabajando en una primera traducción de los pasajes más intrincados de «Dioses», un relato todavía inédito que Vladimir había escrito a lo largo de los primeros días de su noviazgo. Las cuerdas vocales ya no le respondían, su capacidad visual era muy escasa, estaba prácticamente sorda, le fallaba la memoria. Se mostró sin embargo resuelta a terminar esa traducción. Su caligrafía, en otros tiempos tan redonda, tan regia, había pasado a ser algo diminuto, apiñado, consumido. Había comenzado a escribir incluso montando los renglones. Era como si se estuviera disolviendo en el texto, tal como, durante tan gran parte de su vida, había optado por hacer.
En su último año de vida, Ellendea Proifer preguntó a Véra si se aburría. «No, nunca», respondió. Una pariente lejana, por la rama de los Feigin, habló por teléfono con ella a mediados de 1990. «Tía Véra, ¿cómo te encuentras?», le preguntó. «Muy mal», repuso Véra con una carcajada. Vivian Crespi la visitó en otoño. Véra la recibió en una silla de ruedas, con una camisa de «shantung» blanca y negra y unos pantalones negros, perfectamente peinada, con una belleza exultante. Todavía desprendía un brillo muy auténtico. Sus ojos claros centelleaban; su ingenio seguía al acecho. Conversaron mientras Crespi se tomaba un té. «Hay alguna cosa que pueda hacer por ti?», le preguntó antes de marcharse. La silla de ruedas le molestaba; a Crespi le dio la sensación de que Véra, tan acostumbrada a la actividad incesante, debía de sentirse atrapada. «Vivi, querida, reza para que tenga una muerte rápida», le susurré Véra al oído.
Seis meses más tarde se cumplió su deseo. El 6 de abril de 1991 Lite ingresada en el hospital de Vevey por problemas respiratorios. Se encontraba inconsciente cuando Dimitri fue a verla a la tarde del día siguiente. Pasó varias horas hablando con ella, acariciándole el pelo; con minúsculos, sutiles esfuerzos, parecía deseosa de expresar algo. Murió tranquilamente a las diez de la noche. «Véra Nabokov, 89 años, esposa, musa y agente», rezaba el encabezamiento de la necrológica que publicó el New York Times. Sus cenizas se reunieron, tal como ella quiso, con las de su marido. A la lápida gris azulada de la tumba de Clarens se añadió una línea esculpida, de modo que a día de hoy reza así:
VLADIMIR NABOKOV
ECRIVAIN
VERA NABOKOV
Fue una acertada manera de expresarlo. Como escribió Alfred Appel cuando se enteró de la noticia, daba la impresión de que «el monumento llamado “Nabokov” (su obra completa) es en realidad la abigarrada obra de dos personas; si él hubiera sido de hecho un escultor, ella habría escrito su nombre en la base, en letras minúsculas, de modo que nadie acertase a leerlas, y luego se habría alejado con su mínima, enigmática sonrisa de Mona Lisa». No tenía ni idea de lo pequeño que había llegado a ser el cuerpo de la letra con que ella escribía. En sus últimos días de vida, Véra estuvo trabajando en una primera traducción de los pasajes más intrincados de «Dioses», un relato todavía inédito que Vladimir había escrito a lo largo de los primeros días de su noviazgo. Las cuerdas vocales ya no le respondían, su capacidad visual era muy escasa, estaba prácticamente sorda, le fallaba la memoria. Se mostró sin embargo resuelta a terminar esa traducción. Su caligrafía, en otros tiempos tan redonda, tan regia, había pasado a ser algo diminuto, apiñado, consumido. Había comenzado a escribir incluso montando los renglones. Era como si se estuviera disolviendo en el texto, tal como, durante tan gran parte de su vida, había optado por hacer.
FRASE DE LA SEMANA
¿Qué es el personaje sino la determinación del incidente?¿Qué es el incidente sino la ilustración del personaje?
HJ
HJ
INCIPIT 204. EL ALUMNO / HENRY JAMES
El pobre joven dudaba, sin acabar de decidirse: le suponía un gran esfuerzo abordar el tema de las condiciones económicas,hablarle de dinero a una persona que sólo hablaba de sentimientos y, podíamos decirlo así, de la aristocracia. Sin embargo, no quería considerar cerrado el compromiso e irse sin que se echara en aquella dirección una mirada más convencional, pues apenas dejaba res- quicio para ello el modo en que abordaba el asunto la dama afable y corpulenta que se hallaba sentada ante él, jugando con unos sobados gants de Suede que oprimía y deslizaba a través de su mano gordezuela y enjoyada, sin cansarse de repetir una y otra vez toda clase de cosas, excepto lo que al joven le hubiera gustado oír. Le hubiera gustado oír la cifra de su salario: pero en el mismo momento en que el joven, con nerviosismo, se disponía a hacer sonar aquella nota, regresó el niño (a quien la señora Moteen había hecho salir de la habitación diciéndole que fuera a por su abanico). El niño volvió sin el abanico, limitándose a decir, como si tal cosa, que no lo encontraba. Mientras dejaba caer aquella confesión cínica, clavó con firmeza la mirada en el aspirante a alcanzar el honor de ocuparse de su educación. Este personaje pensó, con cierta severidad, que la primera cosa que tendría que enseñarle a su pupilo sería cómo debía dirigirse a su madre (especialmente que no debían darse respuestas tan impropias como aquélla).
LA MUERTE DE NABOKOV
De Vera. Señora de Nabokov de Stacy Schiff, p.580-581
A finales de junio Viadimir pareció perder a ojos vista la poca fuerza que le restaba. Su médico se mostró sin embargo optimista respecto a su recuperación; se enojó visiblemente cuando Véra manifestó su radical desacuerdo, afirmando que, en su opinión, su marido parecía estar muriéndose. Dimitri regresó a Italia poco después de esta conversación con el facultativo, pero se le convocó a Lausana casi de inmediato. Su padre sufría graves dificultades respiratorias, supuraba por boca. Le había subido la fiebre a 41°; la neumonía había afectado a los bronquios. Dimitri se percató de que ((el ánimo de los médicos pasó como si tal cosa de la cama del hospital a la sepultura del cementerio». Estamos lejos de conocer las últimas palabras que intercambiaron Viadimir y Véra en esos momentos, tanto como lo estamos de saber las que se dijeron en una acera de Berlín cincuenta y cuatro años antes. Pocos días antes del final, Véra señaló que no creía que todo terminase con la muerte, asunto del que su marido y ella habían hablado con toda sencillez muy al principio de su noviazgo. Seguía estando muy de acuerdo con esta afirmación. Descendió ahora sobre ambos un velo muy diferente: el corazón que se había desbocado en su carrera de un abismo a otro a un ritmo de 4.500 latidos por hora había alcanzado su destino final. Mientras Véra y Dimitri permanecían a su lado, se detuvo a las siete menos diez de la tarde del sábado 2 de julio.
Segundos más tarde, una enfermera de Lausana se precipitó sobre Véra para manifestarle sus condolencias. Véra la apartó de sí diciéndole con acritud: «S’il vous plait, madame». No tenía paciencia para los tópicos, no tenía ninguna intención de dárselas de viuda dolorida. Ese mismo mes, cuando vio a su cuñada, le dio las mismas, severas e innecesarias instrucciones de cara a su visita: ((Pero, por favor, nada de lágrimas, nada de lamentos, nada de eso». Hizo una petición similar en lo tocante a la ceremonia íntima que en la cercana localidad de Clarens siguió a la cremación el 7 de julio: a uno de los miembros de la familia le pidió que no la abrazase. En esa ocasión pareció perfectamente dueña de sí misma, tal como esperaban los cuarenta y pocos familiares y amigos que se congregaron en el pequeño cementerio de la colina: Sonia, Topazia Markevitch, los Rowohlt, Beverly Loo, los numerosos primos Nabokov... La máscara le había prestado excelentes servicios durante más de medio siglo; no existía razón para despojarse de ella. Tampoco existía ninguna razón para pensar que la máscara y el rostro fuesen el mismo. Tan pronto tuvo conocimiento de la noticia, Beverly Loo llamó a Véra para saber si le gustaría que tomase un avión a Suiza. Agradecida y aliviada, Véra le dijo que sí, desde luego. Estaba llorosa cuando recibió a Loo. Dimitri había llevado a su madre a Montreux en su Ferrari azul, desde el hospital de Lausana, al atardecer del 2 de julio, el último día de la vida de su padre. Véra permaneció unos minutos en silencio, y luego pronunció las únicas palabras de manifiesta desesperación que le oyó decir Dimitri en toda su vida: «Alquilemos una avioneta y estrellémonos».
A finales de junio Viadimir pareció perder a ojos vista la poca fuerza que le restaba. Su médico se mostró sin embargo optimista respecto a su recuperación; se enojó visiblemente cuando Véra manifestó su radical desacuerdo, afirmando que, en su opinión, su marido parecía estar muriéndose. Dimitri regresó a Italia poco después de esta conversación con el facultativo, pero se le convocó a Lausana casi de inmediato. Su padre sufría graves dificultades respiratorias, supuraba por boca. Le había subido la fiebre a 41°; la neumonía había afectado a los bronquios. Dimitri se percató de que ((el ánimo de los médicos pasó como si tal cosa de la cama del hospital a la sepultura del cementerio». Estamos lejos de conocer las últimas palabras que intercambiaron Viadimir y Véra en esos momentos, tanto como lo estamos de saber las que se dijeron en una acera de Berlín cincuenta y cuatro años antes. Pocos días antes del final, Véra señaló que no creía que todo terminase con la muerte, asunto del que su marido y ella habían hablado con toda sencillez muy al principio de su noviazgo. Seguía estando muy de acuerdo con esta afirmación. Descendió ahora sobre ambos un velo muy diferente: el corazón que se había desbocado en su carrera de un abismo a otro a un ritmo de 4.500 latidos por hora había alcanzado su destino final. Mientras Véra y Dimitri permanecían a su lado, se detuvo a las siete menos diez de la tarde del sábado 2 de julio.
Segundos más tarde, una enfermera de Lausana se precipitó sobre Véra para manifestarle sus condolencias. Véra la apartó de sí diciéndole con acritud: «S’il vous plait, madame». No tenía paciencia para los tópicos, no tenía ninguna intención de dárselas de viuda dolorida. Ese mismo mes, cuando vio a su cuñada, le dio las mismas, severas e innecesarias instrucciones de cara a su visita: ((Pero, por favor, nada de lágrimas, nada de lamentos, nada de eso». Hizo una petición similar en lo tocante a la ceremonia íntima que en la cercana localidad de Clarens siguió a la cremación el 7 de julio: a uno de los miembros de la familia le pidió que no la abrazase. En esa ocasión pareció perfectamente dueña de sí misma, tal como esperaban los cuarenta y pocos familiares y amigos que se congregaron en el pequeño cementerio de la colina: Sonia, Topazia Markevitch, los Rowohlt, Beverly Loo, los numerosos primos Nabokov... La máscara le había prestado excelentes servicios durante más de medio siglo; no existía razón para despojarse de ella. Tampoco existía ninguna razón para pensar que la máscara y el rostro fuesen el mismo. Tan pronto tuvo conocimiento de la noticia, Beverly Loo llamó a Véra para saber si le gustaría que tomase un avión a Suiza. Agradecida y aliviada, Véra le dijo que sí, desde luego. Estaba llorosa cuando recibió a Loo. Dimitri había llevado a su madre a Montreux en su Ferrari azul, desde el hospital de Lausana, al atardecer del 2 de julio, el último día de la vida de su padre. Véra permaneció unos minutos en silencio, y luego pronunció las únicas palabras de manifiesta desesperación que le oyó decir Dimitri en toda su vida: «Alquilemos una avioneta y estrellémonos».
INCIPIT 203. AIRE NUESTRO / MANUEL VILAS
Aene Televisión
Aire Nuestro Televisión es un proyecto humano tan definitivo como la circularidad de la Tierra. Aire Nuestro surge cuando nuestro fundador advirtió la naturaleza irreal de la circujaridad de la Tierra. Las masas oceánicas no se desparraman por el universo —con su crema de langostinos y ballenas y tiburones y langosta infestando el cosmos— debido a esa fuerza universal a la que llamamos gravedad, y que no sólo es una fuerza física, es también una fuerza moral. La gravedad física del planeta Tierra tiene una dimensión histórica insoslayable: aquí estamos, rodando. Nos es muy grato presentar a continuación la programación que los guionistas de la multicadena de televisión hiperrealista Aire Nuestro han diseñado para este fin de semana, para este terrible fin de semana en que esperamos que el mundo se transforme en futuro, que el mundo mute en antimundo, soñando siempre con el desparramamiento de las masas oceánicas. Como se sabe, Aire Nuestro es una cadena de alta cultura televisiva y.también de alta costura de las enfermedades del futuro. Una cadena que busca al espectador inteligente, capaz de afrontar los nuevos retos de nuestra sociedad con espíritu crítico. Estamos pensando en esos grandes retos de la sociedad de mediados del siglo xxi. Un espectador informado que huye de los tópicos y busca la verdad desnuda. Aire Nuestro es la respuesta televisiva e incluso enciclopédica, y también diabólica, a nuestro tiempo. Aire Nuestro es televisión revisionista. Aire Nuestro es historicista. Es un ojo que ve cosas hermosamente humanas. Es nuestra televisión. Creemos en la Historia. Creemos en la Visión. Somos te-
SOBRE FORD MADOX FORD Y JM COETZEE
De Juventud, de JM Coetzee, p. 53
Llega una carta de la Universidad de Ciudad del Cabo. Por la excelencia de sus exámenes de licenciatura, dice, se le ha concedido una beca de doscientas libras para estudios de posgrado.
La cantidad es, con mucho, demasiado pequeña para permitirle entrar en una universidad inglesa. De todos modos, ahora que ha encontrado trabajo no puede plantearse dejarlo. A menos que rechace la beca, le queda una única opción: incribirse en la Universidad de Ciudad del Cabo como estudiante de un máster in absentia. Rellena el formulario de inscripción. Tras meditarlo debidamente, rellena la casulla “Área de estudio” con “Literatura”. Estaría bien poner “Matemáticas”, pero la verdad es que no es lo bastante listo para seguir con las matemáticas. Tal vez la literatura no sea tan noble corno las matemáticas, pero al menos no le intimida. En cuanto al tema de investigación, fantasea con la idea de proponer los Cantos de Ezra Pound, pero al final se decanta por las novelas de Ford Madox Ford. Al menos para leer a Ford no hace falta saber chino.
Ford, nacido Hueffer, nieto del pintor Ford Madox Brown, publicó su primer libro en 1891 a los dieciocho años de edad. En adelante y hasta 1939, fecha de su muerte, se ganó el pan por medios exclusivamente literarios. Pound le llamó el estilista más grande de la prosa de su tiempo y vilipendió al público inglés por dejarlo de lado. Por el momento, él ha leído cuico novelas de Ford —El buen soldado y los cuatro volúmenes que constituyen No más desfiles—, y está convencido de que Pound tiene razón. Le deslumbra la complicada cronología escalonada de los argumentos de Ford, la astucia con que una nota, casual y repetida toscamente, se revela capítulos más adelante como un tema fundamental. También le conmueve el amor entre Christopher Tietjens y la jovencísima Valentine Wannop, un amor que Tietjens se abstiene de consumar pese a la buena disposición de Valentine porque (dice Tietjens) no se debe ir por ahí desflorando vírgenes. La actitud de lacónica decencia elemental de Tietjens le parece del todo admirable, la quintaesencia del inglés.
Si Ford pudo escribir cinco obras maestras como esas, se dice así mismo, seguro que todavía quedan otras, no reconocidas, entre el corpus creciente y solo catalogado de sus escritos, obras maestras que él puede ayudar a sacar a la luz. Se embarca de inmediato en la lectura de la obra completa de Ford, se pasa sábados enteros en la sala de lectura del British Museum, además de las dos tardes por semana en que la sala abre hasta tarde. Aunque las obras primerizas resultan decepcionantes, sigue adelante, excusando a Ford porque todavía debía de estar aprendiendo.
Llega una carta de la Universidad de Ciudad del Cabo. Por la excelencia de sus exámenes de licenciatura, dice, se le ha concedido una beca de doscientas libras para estudios de posgrado.
La cantidad es, con mucho, demasiado pequeña para permitirle entrar en una universidad inglesa. De todos modos, ahora que ha encontrado trabajo no puede plantearse dejarlo. A menos que rechace la beca, le queda una única opción: incribirse en la Universidad de Ciudad del Cabo como estudiante de un máster in absentia. Rellena el formulario de inscripción. Tras meditarlo debidamente, rellena la casulla “Área de estudio” con “Literatura”. Estaría bien poner “Matemáticas”, pero la verdad es que no es lo bastante listo para seguir con las matemáticas. Tal vez la literatura no sea tan noble corno las matemáticas, pero al menos no le intimida. En cuanto al tema de investigación, fantasea con la idea de proponer los Cantos de Ezra Pound, pero al final se decanta por las novelas de Ford Madox Ford. Al menos para leer a Ford no hace falta saber chino.
Ford, nacido Hueffer, nieto del pintor Ford Madox Brown, publicó su primer libro en 1891 a los dieciocho años de edad. En adelante y hasta 1939, fecha de su muerte, se ganó el pan por medios exclusivamente literarios. Pound le llamó el estilista más grande de la prosa de su tiempo y vilipendió al público inglés por dejarlo de lado. Por el momento, él ha leído cuico novelas de Ford —El buen soldado y los cuatro volúmenes que constituyen No más desfiles—, y está convencido de que Pound tiene razón. Le deslumbra la complicada cronología escalonada de los argumentos de Ford, la astucia con que una nota, casual y repetida toscamente, se revela capítulos más adelante como un tema fundamental. También le conmueve el amor entre Christopher Tietjens y la jovencísima Valentine Wannop, un amor que Tietjens se abstiene de consumar pese a la buena disposición de Valentine porque (dice Tietjens) no se debe ir por ahí desflorando vírgenes. La actitud de lacónica decencia elemental de Tietjens le parece del todo admirable, la quintaesencia del inglés.
Si Ford pudo escribir cinco obras maestras como esas, se dice así mismo, seguro que todavía quedan otras, no reconocidas, entre el corpus creciente y solo catalogado de sus escritos, obras maestras que él puede ayudar a sacar a la luz. Se embarca de inmediato en la lectura de la obra completa de Ford, se pasa sábados enteros en la sala de lectura del British Museum, además de las dos tardes por semana en que la sala abre hasta tarde. Aunque las obras primerizas resultan decepcionantes, sigue adelante, excusando a Ford porque todavía debía de estar aprendiendo.
INCIPIT 202. LA PISTA DE HIELO / ROBERTO BOLAÑO
REMO MORAN:
Lo vi por primera vez en la calle Bucareli
Lo vi por primera vez en la calle Bucareli, en México, es decir en la adolescencia, en la zona borrosa y vacilante que pertenecía a los poetas de hierro, una noche cargada de niebla que obligaba a los coches a circular con lentitud y que disponía a los andantes a comentar, con regocijada extrañeza, el fenómeno brumoso, tan inusual en aquellas noches mexicanas, al menos hasta donde recuerdo. Antes de que me lo presentaran, en las puertas del Café La Habana, of su voz, profunda, como de terciopelo, lo único que no ha cambiado con el paso de los años. Dijo: es una noche a la medida de Jack. Se refería a Jack el Destripador, pero su voz sonó evocadora de tierras sin ley, donde cualquier cosa era posible. Todos éramos adolescentes, adolescentes bragados, eso sí, y poetas, y nos reíamos. El desconocido se llamaba Gaspar Heredia, Gasparín para los amigos y enemigos gratuitos. Todavía recuerdo la niebla debajo de las puertas giratorias y los albures que iban y venían. Apenas se vislumbraban los rostros y las luces, y la gente envuelta en aquella estola parecía enérgica e ignorante, fragmentada e inocente, tal como realmente éramos. Ahora estamos a miles de ki-
JM COETZEE EN LA IBM
De Juventud, de JM Coetzee, p. 53
Aunque el horario de la agencia de la calle Newman es de nueve a cinco, pronto descubre que miran con mala cara a los empleados que dejan las instalaciones a las cinco en punto. Las empleadas con familia a la que atender pueden marchar- se a las cinco sin reproches; de los hombres se espera que trabajen al menos hasta las seis. Cuando hay un trabajo urgente cabe la posibilidad de que tengan que trabajar toda la noche, con una pausa para ir al pub a comer algo. Corno a l no le gustan los pubs, se limita a trabajar sin descanso. Rara vez llega a casa antes de las diez.
Está en Inglaterra, en Londres; tiene trabajo, un trabajo como Dios manda, mejor que la enseñanza, por el que le pagan un sueldo. Ha escapado de Sudáfrica. Todo va bien, ha alcanzado su primer objetivo, debería estar contento. De hecho, a medida que pasan las semanas, se siente más y más abatido. Tiene ataques de pánico, que le cuesta superar. En la oficina no hay nada más que superficies metálicas a la vista. Bajo el destello sin sombra de la iluminación de neón, siente su alma amenazada. El edificio, un bloque de hormigón y cristal desnudos, parece desprender un gas inodoro, incoloro, que se le cuela en la sangre y lo atonta. IBM, podría jurarlo, le está matando, le está convirtiendo en un zombi.
Pero no puede rendirse. Escuela de secundaria Barnet Hill, Rothamsted, IBM: no se atreve a fracasar por tercera vez. Fracasar sería demasiado propio de su padre. El mundo real le ha puesto a prueba por medio de la agencia gris y sin corazón de IBM. Debe endurecerse y resistir.
Aunque el horario de la agencia de la calle Newman es de nueve a cinco, pronto descubre que miran con mala cara a los empleados que dejan las instalaciones a las cinco en punto. Las empleadas con familia a la que atender pueden marchar- se a las cinco sin reproches; de los hombres se espera que trabajen al menos hasta las seis. Cuando hay un trabajo urgente cabe la posibilidad de que tengan que trabajar toda la noche, con una pausa para ir al pub a comer algo. Corno a l no le gustan los pubs, se limita a trabajar sin descanso. Rara vez llega a casa antes de las diez.
Está en Inglaterra, en Londres; tiene trabajo, un trabajo como Dios manda, mejor que la enseñanza, por el que le pagan un sueldo. Ha escapado de Sudáfrica. Todo va bien, ha alcanzado su primer objetivo, debería estar contento. De hecho, a medida que pasan las semanas, se siente más y más abatido. Tiene ataques de pánico, que le cuesta superar. En la oficina no hay nada más que superficies metálicas a la vista. Bajo el destello sin sombra de la iluminación de neón, siente su alma amenazada. El edificio, un bloque de hormigón y cristal desnudos, parece desprender un gas inodoro, incoloro, que se le cuela en la sangre y lo atonta. IBM, podría jurarlo, le está matando, le está convirtiendo en un zombi.
Pero no puede rendirse. Escuela de secundaria Barnet Hill, Rothamsted, IBM: no se atreve a fracasar por tercera vez. Fracasar sería demasiado propio de su padre. El mundo real le ha puesto a prueba por medio de la agencia gris y sin corazón de IBM. Debe endurecerse y resistir.
INCIPIT 201. INVISIBLE / PAUL AUSTER
Le estreché la mano por primera vez en la primavera de 1967. Por entonces yo era un estudiante de segundo curso en Columbia, un muchacho sin formar con ansia de libros y la creencia (o ilusión) de que algún día tendría las suficientes cualidades para considerarme poeta, y como leía poemas, ya conocía a su tocayo del infierno de Dante, un muerto que iba arrastrando los pies por los últimos versos del canto veintiocho del Inferno. Bertran de Born, el poeta provenzal del siglo xii, que llevaba cogida del pelo su cabeza cortada, haciéndola oscilar de un lado a otro como un farol: sin duda una de las imágenes más grotescas de ese extenso catálogo de alucinaciones y tormentos. Dante era un defensor incondicional de los escritos de De Born, pero lo redujo a la condenación eterna por haber aconsejado al príncipe Enrique que se rebelara contra su padre, el rey Enrique II, y como el poeta originó la división entre padre e hijo convirtiéndolos en enemigos, el ingenioso castigo de Dante fue dividirlo a él mismo. De ahí el cuerpo decapitado que va gimiendo por el inframundo, preguntando al viajero florentino si puede haber dolor más terrible que el suyo.
SNOPES 2010
El País, 31 de diciembre de 2009
Feijóo apela al consuelo religioso en tiempos de crisis
ANDRÉS FRAGA 31/12/2009
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, consideró ayer que el peregrino actual sigue buscando en el Apóstol consuelo y esperanza porque "los avances tecnológicos, el bienestar o la conquista de la libertad son logros necesarios pero insuficientes". "Ninguno da una respuesta plena a las necesidades de la gente", explicó. Por ello, Núñez Feijóo, delegado regio en la misa de conmemoración del traslado de los restos del Apóstol Santiago, afirmó que en "estos momentos de dificultad" se acentúan las carencias y los antepasados fueron capaces de sobreponerse "gracias a impulsos espirituales como los que emanan del milagro jacobeo".
SNOPES (TAKE THE MONEY AND RUN SNOPES)
El País del domingo 3 de enero
Alcaldes y parlamentarios respaldan un manifiesto orensanista de Baltar Blanco
El candidato a presidir el PP orensano convocó a ediles de 85 de los 92 municipios
CRISTINA HUETE - Ourense - 03/01/2010
José Manuel Baltar Blanco vuelve a desplegar sus fuerzas. Inmerso en una intensa campaña por suceder a su padre en la presidencia del PP, el hijo del barón congregó ayer en un restaurante de Santa Cruz de Arrabaldo, en las afueras de la ciudad, a 85 de los 92 alcaldes y portavoces municipales de la provincia junto a tres diputados autonómicos (faltaron la secretaria xeral de Turismo, Carmen Pardo, y el portavoz del grupo, Antonio Rodríguez Miranda). Todos ellos lo avalaron con sus firmas y con una foto de familia para suscribir el Manifiesto de Santa Cruz, una breve declaración de intenciones políticas basada en el orensanismo que este sector del partido reclama a Feijóo.
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