Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.580. LOS WITTGENSTEIN, UNA FAMILIA EN CARTAS



INTRODUCCIÓN de Brian Mcguinness

Aunque para muchos Ludwig Wittgenstein sea un enigma—no sólo algunas de sus ideas, por ejemplo que «El enigma [del mundo] no existe» (Tractatus 6.5)—, al menos es posible hallar una clave de ese enigma en un concepto que, no por casualidad, era decisivo para él, a saber, el de «parecidos de familia». Lo entenderemos mejor si en vez de buscarlo en las categorías que lo definen, nos fijamos en ciertos rasgos que se repiten aquí y allá, si bien combinados de distintos modos en un determinado grupo y, en este caso en particular, en su familia, concretamente entre sus hermanos y hermanas. La de Wittgenstein fue una familia que, gracias a su riqueza y su autoconfianza, consiguió crear un mundo propio, junto con un sistema de subsistencia, valores y clientela (en el sentido que el término tenía en la Roma antigua): personas muy diversas—pintores, músicos, estudiantes, amigos y conocidos de toda índole— fueron invitadas, protegidas o empleadas, en una palabra, integradas a su medio. Wittgenstein introdujo a sus amigos—entre otros, Engelmann, Ludwig Hänsel y Koder— en ese círculo y, por regla general, se convirtieron también en amigos y protegidos de todos los miembros de la familia. Él mismo debía al medio familiar algunas amistades, y al menos en una ocasión conoció en ese círculo a una amiga a la que amó. Ludwig se crio en el ethos familiar—y se atuvo a él—de elegir siempre el camino más difícil y la intolerancia (cuanto más cercanos los familiares, más acentuada) hacia todo lo que se considerase debilidad moral.


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