Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.175. LOS ESPEJISMOS DE LA CEERTEZA / SIRI HUSTVEDT


ENTRANDO Y SALIENDO

A pesar de las predicciones entusiastas de que las innovaciones tecnológicas abrirán paso a los úteros artificiales y a la vida eterna, sigue siendo cierto que todos los seres humanos nacemos del cuerpo de nuestra madre y morimos. Nadie escoge nacer, y aunque algunas personas deciden morir, muchas preferiríamos no hacerlo. Los principios y los finales, la vida y la muerte, no son conceptos simples. Determinar cuándo empieza la “Vida” es desde hace mucho una cuestión filosófica, así como el objeto de un debate político enardecido. También hay confusión acerca de qué define la “muerte”, aunque, en cuanto un cadáver empieza a pudrirse, se desvanecen todas las dudas. Todos los mamíferos se originan en un espacio materno. Aun así, este hecho evidente, que un feto, algo que hemos sido todas las personas, se encuentre conectado físicamente a su madre y no pueda sobrevivir sin ella, ha desempeñado un papel relativamente pequeño en la corriente dominante del pensamiento filosófico y científico en torno a qué somos los seres humanos.


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