Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

DEL NACIONALISMO


Opinión, locura, sociedad, Theodor W. Adorno
La forma característica de la opinión absurda es, hoy, el nacionalismo. Brota, con nueva virulencia en todo el mundo, en una era en que sea por el nivel alcanzado por las fuerzas de producción técnicas, sea por la determinación unitaria de la tierra como planeta, ha perdido, por lo menos en los países desarrollados, todo fundamento en los hechos, habiéndose convertido completamente en una ideología, como en realidad siempre lo fue. En la vida privada, el autoelogio y las actitudes parecidas son consideradas inconvenientes, en cuanto las manifestaciones de este tipo revelan demasiado la supremacía lograda en el individuo por el narcisismo. Cuando más aprisionado está el individuo en sí mismo y cuando más empeñados están, fatalmente, en promover los intereses egoístas que, necesariamente, se constituyen en esa actitud, y cuyo tenaz poderío justamente se refuerza con ella, con tanto mayor cuidado deberá ocultar el principio de su acción, o disimular, que, como rezaba el slogan nacional-socialista, el provecho común deriva del beneficio de cada cual. Justamente, es la fuerza del tabú contrario al narcisismo individual la que, al reprimirlo, da al nacionalismo su fuerza más perniciosa. En la vida de la colectividad las cosas no pasan conforme a las reglas que rigen las relaciones entre los individuos. Basta comprobar que en cualquier partido de fútbol, la población nativa va a celebrar siempre, despreciando los derechos de los huéspedes, al equipo propio; Anatole France, el escritor considerado, por algún motivo, hoy como canallesco, ya verificó en La Isla de los Pingüinos que toda patria siempre está por encima de todas las otras en el mundo. Sería necesario tornar en serio las normas de la vida privada burguesa y darles   valor de sociales. Pero un intento tan bien intencionado pasa por alto la imposibilidad de lograrlo, mientras reinen condiciones que, al imponer a los individuos tales renuncias, defraudan en forma tan permanente su narcisismo, los condenan en tal medida a la impotencia, que están condenados a recaer en el narcisismo colectivo. A modo de sucedáneo, el nacionalismo les devuelve, como individuos, parte del propio respeto que la colectividad les sustrae y cuya recuperación esperan de ella, al identificarse ilusoriamente con la misma. La creencia en la nación es, más que cualquier otro prejuicio emocional, la opinión como fatalidad: la hipóstasis al nivel de bien supremo en general de lo que de hecho nos pertenece, de la situación en que se está ocasionalmente.

No hay comentarios:

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia