Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

KIKO LEGARD

Ordesa, Manuel Vilas, p. 131
Le gustaba ver la tele. Yo creo que se tragó millones de horas frente al televisor. He visto la evolución de la tecnología de los aparatos de televisión. Comprar un televisor en los sesenta y en los setenta del siglo pasado era un acto trascendental y daba alegría y miedo.
Recuerdo el primer televisor que entró en mi casa. De pequeño, recuerdo a mi padre viendo con fervor aquel programa concurso de la década de los setenta que se llamó Un, dos, tres ... responda otra vez. Mi padre era adicto a ese programa, donde los concursantes tenían que responder a inesperadas preguntas, bajo el mantra de «un, dos, tres ... responda otra vez”.
Mi padre respondía con los concursantes, y solía ganar él.
Podía haber ido a ese concurso.
Nunca lo hizo.
Debió de pensar que tendría que coger un autobús; no le gustaban los autobuses, ni los trenes. Solo le gustaba su coche, porque su coche era una emanación de sí mismo. Su coche era él. Por eso lo dejaba a la sombra en los veranos tórridos, porque a mi padre no le gustaba estar al sol.
Yo aborrecía ese concurso, pero lo ponían los viernes, y todos estábamos relajados. Al día siguiente no había que ir al colegio.

No sé cómo podía gustarte ese programa, era horrible,  has de saber que a mí no me gustaba nada, aquellas bobas preguntas, solo me cabe el consuelo de que se vayan muriendo todos los concursantes y todos los presentadores y los productores y las azafatas de aquella inmensa boñiga de programa, no te puedes ni imaginar lo que sufría ante esa horterada en la televisión, y tú allí, contestando con aquellos seres humanos reducidos a una sonrisa amarilla. Creo que  exhibían una España subdesarrollada. Bueno, tu hijo ya estaba en otro orden de la historia de España. Menos mal que ya todo ahora es un fantasma. Se murieron los presentadores, se fueron muriendo casi todos. El alivio y la purificación de la muerte para aquellos cuyos rostros capturó la televisión: humoristas, cantantes, presentadores, todos esos rostros tercamente españoles. Porque la única manera de vencer la vulgaridad en España es a través de la muerte. Puedo imaginarme fotos, enmarcadas en molduras de lujo aparente, de esos concursantes en las paredes de los pisos de sus casas; fotos pasando de padres a hijos, son mamá y papá en el Un, dos, tres ... responda otra vez, mamá y papá fueron concursantes en 1977 con Kiko Ledgard. ¿Os acordáis de Kiko Ledgard?

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