Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

CONTANDO LAS BALDOSAS AL ANDAR

De El sobrino de Wittgenstein de Thomas Bernhard , p.127-128
Como es natural, se trata, desde hace tiempo, de un estado enfermizo. Había otra obsesión más, que hay que clasificar igualmente  como enfermedad y que los dos teníamos en común: la llamada enfermedad de la numeración, que también tuvo Bruckner, sobre todo en los últimos años de su vida. Durante semanas, durante meses, por ejemplo, cuando voy en tranvía a la ciudad, me veo obligado, al mirar por la ventanilla, a contar los intervalos que hay entre las ventanas de los edificios, o las propias ventanas, o las puertas, o los intervalos entre las puertas, y cuanto más aprisa va el tranvía tanto más aprisa tengo que contar y no puedo dejar de contar hasta llegar al borde de la locura, según pienso. Por eso me he acostumbrado a menudo, para escapar a la enfermedad de la numeración, cuando voy en tranvía por Viena o por otra ciudad, a no mirar por la ventana y dirigir la vista sencillamente al suelo, 10 que sin embargo exige un enorme dominio, del que no siempre soy capaz. También mi amigo Paul tenía la enfermedad de la numeración, pero la tenía en una medida mucho mayor aún y, según me dijo a menudo, le hacía insoportable ir en tranvía. Y él tenía también la misma costumbre que a mí me ha arrastrado muy a menudo hasta el borde de la locura, la de no pisar las baldosas sobre las que se camina sencillamente sin pensar, como los demás, sino de acuerdo con un sistema muy exactamente establecido, como por ejemplo, exactamente después de dos baldosas enteras, pisar la tercera, y no poner tampoco el pie sencillamente sin pensar, más o menos sin ningún plan, en el centro de la baldosa, sino con la mayor precisión en su borde delantero o en el posterior, según. Para personas como nosotros dos, nada debía quedar por decirlo así a la casualidad o el abandono, sino que todo tenía que tener su geometría, simetría o matemática totalmente calculada. Yo observé en él desde el principio tanto la enfermedad de la numeración como la peculiaridad de no pisar los suelos de baldosas sin pensar, sino de acuerdo con un sistema exactamente preestablecido. Una y otra vez se dice que los contrarios se atraen, pero en lo que a nosotros se refiere fueron más bien las cosas en común, y teníamos cientos y miles, las que me llamaron muy pronto la atención en él, como a él en mí. Y teníamos tantos cientos y miles de predilecciones en común como cientos y miles de aversiones; muy a menudo nos atraían las mismas personas y nos repelían las mismas.

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